domingo, 27 de marzo de 2011

Un embarazo de “ Alto Riesgo “


Un embarazo de “ Alto Riesgo “

En las cálidas tertulias en la elaboración del pan en la panadería, era común los relatos entre los obreros, de las circunstancias reales o ficticias de la vida de cada uno de ellos. Al repetitivo traqueteo de las máquinas ,lo acompañaban charlas que por lo general abundaban en temas como las relaciones amorosas, tan frecuentes y marcantes en la historia personal de los panaderos. Privados de bienes materiales, estos desvinculados gestores de proyectos a largo plazo, tenían como moneda valiosa, el relato de sus historias, cargadas de enseñanza y oportunidades. Emprendedores de los romances de corta vida, iban felizmente proclamando su dicha, basada en el mantenimiento de su matrimonio, seguido de una pareja alternativa con hijos simultáneos, una tercera relación ocasional con alguna empleada doméstica próxima o propia del establecimiento, con el agregado de la fugacidad ocasional de “ enganches” en sus giras de periplo por estaciones de tren en el conurbano, o por el merecimiento autoatribuído por el sostén de hogar, que le permitía sin dilaciones participar individualmente en un baile de fin de semana, en locaciones tales como pacífico, Plaza Once y las inmediaciones de la estación Constitución. Dado que no siempre obtenían el objetivo deseado, no era raro que una vez salido de estos bailes sin una presa entre sus manos, procurasen en las cercanías ,por el alivio necesario a su represado estirpe, buscando convenientemente a las prostitutas para resolver el inconcluso episodio. Posteriormente estos relatos se verían alterados sensiblemente, a favor de los declarantes, omitiendo las situaciones oprobiosas del mismo, y combinando favorablemente la situación de eventos, que derivaban invariablemente en una conquista exitosa. Lo que sí era cierto a mi entender, era la predisposición de estos para la prosecución de los mismos. El aguante físico y Hormonal, de tamaña contingencia ,derivada de acontecimientos auto inflingidos , que tenían por corolario, la conversación “ sin Tapujos “ en las rondas laborales de la panadería. Dada la elevada efusividad con que se contaban estas historias, era común la intervención de algunos de los oyentes para frenar con un tono objetivo, advertido del despropósito sintáctico, lo exagerado del relato. Desarticulada la exageración, se continuaba con el mismo, en un tono más precavido que no advirtiese el ardid del monólogo. Había construcciones de los más variados tipos: Heroicas, redimibles, parábolas, resarcitorias, funcionales, morales, casuísticas etc, más las derivadas de la interrelación de éstas. Los individuos participantes eran muy vivos en la descripción de estas anécdotas, olfateaban un cambio de humor que desectruturase la historia, proveían a ella de suspenso y humor necesario para el sostenimiento en su veracidad. A pesar de toda esta gimnasia argumentativa, no faltaba vez que una damnificada en el amor, una mancillada mujer del tronco principal del harén ,adviertiese abiertamente la superposicíon de funciones en el mandato familiar, tomándose revancha en el mismísimo lugar de la irradiación de los acontecimientos. Una vez, una correntina espero estratégicamente en un zagúan lindero a la panadería, la salida de su esposo a la jornada laboral. No lo hizo sola, estaba acompañada de su hija menor, en su mano derecha, un cinturón daba dos apretadas vueltas alrededor de su puño. Al interceptar la trayectoria de su marido lo recibió en primera instancia con una rocíada de lavandina en pleno rostro, sin mediar palabras, prosiguió con su cometido a “ hebillazo limpio” en el lomo del inadvertido concubino. En contadas ocasiones se resistían al flagelo ,con la consabida certeza de saberse culpables, resistían los embates estoicos de sus mujeres esperando que el infortunado trance, pasase lo más rápido posible alejándolos del trágico epicentro. Por temporadas al ser hijo del dueño del complejo me ví confinado a cumplir estas tareas brazales, que aunque tangencialmente, me proporcionaban el material necesario para el armado de una historia. Eso, visto hoy en perspectiva, al momento, escuchaba atentamente los relatos interviniendo muy poco o casi nada en ellos. Un poco por no tener que contar a la altura de lo relatado, otro poco, porque por cada intervención vendría un original retruque a modo de contestación que no solo daba por terminada la disputa, sino que dejaba incluso, pocas ganas de participación. Miguelito Arias ,era muy vivo, sabía valerse de sus salidas originales para rematar un episodio o salir airado de una exposición. No por erudito, simplemente por “ viveza criolla”, amalgamaba sus relatos con “ citas Alusivas “, extraídas del cancionero folclórico, en especial Guaraní, Atahualpa, Larralde y otros tantos. Pero al relatar un suceso de su vida real, no se valió de estos artilugios. Su preocupación por entonces, era el viaje su esposa: “ la Juana”, a su natalicia provincia de Corrientes. Dios mediante, iba a terciar en su familia oriunda de ese sitio para obtener tajada de una herencia familiar en disputa. A tal efecto iría a pasar una temporada en la región, dándole la extremaunción a su tía y estando en primera fila de largada cuando se iniciasen los hechos previstos. Tal temporada en el exilio, se vió acompañada por parte de los que atentamente escuchábamos con sendas advertencias al salteño: Que certificase bien antes de partir su mujer, para que no fuese el caso que al volver lo hiciese con un embarazo a cuestas, de dudoso origen. El citado tomó despreocupado el comentario de los presentes. Pero al segundo mes de advertido el embarazo, este dato aledáño paso al olvido. Para entonces Miguelito muy preocupado por un informe médico reciente, que incluía ecografía y exámenes de sangre de su mujer de 42 años le indicaban según sus palabras le audguraban el temido pronóstico de : “ Embarazo de Alto riesgo “, a lo que finalmente sí acoté, “ Alto Riesgo Que No Sea Tuyo, Cornudo!!”, en mi reciente manía adquirida.

Esteban Silva

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