domingo, 27 de marzo de 2011

Navidad del 77




Navidad del 77


Nooooo, latas de gaseosas eran las de antes, yo me acuerdo que te parabas arriba de ellas y podías bailar una chacarera que no las ibas a doblar…Los sachet de leche….!!!, eran gruesos como la puta que los parió!!, las viejas tejían bolsas de mercado con ellos.. Había de los más variopintos modelos: Unos dispuestos en formas de tejas, unos escalonados encima de otros,había algunos tejidos en forma de tricot, o vaya a saber cómo mierda se llama.., había otros que directamente tejían como si fuese lana con puntos apretados.., otros más prácticos simplemente unían los envases unos con otros por sus aristas, con máquina de coser, cual tela, y de ahí a la confección era solo un paso, a eso sí las manijas eran unos anillos de aluminio o madera que las mujeres compraban en las botonerías o casas de lanas, me acuerdo, porque una vez pregunté cuando fuimos a comprar los botones de mi blazer del colegio. Lo único malo, hay que reconocer, era el pestilente olor a requesón que se producía al poner por ejemplo un kilo de caseritos calientes en su interior, lo digo, porque en la panadería “ Las Delicias”de mi Abuela Carmen , esto era cosa común los domingos. Recibíamos las bolsas de los clientes el día sábado, y anotábamos el pedido y el nombre, las juntábamos todas en la panera de la punta, para a la mañana siguiente ir separando los pedidos.. Con esto no le ahorrábamos la fila de 20 metros para obtener su pedido, no, tan solo le garantizábamos la disponibilidad del producto. A mí me tenían de punto en la panadería con el teléfono, cuando sonaba y era para “ Nela “, o doña “ Tal”, había que salir corriendo urgente hasta sus casas, por lo general Pe Haches, al “ Cú du Mond”, no exagero, había una que recibía llamadas de a la vuelta!! Que coraje, que cararrotismo, para dar un número ajeno!. A todo esto no es que recibiésemos nada a cambio, o mi abuela se viese beneficiada, para nada de estas encomiendas..El único que hacía una devolución, si se puede decir, era el chanchero. El llevaba pan viejo y todo tipo de sobras durante el año, y para las navidades, devolvía un lechón a cambio. Navidad!!, Navidad, que me acuerdo fue la del 77, en el patio de la panadería…., cuando a la hora de los cohetes, ( porque antes no había pedorrada de cosas que hay ahora, había cohetes estrellitas y cañitas), Nino; el marido de Consuelo, prima de Manolo, mi viejo;no tuvo la mejor idea que tirar unos rompeportones en el frente del local. Los niños, afectos a los adultos que son compinches a la hora de los juegos, lo acompañamos, en sus correrías. Eran las 23: 55, me acuerdo, porque fue antes del brindis, como para ir calentando el ambiente, como para ir aportando las primeras notas musicales a la sonoridad del festejo. Hete aquí , que dichas notas duraron una fracción de segundo al ver desplomarse en dominó, todo el frente de blindex del negocio, en partículas infinitésimas de vidrio templado. La cara de estupor de Nino, fue un paréntesis antes de la salida intempestiva de Consuelo cual toro en plaza de corridas .Menos lindo le dijo de todo la gallega: en gallego y en español corriente rioplatense. A cabo de unos segundos la totalidad de la concurrencia estaba contemplando el dantesco episodio. Mi abuelo Benito, patrocinante del evento y “ alma Mater “ de la familia Silva, había salido a la calle tan solo para corroborar lo que ya temía. Su rostro también colapso en una amarga mueca, pero a diferencia de su sobrina, Consuelo, no puteó ni maldijo al pobre Nino. Hizo un condenado silencio de desaprobación, tal vez por no querer echar más leña al fuego, o de seco nomás, como lo heredé yo, volvió a entrar al patio con las manos en los bolsillos renqueando un poco, producto de su operación de rodillas, y otro poco por la pesadez de la ingesta etílica navideña. El resto del elenco, mi tío Benito, mi viejo, Manolito de enfrente, se abocaron a la tarea de contención, providenciando tablas de las que se pone el pan, a modo de barricadas en el frente del local, sorteando así transitoriamente la desdicha del incidente, recuerdo haber llenado varias bolsas de harina de papel con los restos de los vidrios, nunca imaginé que pesasen tanto y ocupasen tanto espacio. Mi abuela Carmen consolaba a Nino, por ser centro inesperado ante tamaña metida de pata!!. A todo esto, no recuerdo si después hubo brindis..

Esteban Silva

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