sábado, 24 de octubre de 2015

Apología


El ser humano es eternamente inconforme.
A tiempo, se cansa de su vehículo.
De su color de pelo.
De sus objetos personales y enceres.
De las amistades pasajeras y sus círculos.
De las anécdotas e historias.
De sus libros preferidos.
De aquellas músicas y recitales.
De sus creencias y principios.
De los colores y sabores.
De los nombres y verdades proferidas.
De su edad y corrupción manifiesta.

La única solución a tal problema
es no atesorar
no hacer de uno lo ajeno
y lo propio, como parte del yo
No creer en nada
En nadie
Solo sentir y sentirse parte
de ese universo restricto
llamado vida.

Esteban Silva

sábado, 17 de octubre de 2015

Sustentabilidad.

Hoy en día se entiende comúnmente a la sustentabilidad, cómo a la armonía de condiciones económicas, ecológicas, sociales y políticas que deben generarse entre los diferentes sectores sociales. Mujeres, hombres y entre la población con su ambiente.
Dicho de esta forma, hay responsabilidades que surgen del hecho colectivo como sociedad y hay implicancias individuales para el sostenimiento de esta idea.
En lo colectivo, atañe a los gobiernos e instituciones el contralor de las políticas medio ambientales que surgen de la agenda particular de cada región, y de las estrategias de conjunto. En lo individual, está el comportamiento de las personas o la sujeción a derecho.
Pero no es suficiente.
Las organizaciones ecologistas se enfocan en problemas puntuales que derivan de su campo de acción. En general conservacionistas del medio ambiente. De una u otra especie en particular. Definen roles, enemigos comunes y planes de acción.
Su lógica está basada en promover el “sostén” de los recursos. Una acción desde “afuera”, que implica reglas a seguir, sanciones y remediaciones.
La sustentabilidad es una acción “interna”. Emana de la conciencia del ser humano como individuo pensante. Ya no hay sanciones que intimiden. Lo que existe, es la plena conciencia de la persona y su proceder con el medio ambiente.
Con la marca endeble o no, que su paso por la Tierra ceda a las generaciones venideras.
El discurso generalizado de las organizaciones hace foco sobre las energías no renovables. Su usufructo desmesurado, unido a la superpoblación degrada el medio ambiente y acelera el calentamiento global, producto de los gases de invernadero.
Esto es cierto y mensurable.
Pero en su lucha por reconocer al villano número uno, desestiman otras causas, tan o más importantes que ésta. A saber: La contaminación global a escala mancomunada de la ganadería, el gas metano que provoca, la degradación de selvas y espacios cultivables que son necesarios para su desarrollo.
El ser humano es un homínido desarrollado. Como tal, no necesita en su dieta grandes cantidades de carne. Mucho menos de lácteos o sus derivados.
Esencialmente su dieta omnívora debería ser herbívora. Cómo sus ancestros o sus pares simios. La ingesta de carne es cultural. Varia de una región a otra. Tiene que ver con los recursos, pero esencialmente con el acceso al dinero. Con la posibilidad de que grandes
sectores de la población mundial estén en expansión.
La ecuación es exponencial. A más población mundial con recursos, más ganadería y tomas de tierras para producir forrajes y granos necesarios para los animales.
Más tierras, significan menos selvas y bosques. De ahí el círculo vicioso que retro alimenta el calentamiento global, la desertización de grandes áreas y a la larga, la desaparición de grandes extensiones de tierras costeras e islas.
De nada sirve entonces llevar una vida acorde a los principios de la “sostenibilidad”.
Un vehículo eléctrico, un panel solar, cualquier economía de recursos no renovables que ayude al no calentamiento y polución es bienvenida. Aunque insuficiente.
La solución a largo plazo, es cambiar la lógica económica por variantes realmente sustentables.
Visto y considerando que frenar el crecimiento sostenido de las poblaciones ( recién nacidos y ancianos ) es imposible, la lógica nos indicaría cambiar nuestro hábitos dietarios y no consumir carnes de ningún tipo.
Cómo todo estadio de comprensión de un problema, el ser humano arriba a estas conclusiones por los medios mensurables que las nuevas tecnologías aportan.
Pero hay otro nivel de comprensión, que tiene que ver con la maduración ética y moral de la sociedad en el siglo XXI: Las matanzas y crueldades contra los animales por parte del hombre son insostenibles.
Hablando claro, no se puede ser sustentable y ser carnívoro al mismo tiempo.
La doble moral no deja de ser una hipocresía abierta.
Así cómo no podemos vociferar contras las petroleras y tener medios contaminantes que utilicen petróleo o derivados.
Toda toma de conciencia, exige acciones concretas en un sentido.
Para ser sustentables, por último tenemos que entrar de acuerdo con la naturaleza y ser equilibrados. La prolongación o sostenimiento de otras especies implica no invadir su hábitat ni consumir sus recursos.
Es un cambio que le atañe a nuestra generación.
A nosotros mismos en primer lugar, a nuestros pueblos y por último a nuestros gobernantes.
Es simple y está al alcance de la mano.

Esteban Silva

sábado, 10 de octubre de 2015

El cine


El cine es un ejercicio de soledad. Es imposible pensarlo en un colectivo. Si bien, su manifestación se debe al hecho de la producción en conjunto, la génesis misma, está en la idea de su creador.
Con el espectador pasa lo mismo. Aún como manifestación social de costumbre, la experiencia es individual y hermética. Por eso, es difícil coincidir tanto en la crítica cuanto a las consideraciones que hagamos de él.
Lógicamente toda obra artística presupone cierta retórica. Cierto lugar emotivo al que se quiere arribar. Pero está la individualidad cómo elemento de discernimiento, ante toda experiencia.
El cine es un acto reflexivo. De la historia en sí misma que fue contada en la pantalla ante nuestros ojos y lo que surge de la comparación con nuestras vidas.
La proyección idílica de los personajes. La empatía determinada ante ciertas situaciones y caracteres. La interpolación de roles tácita y manifiesta que se nos presenta.
Por eso las respuestas son muy disímiles ante el escrutinio de conjunto. Hay un todo simplista que se resume en el agrado o no, de la obra visualizada. Ello, como primer elemento de análisis. Pero hay segundas lecturas pormenorizadas, que les son dadas a aquellas personas que reconocen el lenguaje simbólico expresado en el film.
Están las lecturas particulares también, cómo cualquier manifestación artística de trascendencia.
El cine es referencial. Porque es una estructura narrativa conforme a un tiempo y tecnología. Tiene su anclaje en el bagaje fílmico y su proyección en las innovaciones técnicas. Así cómo explora los temas contemporáneos, hace revisionismo histórico de forma exhaustiva e imagina un futuro cercano conforme a sus escenarios.
Ese lenguaje al que hacemos referencia se traduce no sólo en formato preponderante de una época. En el estilo que se adopte en la narración. En las corrientes que la obra abreva, consciente o inconscientemente. Somos el producto particular de un segmento de tiempo. Cómo tal, tendremos los vicios y aciertos que sólo la distancia resalte.
Al tiempo que se estreno: “Avatar”, James Cameron auguraba “una nueva era fílmica” por la nueva tecnología de 3D. Nada de eso, o muy poco ocurrió. La nueva tecnología apenas aporta matices que las salas comerciales explotan a conveniencia.
La era digital si aportó lo suyo. Su impronta resucitó a las pantallas, las grandes epopeyas de cine histórico, bélico, de fantasía y futuristas.
En detrimento de ello, cierto cine discursivo y de conflictos ( drama ) que abundaba desde la década del setenta, retrocedió sensiblemente frente a las historias a ser contadas en el nuevo formato” 3D”, más adaptado al género de acción y aventuras.
Los films, se convirtieron en “franquicias”, algo impensado… La posibilidad de explotar el producto comercialmente a través de la saga y sus derivaciones marketineras. Esta situación alteró de forma definitiva la obra como “ un todo”.
Ya no es necesario reunir los actores originales a la hora de una saga. Sus papeles pueden estar representados por otros actores, por reconstrucciones digitales parciales o por el caso omiso conveniente a la prosecución del ahora mal llamado “producto”:
Estas consideraciones nefastas, por lo general transcurren en la industria cinematográfica mainstream estadounidense, que es la que gobierna el noventa por ciento de las pantallas o más. El resto, producciones locales de carácter vernáculo o regional toman distancia de las grandes producciones y generalmente se centran en conflictos propios de carácter universal.
El mundo globalizado exige eso al menos al difundir sus historias. Un lenguaje universal del cual hacerse propio a pesar de las latitudes.
Como ya hemos visto, la lengua hablada en el film no representa impedimentos a la hora de la comprensión del conflicto.
Eso es un gran beneficio a priori. Por lo menos eso es lo que surge de los grandes festivales de cine, dónde aun persiste la brecha diferencial entre cine comercial ( estadounidense ) y del resto del mundo.
Qué paradoja… Los grandes cineastas norteamericanos resaltan el cine clásico europeo.
Antonionni, Fellini Bergman, Welles, Hichtcock y a el gran Kurozawa.
Lo cierto es que a la hora de dirigir, su “ producto” está condicionado inexorablemente a los vaivenes de la producción cinematográfica.
Están atados de manos a la imposición de actores, personajes, presupuestos, locaciones a ser mostradas, marcas de vehículos etc.
Por suerte, aún en las condiciones descriptas, ciertos directores de trascendencia consiguen desarrollar una Obra que responde a su visión particular.
El ejercicio de honestidad intelectual, concebido en la soledad.

Esteban Silva