lunes, 28 de marzo de 2011

Entrega en la Facultad de Arquitectura




Entrega en la Facultad de Arquitectura

La carrera de Arquitectura, tiene por característica singular su método de evaluación. A diferencia de las carreras tradicionales de parciales y examen final, su carrera troncal Diseño, posteriormente denominada Arquitectura, tiene como método evaluativo la entrega del material proyectado, en los distintos grados de dificultad según la instancia del curso. Así la entrega final de diseño 1, suele ser una vivienda unifamiliar, en diseño 2, Un conjunto de viviendas con instalaciones de servicio y nociones de implantación, en 3ª Un complejo de viviendas con instalaciones urbanas bien definidas, en relación al barrio y su implantación, en 4ª una intervención urbana con equipamientos, modificando la traza y definiendo con rigor los edificios proyectados y en 5º Se interviene a gran escala sobre la ciudad, en un proyecto de envergadura, resolviendo exhaustivamente los edificios propuestos para el proyecto. No es que esto sea una regla, hay particularidades de cada cátedra en la ejecución de su plan de estudios. Por eso lo aconsejable, es permanecer en una , para obtener todo el material propuesto y no superponer contenidos. En mi época, había básicamente dos tipos de cátedras, las sociales y las enfocadas al mercado. Era así de simple, unas, se dedicaban a intentar palear a través de sus ejercicios, el déficit habitacional que aqueja a la Argentina desde siempre. En sus propuestas se traslucía el espíritu de los llamados a concurso del FONAVI ( Fondo Nacional de la Vivienda ), a todo esto algunas acompañaban con trabajo de campo para el relevamiento de villas y asentamientos precarios. En sus terrenos se proponía el ejercicio con visos de una instancia superadora. Otras, hacían hincapié en el método constructivo, la autogestión, y el reciclaje. En la vereda de enfrente estaban las cátedras del Establishment , sus proyectos estaban en sintonía con el mercado inmobiliario, los proyectos comerciales de grandes empresas, y el flujo de estudiantes para los grandes estudios de Arquitectura. Eso a grandes rasgos. Tambíen había cátedras “ no alineadas “, por convicción, o por falta de ideología.
Los contrastes eran muy grandes, desde el propio titular hasta los ayudantes y alumnos. Su vestimenta, el estilo de corrección ,los turnos etc.. Casi se podría decir que a la mañana estaba copada por el Mainstream , la tarde estaba desideologizada y la noche era de de la JP y la juventud socialista… Esto, lo sé porque en mi deambular, recorrí dos instancias. También era muy común en la época la escisión de varios ayudantes, que de la mano de un jefe de trabajos prácticos, armaban un nuevo grupo de trabajo y se mudaban a alguna cátedra o abrían la propia. Los primeros tres años de estudio,por lo general el alumno lo hace de manera individual en su proyecto ; ya para los últimos dos, es necesario la conformación de grupos para resolver repartidamente la complejidad del programa propuesto y para también incentivar la gimnasia de debate, cuando se trabaja en grupo. Para el cuarto año de la carrera yo cursaba en una cátedra de interés social. Nuestras intervenciones urbanas habían sido en Bajo Flores, próximos a la villa 1-11-14, en Colegiales , donde están los estudios de Canal 9 y el Mercado de Pulgas, y en la Villa 31 de Retiro. Para aquel momento formábamos un grupo inseparable entre cuatro amigos. Separados a instancias de formar parejas, hacíamos las entregas de trabajo, ya sean parciales a mitad de año o finales, en una casa reunidos por todo el tiempo que requiriese.
A tales efectos, mudábamos nuestros tableros y puntas, a una residencia disponible. En una oportunidad fuimos a la casa de mi abuelo, temporalmente vacía en su periplo por España, en otra ,el quincho de mi casa, recién construido, sirvió de base para la encerrona. Porque si algo caracterizaba el método de trabajo en aquel entonces, era pegar el culo al tablero y no levantarse hasta tener encaminada la entrega, que por lo general consistía en una lámina 1:500 del conjunto, una 1:250 con mayores detalles, edificios 1:100, unidades 1:50, detalles constructivos, perspectivas, cortes, vistas en alzada, axonométricas y croquis. No era fácil, reunir tal material de manera analógica, sin la ayuda de la informática actual, demandaba jornadas de dieciocho horas de dibujo. Por eso, nos reuníamos , para hacernos compañía, para hacer más llevadero el calvario académico. Comprados los materiales, nos disponíamos a trabajar denodadamente, para así en cuatro días lograr nuestro objetivo. Vestidos confortablemente de pantalones cortos y ojotas, veíamos crecer nuestras barbas, al paso de las ojeras y un rancio olor a bolas que dominaba el ambiente. Llegado el día culminante, con la noche encima, nos aseábamos descuidadamente como para estar presentable en el claustro académico. En oportunidades anteriores, había hecho ese trayecto de colectivo, no sin algunos inconvenientes.. Debido a la fatiga extrema y el cansancio, había soltado de mis manos infinidad de veces el portarrollos con las láminas, pateándolo por debajo de los asientos, e incluso habíendolo tirado al foso de la puerta trasera. Prevenido de estos percances, hallé conveniente remitirme a la Facultad de vehículo, para así tener el sitio ideal, que dicho portacontenedor merecía al transportarse . Camino habitual, General Paz, Lugones, a la altura de River Plate me para el semáforo. Sol de junio otoñal ,horas de la mañana, vidrios cerrados por el frió, interior tibio y confortable, hicieron de esa pausa un sueño profundo, en el que abundaron conflictos patológicos irresueltos de origen académico, fantasías, sublimaciones y todo tipo de situaciones típicas de la primera fase. Y digo primera, porque un puñetazo en el vidrio del vehículo me transportó literalmente al ámbito capitalino. Una fila de coches de unos seiscientos metros aguardaba a mis espaldas, tocando bocina desenfrenadamente. Al ver al auto pasar de mi lado, en una maniobra de evasión, pude leer perfectamente los labios de la persona: ¡ La concha de tu madre, pelotudo ¡, o algo similar, no sé.
Una vez en el aula, entregué debidamente el material, hice relaciones públicas por unos instantes, y regresé tranquilamente a mi casa a descansar por la tarde. Repuesto del coma académico, en horas de la noche, me dispuse a dar una vuelta con amigos para desestresarme. Fue cuando salí a la calle, al no percibir el vehículo estacionado, que caí en la cuenta. Había regresado de colectivo distraídamente, y el coche se encontraba tranquilamente estacionado en el parking del pabellón III de la Facultad de Arquitectura ,en el afán de procurarme una hora de sueño garantizada a mi regreso, ni percibí la ausencia del rodado, vilipendiado horas antes…

Esteban Silva

1 comentario:

  1. Me encanto tu anécdota y como lo contas !!!! Muy bueno.... lo compartí en mi facebook. Saludos

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