miércoles, 30 de marzo de 2011

Reflexión, a punto de escribir .


Reflexión, a punto de escribir .

Ya lo deben haber escrito…., ¡ Para que carajos , me voy a poner a escribir, yo, ahora!, Lo habrán hecho, seguro!, y lo peor, que seguro lo hicieron con más estilo, con más gracia que yo. Para qué, exponerme al escarnio de la crítica, que verán en mis palabras, ideas remanidas, abrevadas de fuentes menos prístinas. Y lo peor que lo hicieron autores renombrados, Cortázar, Borges, Vargas llosa, García Marquez…, escritores de segunda línea también, que son publicados en medios regionales, que tienen una vasta obra en sus alforjas, premios ,reconocimiento, y lectores, sobre todo. Periodistas, ensayistas, columnistas, blogueros, ya deben haber escrito sobre el tema. Millares de personas habrán acompañado sus ensayos, elaborado conclusiones, remitiendo devoluciones acaloradas ,llena de debates interesantes e interpretaciones. Para que ahondar en temas que tuvieron su desarrollo en páginas más cultas. Que podré aportar, desde mi humilde teclado, al abordaje intelectual de un relato. Poseo las herramientas adecuadas para construirlo?. La creatividad necesaria para gestarlo?, o por el contrario , irrumpiré con un montón de palabras gastadas, de origen dudoso, que no solo mostrarán lo precario de mi lenguaje, sino que hablarán sin ambajes de lo fútil de mi propuesta. Creería mejor abandonar todo!, si no fuese por ese pequeño círculo del que me regocijo al escribirlas. Ese círculo habita dentro mío, un concepto erróneo, quizás.
Esteban Silva

Frases sueltas (o aforismos pedorros según se mire)




Me empecina descubrir el secreto de las palabras, por ahora solo descubrí algún significado en la poesía.

Destila lo más puro de tu pensamiento, ponlo en una botella y arrójalo al mar de las palabras.

A la sombra de un tratado florecen cardos llenos de espinas.

Una idea altruista para un hombre rico, un motivo valedero para la clase media, una oportunidad para un pobre.

El humor es la risa del alma.

Me siento y escribo, me paro y digo, pienso y vuelo.

Por cada frontera disuelta, dos pueblos se abrazan.

De haber podido elegir nacer, moriría.

De la unión entre dos personas nació una flor. Del acuerdo entre partes una ley. Del sometimiento a un precepto el dogma. De la conveniencia, la tolerancia. Del odio y segregacionismo, 198 países hasta el momento.

La textura del sexo, es una piel erizada recibiendo caricias al oído.

La eternidad ve alejarse al infinito mientras oye el eco del tiempo.

Navidad del 2006 Cuento


Navidad del 2006

No es que no recuerde las navidades en mi primer adultez, el hecho es que el sucesivo cambio de residencia y relaciones fallidas en mi vida, descaracterizaron los carriles normales por donde acontecían. Ya con mis dos hermanas casadas, y una pareja estable, el panorama social era otro. El hecho de que mi padre, sobrellevase una quimioterapia en curso, hacía por demás inobjetable el hecho de reunirnos todos en la casa paterna. Con lazos bien constituídos en todas las familias participantes, se dio naturalmente el hecho de reunirnos mancomunadamente en una sola residencia con el objetivo de no dividirnos, fundamentalmente del cariño de mi padre. Aún sin preveer su desenlace, un continuo recorrido de tratamientos, que incluyeron un autotrasplante de médula, nos auguraban un tortuoso camino por delante. Atendiendo estas premisas, es que se cristalizaba el ánimo de la fiesta. Por otro lado se había tornado tradición, después del fallecimiento de nuestros abuelos paternos, convocarnos a casa de nuestros padres como lógica continuación del legado familiar. Además de nuestro grupo, que incluía a nuestras parejas, se agregaban amigos de mis padres, suegros, con personas a cargo o conexas, sobrinos, y todo tipo de parentescos posibles de participar en la reunión. Cada parte de los integrantes , se encargaba de una tarea asignada con el fin de proveer a la cena. Hubo encargados de lechón, de bebidas, de platos de entrada, de frutas secas turrones y Pan dulce etc. Aquellos desentendidos de toda tarea comunitaria, simplemente contribuían con un óbolo , al sostenimiento por demás recargado del dueño de casa. Ese era el caso de mi tío Cacho, que enviudado recientemente, compartía las fiestas de fin de año con su hermana, repartidamente de sus dos hijas mujeres. Para entonces, yo convivía en pareja en la casa de mis padres. Mi tarea al momento era el preparado y acondicionamiento del lechón , y una mesa de fiambres decorada. Experiencia adquirida tras largas temporadas de pastelero, sandwichero y saladitero, en diversas panaderías familiares. A pesar del trabajo, me era grato de participar en estas tareas encomendadas especialmente hacia mi persona, sabida cuenta de la expectativa que tenían los solicitantes, advertidos de mi inclinación por las delicatesen , especialmente las de origen importado. Fuentes ovaladas de lechón trozado tibio, decoradas con fina lechuga juliana en sus bordes. Fuentes de Jamón serrano español, con fiambres locales diversos, la ensalada rusa clásica, decorada prolijamente a espátula de repostero con mitades de huevo y aceitunas. Cebollines, pepinillos, palmitos, aderezos y todo lo que se tuviese a disposición participaba del centro de mesa. Hubo cenas temáticas donde , la entrada estuvo compuesta por humus, tabule, kebab, al mejor estilo árabe. Las navidades comenzaban tempranamente para mí, mi mujer , y mi madre. A eso de las seis de la tarde comenzábamos con los preparativos de la cena. No nos quejábamos, a pesar de cargar con la mayoría de las obligaciones, asumíamos con entereza la condición de anfitriones, preparándonos lo debidamente para sortear el evento. Y no es que me rascase las bolas durante la mañana, no, había hecho mi labor habitual de madrugada hasta las primeras horas de la tarde. Muy distinto, a lo que por lo general, a esas alturas del año deambulan tranquilamente por sus hogares teniendo como único objetivo pasar las fiestas. Si bien la culinaria, y en especial las fiestas navideñas eran tradición en mi familia, en lo particular cargaba con otra tradición no menos poderosa. La de la Pirotecnia. Desde mi primera edad fui alentado en las lides de los fuegos de artificio, teniendo como mentor a mi temprana edad a mi tío Cacho, que no se contentába solo con los primeros escarceos de las doce en punto, saliendo improvisadamente después de medianoche en procura de los explosivos, a un bazar de la zona de Devoto, devenido temporalmente en arsenal. Una vez terminados los preparativos y aún después de tomar un baño y vestirme, me daba una vueltita por lo de Marcelo el quiosquero, para obtener los tan preciados artilugios. Una veintena de poderosos petardos del tamaño de un cartucho de dinamita, junto con algunos fuegos decorativos integraban, mi pequeño pero efectivo poder pirotécnico. Acá debo hacer un aparte, y adjetivar lo que eran los fuegos para mí, y para lo que creo, es una gran parte de la población que participa tanto activa como pasivamente de los festejos. La ocasión se brinda, se hace propicia, para que mediado de estos dispositivos, se altere el orden reinante por unos minutos. Es un acto de catarsis, de fé, dónde se espantan los malos espíritus,y se invoca un buen año. Es como gritarle en las propias barbas del hacedor, que estamos vivos, que celebramos la vida y apostamos con optimismo por un nuevo ciclo en nuestra cotidianeidad llena de sufrimientos y arbitrariedades . O por lo menos yo lo creo así. Porque despúes de las primeras detonaciones, una según me apuntan, cerca de la ventana al comedor familiar, la cuestión fue muy distinta. Un desprevenido Tío Cacho próximo a la ventana, aseguraba haber perdido el tímpano. Mi cuñado Diego, marido de mi hermana, me increpaba efusivamente por lo acaecido, a lo que yo contestaba: Para la moto, quien carajo te pensas que sos vos, para darme órdenes en mi propia casa? A lo que él argumentó cuestiones de orden postraumático, debido al secuestro de unos de sus padres en el proceso militar, en condiciones auditivas similares a las que ocurrieron en los festejos recientes ( Sic ¿….?). Lo que siguió, un sinfín de improperios cruzados, de los que participo mi tío Cacho, y a los que no le hubiese convenido participar, dado el cúmulo de adjetivaciones negativas acumuladas ,respecto de su persona al momento del hecho. Ahora, yo pregunto, que carajos pretendían, que prendiese estrellitas?. Toda una vida forjada a base de entrenamiento pirotécnico, al divino botón?. Este caso no duraba en una corte ni unos minutos…
Es el día de hoy, que injustamente mi tío Cacho afirma haber perdido el malogrado oído en la ocasión…

Esteban Silva

martes, 29 de marzo de 2011

Los inventores del sashimi/sushi


Los inventores del sashimi/sushi

En un congreso al que asistí por casualidad denominado “ Itinerarios Japón-Europa”, viajes ,literatura y gastronomía se suscito el siguiente debate.
Una pequeña, pero acalorada comitiva de Nórdicos, descendientes estos de los famosos “ Vickingos”, aunados en una representación de hotelería temática, increpaban duramente a los nipones sobre la autoría/ legitimidad/ derechos de la comida tan ampliamente difundida del Sushi/sahimi.
El centro de la exposición de los “barbados”, vestidos a usanza para la ocasión, se centraba particularmente en las sagas de ocupación del monasterio de Lindisfarne, en la Inglaterra de la Edad Media.
Estos sucesos que si bien tienen una fecha rastreable, aportados por la abadía del condado Inverness del año 783dc , tendrían un origen aún más remoto dado la consecuente exploración que los escandinavos vendrían haciendo en sus exploraciones septentrionales por el Mar del Norte.
En uno de esos raides, en busca de comida y territorio, una pequeña comitiva de seis drakkars al mando de: Bjarni Herjófsson se extravió de la ruta marítima que une Noruega con las islas Shetland y Orcadas.
Cuenta la leyenda, que en ese contratiempo de navegación fue que el nutrido grupo de bárbaros quedó sin víveres, dado el imprevisto tiempo de dislocación al que estaban acostumbrados.
En esa oportunidad se hicieron de unas redes y arpones que tenían para la ocasión, pescando una colorida variedad de salmones, atunes y bacalao. Dado la precariedad de la situación, aún en circunstancias de traslado por las gélidas aguas del Mar Báltico se vieron en la necesidad extrema de consumir el preciado alimento en su condición natural, vale decir crudo.
Al ver lo insípido del elemento marino,un ayudante del capitán: Leif Eriksson, a la postre Cheff de cocina, sugirió al almirantazgo la sazón de los pescados con “ salsa de soja”, elemento del que sí disponían en cantidades abundantes, a la espera de cocción.
Los inventores del “ Aguamiel” poseían una rica y variada cocina mediterránea, que era la envidia de los pueblos “cultos” de sur de Europa.
Y no solo se detuvo ahí, a pesar de la tosquedad de los rozos de pescado, resultado del arbitrio del hacha de mano de Leif, una esmerada presentación en cuencos de cuero tensado, junto a unas algas marinas recogidas en los peñascos de piedra bruta que sobresalían en el trayecto, hizo de la velada, una frugal cena, a tal punto de quedar registrado en una saga.
Los Nipones, a esta altura exaltados, contestaban airosamente el argumento de los hombres del “ Norte”, de ninguna manera aceptaban que esta historia fruto de la casualidad y la desesperación, le robase su mejor invento de la historia después del acero y las historietas de “ manga”.
Además- proseguían- “que de ninguna manera unos trozos mal acomodados de pescado, sin ton ni son,aunque tuvieren salsa de soja, constituían un sahimi, como Dios manda..”
A esta altura, algunos de los panelistas de otras regiones no involucradas percibían el ardid de los “ Nórdicos”,
más interesados en generar una polémica de “ marketing”, que les sirviese de catapulta de lanzamiento para su logrado parque temático “ vickingo” a punto de promocionar.
Los japoneses, también vestidos a usanza con Kimonos y katanas amarrados a la altura de la cintura, observaban atónitos el parlamento discursivo , del cual no habían sido notificados.
En su grilla de exposición, hablarían de poesía “ haiku “, harían una donación de cien almácigos de sakura para la ciudad de Dresden , y exhibirían como parte del acerbo hístórico de su país, una colección de katanas del período “ Edo”.
En vano uno de los expositores ( Yoshimura ) intentaba intervenir en el monólogo teatral de los barbados que no solo habían acaparado la atención de la concurrida multitud, sino que con su estudiado “ Inglés antiguo” cosechaban sonrisas de la multitud presente.
El japonés quería intervenir haciendo mención a los “ orígenes” verdaderos del preparado, que tenía incluso una data cierta lo debidamente registrada en un museo de Osaka con profusión de dibujos y detalles.
Esta historia ( saga ) basada en la oralidad de unos pueblos bárbaros entregados al influjo de la bebida no tenía ningún asidero. Además pensaba, que si algo caracteriza al sashimi es el uso del “ Wasabi”, producto inexistente en la otrora región del Norte.
Los pesados hombres, ahora de pie, ataviados con pesadas pieles de oso, con cascos de madera con borlas de bronce y dos cuernos de res a ambos lados, sacudían ampulosamente sus brazos en representación de su discurso de “ propiedad intelectual “, y “ derechos de autor” de la atribulada comida.
Dos de los japoneses ( Matsumoto y Ueda ) que observaban atentos, pero crispados la situación, se encontraron en una mirada fulgurante:
- ¡ Iosh!!!!- ( vamos, hagámoslo)
Acto seguido partieron al unísono de la mesa asignada empuñando entre sus manos dos sendas katanas de la exhibición. - ¡ Urushiiiiiii!- ¡Mentirosos! . Era el grito de los nipones que se escuchó en el breve trayecto que los separaba de los Noruegos. Uno de ellos intentó blandir una de las espadas que tenían en el atuendo.
De nada sirvió.
Las afiladas espadas samurái rebanaron hasta la mitad, en cada uno de los embates, a los sorprendidos escandinavos. Sus cuerpos gordos y flácidos eran presa fácil de la furia nipona, que acertaba pesados golpes de hoja filosa sobre la caracterización “ a la moda”.
En un instante un reguero de miembros mutilados quedaron esparcidos en el salón, sangre por doquier corría por el mármol pulido del lugar.
Yoshimura , que observó la acción de sus congéneres, se sumó a ellos en un aletargado paso de reunión.
Los tres asintieron con el saludo “ tradicional “ Nipón de reverencia, unos a otros.
Inmediatamente, Matsumoto san,8vo “ Dan” de la escuela “Shindo Muso Ryu” de Tokyo, limpió la hoja ensangrentada de su katana, a la espera de la orden de sus discípulos.
Uno a uno, Yoshimura y Ueda, se arrodillaron frente al samurái para recibir el corte que pondría fin a sus vidas.
En un certero golpe decapitó al primero. En la misma maniobra, el katana dio un giro sobre el mismo eje profiriendo el segundo golpe mortal.
Se arrodillo como era usual para el ritual, con ambas cabezas de sus amigos a su lado, envaino el katana, y sacó el Tanto de su tzubón para cometer el “ Seppuku”.
Abrió el kimono azul con ibis bordados en oro, y dejó al descubierto parte de su abdomen.
Tomó la espada corta con ambas manos al frente, pero con la hoja mirando a su propio cuerpo.
Internó el frío acero en la profundidad de su vientre. Deslizó el filo horizontalmente dejando al descubierto una masa de intestinos que se abría paso a medida del corte.
Cuando hubo llegado a un extremo, aún con vida, el samurái levantó la hoja sumergida en su interior interesando con el filo al corazón, y poniendo fin al episodio.
Es el día de hoy, que el origen del sushi/sashimi permanece incuestionable.

Esteban Silva

Evolución espiral / fractal


Evolución espiral / fractal

Un átomo, una célula, un organismo pluricelular
Un habitante de los mares, un anfibio
un ave, un reptil, un mamífero
Un homínido, homo ergaster, homo sapiens
El hombre
El politeísmo, el monoteísmo, las ciudades
El reinado, La Nación estado, la era nuclear
Los viajes al espacio
la inmortalidad, el fin de las eras
un átomo, una célula, un…

Esteban Silva

lunes, 28 de marzo de 2011

Paca




Paca


El reparto de panadería tiene sus bemoles… Y aclaro de panadería, porque al tratar con productos de elaboración artesanal no siempre los resultados son los mismos.
No es lo mismo, la entrega de productos de primera necesidad, o las primeras marcas, que trabajar de proveedor de artículos en los que el comprador tiene todas las herramientas de coerción a su favor..
En principio, la relación empieza idílica. Vale decir el nuevo acuerdo por el cual se provee, de una nueva mercadería, por lo general viene acompañado de promesas de prosperidad por parte del comprador.
De la instancias de máxima de su empresa, siempres tendientes a bajar el número inicial de compra.
Y no es que se pueda caer en el reparto “ en el transcurso de la mañana”…El pan como todos los otros artículos de la panadería exigen horarios muy estrictos. En la calidad de “ sucursaleros”, los que expenden pan de terceros, quieren hacer un aprovechamiento total de sus horas de atención. Por tal motivo, es común que la mayoría de ellos pongan como exigencia el escaso segmento de siete a ocho de la mañana para el acopio.
Hay algunos tardíos de la hora nueve, y otros súper tempraneros de la hora seis, pero por lo general se manejan en esos parámetros de admisibilidad.
Para poder asistir a todos estos clientes en esa mínima franja horaria hay que estar muy sincronizado. En el itinerario preciso que compone la “ hoja de ruta” de los clientes. En el manejo del tránsito al que normalmente estaremos sujetos. A las circunstancias excepcionales como “ las barreras del tren bajas”, o un accidente de tránsito con corte parcial o total, los días de lluvias o cualquier otra demora de importancia.
Es que “ hay clientes y clientes”, los hay de aquellos que generan una relación franca y llevadera atendiendo todos los imprevistos de la relación, los hay también quienes no establecen ningún vínculo a excepción del simple intercambio comercial., y por último una pequeña franja de clientes “ jodidos” en los que hay que emplear toda nuestra diplomacia, tacto y buen trato para tenerlos en nuestra cartera.
“ Paca”, sin duda era uno de ellos…
Paca, era una dupla de sucursaleros marido y mujer que atendían una confitería en la zona de Devoto. Próximo la estación de tren, poseían un estrecho local, muy bien ubicado frente a la plazoleta.
En litigio de herencia con un hermano, lindaba su establecimiento con un bar , típico de esa area noble residencial y comercial. El hombre, un ex operario metalúrgico, que había perdido su empleo y “ profesión “ allá por los ochentas, en las primeras crisis, producto de la importación.
De discurso anti-sistema, era un personaje proto-peronista, que despotricaba todo el tiempo contra la política vernácula e internacional. En el fondo, un profundo resentimiento lo animaba, producto de su sometimiento a la empresa de su esposa, por falta de aptitud e iniciativa de reconversión, o vaya a saber que motivo…
Ella, una maníaco-depresiva bipolar, con voz de Graciela Borges y aires de nobleza o alcurnia. Caracúlica al más no poder, alternaba estados de pura indolencia con otros manifiestamente adversos en los que no pronunciaba bocado. En mis continuas visitas a través de los años en que la atendí, ví romper en varias oportunidades lo que es la premisa básica de cualquier comerciante: La pelea directa con un cliente, a vista de todos. Y no es que esto sucediese como un acto esporádico, dado mi escaso margen de tiempo en que atendía sus requerimientos, incontadas veces fueron las que advertí el enfrentamiento directo con ellos , por motivos nimios como una mala mirada, un tono distinto al solicitar algo, o la constante negativa a cuanto pedido se hiciese, y no se constase con el producto en el momento.
Había que ser muy tolerante para superar estas exigencias tan “ particulares”, de la dueña de casa.
Yo como proveedor las sufría, en los constantes desplantes a la hora de atenderme, en los continuos reclamos por tal o cual mercadería y principalmente en el continuo retraso de parte del monto a la hora de pagar.
Todas las exigencias de su parte no se condecían con la poca adscripción de su lado en cumplir con la única demanda del proveedor, que es su retribución en tiempo y forma.
A tal punto que al cabo de un par de años, había una considerada suma “ pendiente”, lo debidamente anotada, que corría paralela a la cuenta diaria, y que a la postre, era el único sostenimiento de la relación; la esperanza remota de cobro.
En el reparto,se torna inevitable, pero es menester evitar este tipo de situaciones tan comunes, que por lo general se toleran con la esperanza de tener un cliente cautivo, pero que a la larga cuando la situación se torne insostenible, son de difícil cobro o prácticamente nulo.
Paca sin duda cumplía con todos estos requisitos, y muchos más que no vale la pena citar.
Años en el reparto de panadería me tornaban inmune a estos parásitos del trato bilateral, recibiendo a cambio un trato justo, pero distante de mi parte, que al final era lo que probadamente daba más resultado…
Un día como cualquier otro en horas de la mañana, cuando efectuaba la primer entrega que es la más importante, un accidente de tránsito aparente, me demoró unos veinte minutos frente a una calle que cruzaba un paso a nivel en la estación de Devoto.
Una vez liberado el tránsito, pude observar al atravesar las vías el motivo de la demora. Un cuerpo se hallaba tendido junto a los rieles cubierto por el saco plástico habitual de la unidad de traslado de policía federal. Un furgón Ford de color azul, se aprestaba a ingresar a el epicentro del suceso, para retirar los restos inertes.
Por lo menos tendría una excusa real, que me liberaría de toda disculpa o reclamo, de la tan temida “ Paca”.
Al llegar entregué mi mercadería como era habitual explicando los motivos de la demora, a lo que ellos estaban advertidos, dado la proximidad de la estación, y de los movimientos usuales en la frecuencia del mismo, debido a la remoción próxima a cien metros del establecimiento.
Esa barrera particularmente no tenía inconvenientes que remarcar, una explanada amplia y libre de obstáculos brindaba una posición privilegiada para transeúntes y vehículos, dado lo recto de su trazado, lo alejado de la reja lateral. De cuatro carriles, dos para los trenes habituales y dos para los “ rápidos “, una visión limpia y clara se ofrecía ante cada persona que se dignase a atravesarlas. Las barreras funcionaban perfectamente a ambos lados, y la campana se oía fuerte y prístina en esa zona residencial libre de contaminación auditiva.
Por tales circunstancias fue que me arriesgue a hacer el coloquial comentario de:
-¡ La verdad, hay que ser boludo para que te atropelle el tren en esta barrera…!-
A lo que Paca, en un tono apagado contestó:
- A mi mamá la agarró el rápido en esta estación…-
Yo, queriendo minimizar el infortunado comentario:
- Pero eso pasó hace muchos años ¿ no?- ( des-conversando)
- No, hace seis meses..- ( Introspectiva )
En ese momento, yo hubiese querido tener una pala, para hacer un agujero y enterrarme dos metros bajo tierra.
No solo hacía un comentario tan inoportuno, sino que lo hacía con su ser más querido, de circunstancias recientes y tan emparentadas con el accidente de su madre…
Rápidamente, mi cintura de “ proveedor” me dio el giro necesario para una situación tan adversa.
( O por lo menos así lo creí yo..)
- Bueno, entonces las pizzas, el pan rallado y las masas secas, se las traigo al mediodía ¿dale?.
- ( sin respuesta, tan solo unos ojos vidriosos y una garganta anudada)-
Y partí raudamente, a mi siguiente destino habitual.


Esteban Silva

Evolución, Carta







Evolución


* Un “Tutor de almas” escribe en una carta : “ el plan de acción” a seguir, a otro “ tutor”, encargado de proseguir con la evolución de la misma, en otra re-encarnación.


Limbo de las almas a la espera de re-encarnación Eternidad / Infinito

De mi mayor consideración: Como verá, le dejo un alma a mitad de camino. Estuve trabajándola en varios aspectos, pero le comento que no pude terminarla a tiempo.
No en tanto, hay algunas facetas que conseguí completar y que le sugiero no tocar.
Tengo entendido que a este alma, la trasladan a un cuerpo en tres semanas, ¿ verdad?.
En ese caso, tiene bastante tiempo para ir trazando un plan aconsejable para la ocasión.
Yo le diría que empezase por diluir un poco el ego, el individuo que me acompañó en el último proceso, lo elevó a límites insospechados.
Ya sabe, está en las planillas, se metió a fotógrafo, escritor, arquitecto, lo común en estos casos.. Creatividad no le falta, le anoté ahí que debe trabajar más la perseverancia.
( Abandonaba todo lo que emprendía ).
La humildad fíjese también, que la dejó a la miseria…¡Era un soberbio de la gran puta!
Por ahí, lo que le sirve es la caridad y la responsabilidad, eso sí se lo dejé ahí anotado.
Amor, hay bastante, pero muy distribuido a lo largo del tiempo…
Fidelidad, va a encontrar algo, si busca en los rincones, ahí, junto al sacrificio.
A decir verdad, ( y no es que quiera inmiscuirme en sus determinaciones ) yo le sugeriría algo más simple para la próxima vida. Algo que recupere el balance perdido…
Un caballo de tiro, un perro de familia, algo así, no sé.
Lo que sí le voy a pedir, es que lo tire en una sociedad más civilizada.
Me lo pidió encarecidamente, antes de partir.

Atte : Tutor de Almas “ Círculo 6”
Mat Nº: 1234567

Sobre la verdadera motivación del vestir





Sobre la verdadera motivación del vestir

Muchas veces me he preguntado acerca del verdadero impulso que siente una persona ante la elección de un guardarropa. Aquellas prendas que por elección propia formarán parte de nuestro día a día , y serán la máscara visible frente el mundo que nos rodea. Que intereses entra en juego en esa elección. Cuáles son las asociaciones cromáticas que valoramos y le otorgamos significantes. En apariencia, muchas de estas cuestiones son de resolución empírica; vale decir se resuelven dentro del ámbito del criterio personal que hay dentro de cada persona, lo que no quiere decir que sin recurrir a tratados de " indumentaria", pueda opinarse respecto de algunas generalidades, que son de aceptación general. En principio, la ropa cumple una función tradicional por encima de cualquier otra cuestión , esto es ,la de satisfacer la necesidad de abrigo y protección de la naturaleza. Después, por convención, tradicionalismo, moda, o como quiera llamársele, viene el debate del esteticismo en la ropa. Hoy en día esas dos cuestiones principales están mezcladas. Y hay particularidades de género ( de general , no de tela ). Así, y sin mediar introducción, podríamos decir, que quien usa una prenda camuflada, abriga en su subconciente, la idea de dar alguna batalla..., la de sostener una postura militarista, la del simple interés o apoyo a algún sostén intelectual emparentado con el orden militar, el rango, la observancia del deber, la verticalidad en los mandatos de grupo etc. Ahora la característica implícita del diseño del " Camouflagge" , es la de a partir de la generación de un patrón geométrico determinado, imitar el contexto de la naturaleza , para así con el uso de esta prenda o superficie, ocultar otros patrones que si resaltan en ese entorno, como por ejemplo la piel. El objetivo es utilitarista, pasar desapercibido ,para poder operar en la sombra, o por lo menos con cierta anticipación. Pero si este mismo criterio se quiere traspasar del uso militar, al civil y corriente, carecería de significado y propósito. Por eso, uno se preguntará, en qué contexto opera una mente, que descontextualiza un concepto utilitario para el uso corriente. Eso si la prenda es comprada en una tienda especializada de rezagos militares. Pero que pasa si esta prenda es propuesta desde el comerciante para el uso civil. Comprende quien adquiere, el background ideológico que hay detrás de un modelo de ropa determinado. Y si la persona implementa en menor proporción una prenda de estas características, lo hace así en menor proporción del sustento ideológico al cual atribuye?. El simple uso de un género camuflado sobre nuestro cuerpo, emula, lo que otros en un contexto, esta vez sí militar, revolucionario o de índole combativo, haciéndole referencia. En este primer caso de observación surgen estas dicotomías respecto del uso de este vestuario determinado, Observemos otros.
Los Emblemas. Los emblemas fueron en la antiguedad aquellos diseños destinados a distinguir un clan determinado de otro, una nación, una religión etc. Tienen validez hoy en día. Son utilizados para distinguir grupos de pertenencia, trabajo ,club, marcas etc; por eso el uso de estos, implica al menos, cierta empatía con ellos. Nadie llevaría en su pecho un signo contrario a sus creencias gustos o afecto. Por eso el uso de ellos es un abajo asignado. O por lo menos debería ser así. Muchas veces pueblos originarios portan prendas con emblemas en ropas que les son dados de caridad, mostrando aquí, la descontextualización de los mismos, y el uso diferenciado que se les hace desde un u otro lado de la sociedad, en este caso utiliritalismo puro. En nuestra sociedad de clase media y media baja, los emblemas principales están determinados por asociación a los modelos de éxito, la cultura occidental angloparlante, las marcas top a escala global, los clubes deportivos famosos, el alfabeto oriental, los rostros de artistas musicales, bandas, el " design" italiano y su idioma etc. Son ellos los que precisamente exacerban el uso de estos símbolos en función de una supuesta virtud asociativa. Cuanto más se crece en la " pirámide", menos se hace uso de emblemas o marcas en la ropa, claro que esto hablando de generalidades. La clase alta expresa su grupo de pertenencia en las marcas de elite que por lo general desarrollan sus logos en proporciones mínimas o de menor exposición. Acá la asociación estaría dada por modelos similares en cuanto a pertenencia, pero de distintas latitudes, o famosos dentro del contexto vernáculo.
El Caso de La ropa Deportiva: La ropa deportiva es lo que su nombre indica, una prenda destinada a cumplir una función determinada, de ahí su diseño, anatomía, materiales empleados, los colores estridentes etc. De un tiempo a esta parte debemos enunciar que gran parte del uso de esta ropa a pasado a ser de uso cotidiano, desvirtuando su idea original y ganando un terreno aún mayor que ese segmento original. En este caso lo que se podría observar es que el emparentamiento estaría dado con los atletas que son el origen de este desarrollo, la idea de salud, vigencia corporal, dinamismo, logros deportivos y reconocimiento, utilitarismo, tiempo libre etc. Volvemos al uso discriminado en diferentes escalas sociales. Como estos objetos se ubican en lo alto de toda escala de deseo o pertenencia, uno lo utilizará por su verdadero propósito, y en la función asignada por su fabricante para la práctica de x deporte; el otro sin embargo, hará uso de una prenda deportiva por su marca, como referente social de logro obtenido, por no acceder a bienes básicos de confort como vivienda y movilidad, desdeñando en muchos casos marcas menores que no poseen anclaje visual con modelos de suceso, publicidad o tradición.
Los tejidos no convencionales, el batik, la ropa artesanal. Son manifestaciones del " yo ", el deseo sublimado de pertenecer por un lado a un grupo minoritario con determinadas características y por otro , el no pertenecer a la gran masa unificadora que consume los elementos de " moda " propuestos por la industria el marketing y todos los canales de consumo masivo. Quienes cultúen dicha tendencia , exhibiran su ropa como manifestación cultural de sus propios gustos, o de quiebre de su rutina con la asociación con otro tipo de vida, contexto geográfico, proyección idílica etc. Otra vez aquí podemos acotar que la implementación en menor número de estas prendas dentro del " todo" de un vestuario, hablarán de la proporción de asimilación con la idea totalizadora de esta manifestación cuasi artística. En el caso de las mujeres , más que el de los hombres, acompañaran esta tendencia con accesorios tendientes a reforzar la " idea" de originalidad cultural, baja profusión de materiales sintéticos, emblemas relacionados con las culturas ancestrales, cierta ambiguedad espirito-misticista, proveniente del New Age americano, reminicensias orientales neo zen- budistas .Por lo general materiales asociados con una baja industrialización, lino, bambula, lana, algodón, también cueros y distintos elementos naturales manufacturados artesanalmente, en combinación con otros, esta vez sí industrializados pero sin " rasgos" de consumo masivo, como emblemas, etiquetas, marcas etc.
La Ropa Clara en su totalidad: El ejemplo más fideligno del uso de ropa clara y su cometido, es el sentido que a ésta se le otorga, la de supuesta neutralidad del color, nos lleva a centrarnos con el interlocutor sin distracciones. De ahì su uso en Uniformes sanitarios, escolares, en prácticas como el yoga, las artes marciales etc. Todas estas disciplinas manifiestan una interelación de al menos dos personas, donde uno, está pendiente en los mínimos detalles del interlocutor o ejecutante, al tener un referente visual que no obstaculice o desvíe la visión del objetivo central, que son los gestos o palabras de una de las partes. En este sentido, como en varios, también estaríamos hablando de utilitarismo puro. Ahora al traspasar estos conceptos al uso diario, vemos el mismo sentido utilitarista de centrar la atención en la partes no cubiertas por esta " neutralidad manifiesta ", y proposital del vestuario, concentrándonos esta vez en las partes restantes: cabeza y extremidades, y lo que estas , a su vez expresen, accesorios, color de piel y cabellos, calzado etc. Estamos aquí, ante un juego de contrastes.
En el sentido contrario la Ropa oscura o de color negro Mayormente, si bien tiene u cometido inicial utilitarista que es el de ocultar los signos del uso cotidiano, su utilización tiene diferentes aplicaciones. En su uso utiltario empleado en uniformes: gastronómicos, bailes de tango, sacerdotes, mecánica, bandas musicales, espectáculo etc, su sentido es el mismo que la ropa clara, la abstracción del género para concentrarnos en el interlocutor, que por lo general se dá en ambientes cerrados, nocturnos o de iluminación artificial. Aquí el color si bien es neutro, tiene una valoración subjetiva de convención: Oscurantismo, autoridad, pertenencia a un ámbito determinado,neutralidad aparente etc. En el uso civil y de forma aislada, el uso integral del color negro, muchas veces se encuentra determinado por las manifestaciones del humor social del individuo, expresando en primer lugar, resistencia en participar de la sociedad establecida. Al repetirse estas conductas individuales, emparentables con tantas otras, aglutinan un ghetto, que a su vez se resignifican, dictándose normas tácitamente entre las partes del grupo. Hay también una porción de uso de este tipo de vestuario, destinado a cubrir las imperfecciones del cuerpo humano idealizado, que a su vez, condicionan el estado emocional del sujeto, tendiendo al aislacionismo. Y como en las otras declaraciones el, uso mezclado o en partes de este color tiene los mismos significantes atenuados. Como en todos los colores, su exteriorización simboliza la máscara que nosotros creamos de nuestra interioridad, obscura y compleja.
Los entramados regulares, estampas repetitivas, cuadriculados, rayados horizontales o verticales. Dependiendo del motivo en cada caso,son complemento por lo general del contraste con una prenda neutra de un solo color sin motivos, en todos los casos verifica la suscripición al menos en la instancia de adquisición, del perfil estructurado, de una instancia de orden primigenia que reclama correlato en la afirmación de vestir dicha prenda.Por eso usada en menor proporción, es la antítesis de la ropa no convencional, pues los delicados entramados solo son posible visiblemente como objeto industrilalizados merced a las diversas técnicas, de imprimación, sublimación o tercelaje. Usando al menos una de ellas, el individuo participa inconcientemente en un orden prestablecido donde encaja su psiquis y se satisface. Linealidad, Horizontalidad, verticalidad, cuadrados, círculos y todas formas de repeticiones expresan sentido de pertenencia y sumisión, a un grupo o sociedad convencionalmente aceptado.
En el caso de los Colores estridentes o no convencionales a la hora de vestir, total o parcialmente, la analogía con los animales de la naturaleza es recurrente. Como ellos, el objetivo es lucir atractivo con un fin determinado. En el reino animal hablaríamos de procreación, advertencia de posibles enemigos etc. En los humanos algo tan banal como conseguir fugazmente la atracción visual de otro congéner hacia su persona, permitiendo con este artificio reparar en la persona de base en ese atuendo. Hablamos de inseguridad. Pero podría darse el caso de autoafirmación también, un payaso por ejemplo, utiliza esta configuración para conseguir la atracción de su público y al vez logra una asociación de los colores brillantes con su supuesta alegría. Como los colores son convención, nadie imaginaría un payaso vestido de negro.
Trabajadores de empleos pausibles de ser objeto de accidentes,utilizan colores flúo, bandas refractarias y todo tipo de advertencias en un caso de utilitarismo puro.
En otro segmento de la vestimenta podríamos invocar también los pseudo disfraces, vale decir aquellos atuendos que sabidos de legitimidad en cierta área, por convención o practicidad, son utilizados sin remedos por la gente, para generar una imagen asociativa con esa actividad con aquel que lo mire. Ropa de campo- Urbana, pantalones caqui simil- trabajador, Conjunto de pantalón blanco con Ambo Azul Marino, asociado a las actividades Naúticas, veraneo, tiempo libre.
También se recrean: El cowboy americano, el piloto de avión de combate de 2ª guerra, el expedicionario safari, el piloto de formula 500 en moto, el capitán de barco , y otras tantas categorías aquí no enunciadas. En fin la recreación idílica de un contexto del cual somos actores, con vestuario asignado a tales circunstancias.
Por el lado del tratamiento de las telas utilizadas, es recurrente en la actualidad y en segmentos etarios por lo general de adolescentes hasta la primer adultez, el uso del denominado “ Stone Wash”, Consiste en un envejecimiento prematuro de la prenda por la acción de un lavado abrasivo con piedra pómex. A esto se le suele añadir rasgados propositales, deshilachamientos, decoloración original que simula el uso prolongado, zurcidos falsos, enmiendas de tajos falsos y todo tipo de ardides. Todas estas actitudes sin duda, tienen por detrás un cometido, ocultar mediante trucos, la desmedida vanidad del ser humano , para mostrarse distinto a lo que es.
El exceso innecesario de vestuario, conlleva a una culpa existencial, mitigada levemente con el uso de estas prendas que disimulan el estado original, modificándolo por otro que lleva las marcas de un tiempo que no fue, asociando al portador con la idea aparente de practicidad, lealtad, humildad, minimalismo etc.
Hasta ahora hemos nombrado categorías de uso puntual de una prenda o uso de vestir, pero que pasa cuando hay yuxtaposición en el uso de ellas, responde el individuo parcialmente a dichas caracterizaciones, o por el contario, la sumatoria de ellas diluye el contenido inicial. Ambas.
Hay casos en que la persona tiene muy determinado la compra de una ropa, y busca en tal sentido, aquí dónde el objetivo inicial es cubrir una necesidad básica, la búsqueda estará orientada a satisfacer el contexto de desempeño de dicha prenda, la combinación con otras ,que forman parte del vestuario personal, el estilo o los estilos en los que comúnmente se mueve el adquirente , la proyección que se hace en el imaginario de las circunstancias y lugares en que se pondrá dicha prenda, el valor comparativo en el cual se adquiere, con otras de la misma medida, el grado de necesidad en la adquisición, la oportunidad económica ( ofertas, saldos ) y otras tantas valoraciones de índole objetiva y subjetiva.

Carnaval de 1975 en Villa Devoto




La década del setenta es considerada como la etapa previa a la decadencia del carnaval porteño, y su expresión
más significativa, que era la murga barrial. Pero para la época, sin la perspectiva actual, poco advertíamos estas
circunstancias, los que participábamos como público, de tales festejos. Nuestra cita obligada en el mes de
febrero, nos encontraba en el corso de la intersección de las avenidas Francisco Beiró y Lope de Vega, en el
barrio capitalino de Devoto, Buenos Aires. El carnaval se extendía por seis noches, repartidas en tres fines de
semana corridos. La avenida principal, Beiró, que albergaba el escenario, y era trayecto de las murgas se
extendía desde la calle Cortina, hasta la calle Cervantes, unos seiscientos metros aproximadamente. En el otro
sentido, el vallado comenzaba en Ramón Lista y se extendía hasta la propia General Paz. Esta última arteria, la
avenida Lope de Vega, hacía de canal auxiliador, disipando las multitudes que se convocaban en los festejos. A
ambos lados de la calle corredores interminables de vendedores ambulantes proveían de los insumos básicos
para la utilización en el evento, a saber : espuma en aerosol, papel picado en bolsas, cintas serpentina, caretas
para chicos, por lo general personajes de la época como “ El Zorro “, “ Titanes en el Ring”, “ Astroboy “, “
Hijitus “, “ Meteoro “ y tantos otros. También los había especializados para un público más adulto : cachiporras
plásticas , machetes ( Como los de la policía ), Garrotes ( Como el ancho de basto en los naipes ), un martillo
articulado ( como el Chipote chillón del Chapulín Colorado ), Matracas de madera chicas y grandes, pitos,
gorros, y un artículo en especial, que era el juguete predilecto de mi abuelo Benito, el lanzaperfume. En los
carnavales porteños, este adminículo de la industria de limpieza, era utilizado como estimulante desinhibitorio,
dado su composición de éter principalmente. De forma similar a un sifón, en tamaño reducido, eyectaba un
chorro de agua helada perfumada con notas de lavanda o limón, que en contacto con el aire desaparecía en
breves instantes. Pero mi abuelo ,lo adquiría con otros propósitos. Su fin específico, era interesar los
prominentes escotes de las noches tórridas de febrero, conjuntamente con una aplicación de la solución por
debajo de las polleras distraídas, a los que mi abuela reprimía repetidamente a mi abuelo al grito de : “!
Benitooo!”. La velada, comenzaba para nosotros a la llegada a la intersección de las avenidas. Dada la
proximidad con nuestra residencia, accedíamos a pie al lugar. La esquina, estaba flanqueada de dos grandes
pizzerías para el momento, “ El Griego “ que aún subsiste en la actualidad y “ Los Andes “, en la acera de el
frente. Sobre la misma avenida, un centenar de mesas se extendían en la vereda a lo largo de toda la cuadra. En
fila de a dos mesas, próximas al cordón, eran un puesto privilegiado, para observar el discurrir del desfile.
Encontrar lugar para un simple humano no era sencillo, con capacidades colmadas a pleno, sendas familias
esperaban su turno arrinconados en las paredes del corredor, a la espera de una vacante. Pero mi abuelo que era
proveedor de panadería de todos esos establecimientos, conocía perfectamente a los dueños, coterráneos de su
natal Galicia. Al arribar al lugar inquiría despóticamente a su colega, por no observar la mesa reservada en su
presencia. A la orden solicita del dueño de la pizzería, dedicados mozos montaban los lugares requeridos, ante
el asombro de la gente que esperaba recostada hacía rato en las paredes del entorno. Especial “ de la casa “,
balones de cerveza, con apoya vasos de Quilmes, Coca Colas para los chicos, era el menú tradicional. Creo que
es en la única oportunidad que mi abuelo traicionaba a su incondicional tinto. En esa posición de privilegio, de
vista a la avenida cual sambódromo, contemplábamos el espectáculo murguense a su paso acompasado de
bombos ,platillos, redoblantes y silbatos. Desde lo alto de la tarima que se montaba como escenario, un
presentador iba relatando los pormenores de cada escuadra; Inicios, integrantes, detalles alegóricos, y un
resumen del contenido de la canción. Había caso, en que uno o varios murgueros, se despachaban directamente,
micrófono en mano, desde el mismo palco. En la mayoría de los casos, canciones de comparsas futbolera, con
letras de contenido picaresco o social. Salidos de los cuadros del gremialismo, eran un escupitajo al orden
social de entonces. Los militares los toleraban, porque a pesar de enfrentar socarronamente al sistema reinante,
eran de alguna forma una válvula de escape, a los problemas de entonces. Ya para el año 78, hubo un decreto
ley que las prohibió infructuosamente. Mal que nos pese, la murga fue siempre la expresión de la contracultura,
con los aciertos y bemoles del caso. De aspecto particular, sus trajes consistían en largas levitas de colores
adornadas, por motivos animistas, alusiones a la buena suerte y al azar, grandes estampas bordadas de
lentejuelas y espejitos. Una galera a tono y zapatillas para hacer liviano el andar. Los grupos que desfilaban,
venían de diversos barrios de la capital:, “ Mala Yunta” de Mataderos, “ Los mocosos de Liniers “,” Los
linyeras de la Boca”, “ Los Cometas de Boedo “ y tantos otros... Un paso sinuoso con el cuerpo cabizbajo,
sacudiendo los brazos de manera frenética, para hacer lucir los jinetes que colgaban de sus hombreras. De a
ratos, un salto espasmódico en el mismo sitio, cruzando las piernas en el aire. En sus manos, un bastón hacía
piruetas mientras que al marchar, un integrante iba solicitando una “ colaboración”, acto en el cual exhibía una
urna mortuoria, destinada a tales fines. Grupos de chicos acompañaban el desfile, atentamente, a las órdenes de
sus líderes. Muy a la moda de los colectiveros de los setenta, portaban accesorios que remataban en dados de
espejos, y portabanderas de la agrupación, con lanzas de flecos dorados a su costado. Yo en particular, no
comulgaba con este barroquismo kitsch a rigor. No tanto por la estética del conjunto, sino por la condición
etílica del grupo, fundamentalmente pasada la madrugada. Lo que sí observaba con atención era el número de
lanzafuegos, que no podía faltar junto a los hombres zanco. A esa altura, ya mis provisiones de espuma se
habían agotado repetidamente, por lo que solo me restaba contemplar el final de fiesta. Vagando por los
alrededores, me acerqué a la plaza cercana, alborotada por la presencia de patrulleros policiales. En la misma se
desarrollaba una descomunal batalla a machetazo limpio entre dos bandas de jóvenes que no contentos con el
rendimiento del adminículo carnavalesco recurrían a rellenarlo de agua y arena en su interior. A la cuenta de
varios casos que derivaban en traumatismos comatosos, inclusive, las autoridades los prohibieron taxativamente
en la temporada siguiente. Eran carnavales violentos desde dónde se lo miren, desde lo verbal en los cánticos de
las murgas, desde el ímpetu desaforado de los seguidores del “ Rey Momo “, hasta en los gobernantes que nos
representaban.

Por suerte, yo tenía solo ocho años, comía pizza, y me divertía con espuma y papel picado….

Viajes a Mar del Plata




Viajes a Mar del plata

Todo el paso de nuestra infancia tuvo como corolario del año, un viaje de vacaciones a Mar del Plata. Invariablemente el destino turístico al alcance de la clase media, tenía un gran atractivo para nuestros padres, como lo es aún para gran parte de los argentinos. Nunca íbamos solos de vacaciones. Era muy común que lo hiciésemos con amigos, previamente acordada la estadía. Mi vejo en todo caso quería asegurarse, que en el lapso que estuviésemos, el tuviese la opción de regresar el fin de semana a capital, si el trabajo así se lo exigiese. Para le década del setenta, las panaderías estaban en su apogeo, y el trabajo de fin de semana doblaba al común por esos días. Los preparativos comenzaban bien entrada la noche. Se sacaban las valijas de arriba del placard, la heladerita de telgopor debajo del armario de la escalera, los juguetes de playa de los niños. Mi mamá llevaba juego de sábanas extras y vajilla. Mi viejo ordenaba una casetera con sus grandes éxitos: diecisiete top hits volumen uno dos tres…, julio iglesias, Nino Bravo, Nat King Cole, ABBA, Roberto Carlos, Pugliese etcétera. Afortunadamente para mis oídos este popurrí variopinto solo lo aplicaba mediado el trayecto. Nuestra salida siempre era en horas de la madrugada, no le costaba nada a mi viejo, acostumbrado a las madrugonas de su trabajo. Se calzaba los Ray Ban prendía un pucho y encarábamos para la feliz. La primer parada obligada era la del desayuno, a pesar que durante corto intervalo, estuviese regado a café de termo por mi vieja de copiloto. Escuchábamos hasta “ donde diese “ Rapidísimo, el programa matutino de radio Rivadavia. Parábamos en Atalaya, solo para ir testeando lo que nos esperaba en la costa. Una multitud exasperada consumía las medialunas tan famosas, junto a los cafés con leche de jarra. Además del tentempié, era frecuente que los turistas se proveyesen de algunas docenas de facturas para el trayecto. Pasado Dolores, había que hacer otra parada obligada en Villa Vicencio para así recibir un botellón de agua mineral y cuatro vasitos plásticos; ahora que recuerdo, creo que es la única ocasión en el año que bebíamos ese brebaje tan extraño… En ocasiones al frente de la ruta dos, estaba el establecimiento Gandara, que también proveía de un litro de yogur por vehículo, previamente hecha la fila de doscientos metros. El marketing en los setenta funcionaba así, querés ponerme un calcomanía o darme un folleto, dame algo a cambio!. Otra parada aleatoria era a la altura del pueblo Las Armas, para recargar los ineficientes motores nafteros, y para descargar el acúmulo de líquidos ingeridos, dada la excitación del viaje. La llegada concreta a la ciudad rondaba las horas del mediodía, ahí nos dirigíamos al sitio previamente reservado, aunque hubo ocasiones que alquilábamos sin reserva previa. La mejor locación que recuerde, un chalet típico marplatense en la región de Villa Parque Luro. Paredes de piedra, grandes persianas de madera blanca, techos de tejas coloniales , un amplio jardín al frente con cocheras para tres vehículos. Para la ocasión, la socia de mi papá en la panadería y su familia compartían las vacaciones. De origen gallego, pañuelo de seda en la cabeza y vestido de algodón a tono, dirigió la estancia del grupo a un modo tradicional. Interminables días de playa , donde abundaban las milanesas preparadas “ In situ “, junto con fideos y otras menudencias salidas de la garrafa de campaña. El Kit lo completaban dos sombrillas una mesa plegable con cuatro bancos, reposeras , dos heladeras, cañas de pescar, mediomundo, mantas etc. A esa altura , la estancia diaria se parecía mucho más a un camping, que a un día de playa. Determinados en trasladar la vida diaria, al ámbito marítimo, solo tenían como quiebre de rutina, la visita al puerto , y el parque Camet. En otras oportunidades estuvimos cerca de la entrada a Mar del Plata, en departamentos próximos a la costa. Encaramados en playa Stanley, las sesiones playísticas se reducían sensiblemente a un par de horas por la tarde. Es que el uso del tiempo libre, en gran medida está medido por los integrantes del grupo y la ascendencia de uno de ellos por sobre el resto. Ya con mi abuelo, la playa era casi nula, y la instancia costera, era una extensa gira culinaria por los consabidos restaurants marplatenses. Con amigos familiares, la cosa era distinta, amén de hacer excursiones por otros lugares, mis viejos se permitían alguna que otra visita al casino, presenciaban una obra de teatro, o iban a asistir algún show musical a la confitería del Hotel Provincial, como :María Martha Serra Lima, o Pedrito Rico. En esas oportunidades yo estaba al cuidado de algún mayor no participante, debido a mi escaso entusiasmo por el espectáculo de varieté. Lo que sí me gustaba eran los paseos por la peatonal San Martín donde abundaban, las compras de adminículos y souvenirs. Transitada principalmente los días de lluvia, nos tenía como asistentes a la filmografía de estrenos , las meriendas de waffles con crema, juntamente al salón de videojuegos Saccoa, y el Museo de Cera. Otra visita obligada era la avenida Tejedor, en la región del puerto, parada de reaprovisonamiento para todas las amas de casa suscriptas al “ arte del tejer “. Los circos estacionales también nos tuvieron bajos sus lonas, el “ Tihanny “, el circo “ Rodas “, y tantos otros, por lo general de origen mexicano. Del puerto, propiamente dicho rescato los “appetizer” de Chichilo, un restaurant de la época: cornalitos , rabas, caracoles, besugo a la plancha y tantas delicias del mar. Es que al descender de familias de españoles estos sitios formaban parte de nuestros ritos culinarios. Otros locales como “ La taberna Baska”, “ Ambos Mundos “, o “ el rey del bife”, también nos tuvieron como asistentes anuales.
La salida de paseo en lancha por el estuario del puerto, fue casi siempre motivo duda. Debido a lo picado del mar después del paso de la escollera, más de una vez mi madre juró no regresar a la excursión en “ su puta vida “, palabras textuales. A pesar de que año tras año, la rutina variaba sensiblemente, nuestras vacaciones eran muy felices. Lo recuerdo tan claro, como aquella vez que en vacaciones de invierno por “ Barranca de los Lobos”, aprendimos a dos distraídos pingüinos como souvenir. Uno de estatura pequeña, tenía un penacho color verde en su cabeza y era muy dócil. El otro, de tamaño mediano a grande, se resistió al arresto compulsivo y tras dar unos coletazos de importancia en el baúl del coche, fue devuelto al mar que lo vio nacer. Una vez de regreso a la capital, el plumífero animal recaló alternadamente, en dos residencias. Una la nuestra, en la abandonada pelopincho de la terraza familiar ,otra en lo de los amigos de mis padres en un chiquero que tenían al fondo de la casa junto a unos patos. A fuerza de ser sincero creo que su estancia por la granja, era más placentera. A pesar de la fluida dieta de sardinas, y otros pescados, sucumbió a los primeros calores de noviembre, pese que en continuas ocasiones lo manguereábamos con agua del lavadero al pobre bicho …

Esteban Silva

Mater et Magistra





Mater et Magistra

Mi educación escolar estuvo signada básicamente por dos instituciones .Pero mis inicios fueron otros. Un jardín de infantes en la región de San Fernando, provincia de Buenos Aires, llamado “ Children´s Cats”, de pretendido inicio bilingüe, si es que se puede pensar que un niño de 3 años incorporará algún conocimiento del inglés sin que medie necesidad, el otro , un preescolar con escuela primaria y secundaria llamado I:M:E:P de Capital. El inicio de mi enseñanza primaria fue confiado a un colegio religioso de la zona, el “ Hermanos corazonistas, San Rafael “ en Villa Devoto. Un primer grado , sin sobresaltos dio paso a un retorno a la institución laica del preescolar, debido a la conveniencia del doble turno para mis padres, en ese momento. En este período fue que senté las bases de amistad, de los que son hoy aún, mis más preciados amigos. Al ser una institución mixta, donde se repartía en partes iguales los sexos, promovía las interrelaciones entre ellos, de una manera natural. Era muy común a partir del 6º grado, que alternásemos las actividades exclusivas de varones como jugar a la pelota, con otras con las chicas, como “ asaltos” programados en distintas casas, donde cada uno contribuía para el sostenimiento de la velada. Los cumpleaños compartidos, un viaje de egresados a Córdoba ,salidas programadas, completaron el resto del carácter descontraído del grupo dejando, un estigma para el resto de nuestras vidas. Esa misma libertad, se proyectaba para los años venideros del secundario donde muchos de los alumnos proseguían sus estudios. Pero enterados de esta “supuesta Laxitud “, mis padres confiaron nuevamente al colegio religioso de varones mis destinos. Una vez en el 1er año, los curas del establecimiento se encargaban mediante encuestas, atrapar en sus redes a todos los herejes que no habían recibido aún la 1º comunión. Determinados, ponían empeño en “ peinar” el alumnado en busca de los que ellos llamaban “ las manzanas podridas”, vale decir aquellos alumnos que procedentes de colegios laicos, no hubiesen sido iniciados en los preceptos religiosos. A tal fin constituían un comité para impartir sin dilaciones el curso acelerado, que nos devolviese a la “gracia divina”. Tomando la última hora de una materia académica más, la propia de religión, dictaban en un apartado de la capilla el instructivo acelerado, con el objetivo de alcanzar las Pascuas debidamente comulgados. La vida en el “ San Rafael” era muy distinta a la anteriormente experimentada. Aquí el alumnado vivía por, y para el fútbol. Acostumbrados ya en el primario a los campeonatos escolares, parroquiales e interescolares con colegios religiosos como el “ Benito Nazar”, “Cardenal Copello” y otros. De este caldo de testosterona, y catequismo, surgían hordas de chicos varones, que no admitían en sus filas, individuos con otras características distintas. De viaje a los campamentos que se organizaban en un predio propio, en General Rodriguez, solíamos entonar: “ Es el Lema de Colegio; DIOS PATRIA HOGAR”, además del consabido “ San Rafael; colegio de varones y no de maricones, como todos los demás”. Estos Himnos del cancionero escolar, eran celebrados por los curas que conducían al alumnado. Una vez en el campo de deportes, las actividades eran libres, amén de un único rezo antes de dormir, agradeciendo el día. En su mayoría españoles, iban de institución en institución a intervalos de 5 años, produciendo a su egreso, cálidas despedidas junto a las familias de sus alumnos, por lo general religiosas, de asistencia perfecta a misa los domingos. La mía no era una de ellas, a duras penas asistían a las requisitorias de padres, donde se informaba “ religiosamente”, la marcha de los estudios. El propio día domingo donde se encerraba el campamento de fin de semana, las familias asistían para recoger a sus hijos y pasar el día de campo. Asistían a la Homilía, y luego se disponían a hacer el asado correspondiente en el sector de parrillas. Como yo me encontraba parea en estas circunstancias los curas me encontraban una familia sustituta para el almuerzo y retorno al hogar. El profesorado del colegio era un mix de padres de la orden “ Corazonistas “en distintas materias, con el agregado de un par de profesores del Liceo Militar “ San Martín” junto a algunos profesores de entidades religiosas comunes. El colegio, un cuadrado a cielo abierto rodeado de aulas en planta baja, donde funcionaba la secundaria, con un primer piso de las mismas características pero primario. Las aulas iniciaban los cursos en tandas menores a los 40 alumnos y a medida que pasaban los años iban perdiendo el lastre de los repitientes. La institución no albergaba alumnos que hubiesen repetido el año, ni incorporaba otros en ciclos intermedios. Por eso era común que los egresados a 5º año, no superasen la veintena de alumnos. En repetidas ocasiones instalaban en nuestras cabezas que: “ Una manzana podrida, pudre al resto del cajón”, parábola obtenida quizás de la lectura pormenorizada del relato bíblico. Promediando el secundario y sin experiencia previa, me interesé en un “ retiro espiritual” que se hacía en el campo de deportes. Dicho evento ocupaba dos días lectivos del ciclo que, se conmutaban para complementar los cuatro de retiro en el fin de semana. Embalado por las buenas experiencias de los campamentos, acepté la propuesta, tomándola algo así como la licenciatura de mis anteriores “ comunión “ y “ Confirmación”. Craso error. A mi llegada al retiro un pormenorizado cronograma signaba las actividades, en la que estaban incluídas dos misas diarias, una lectura de una encíclica y su posterior debate, un aula de catequesis avanzada y dos tiempos libres de dos horas a lo largo del día. El proceso un estudiado lavado de cabezas teniendo por objetivo la caución de individuos para las órdenes religiosas. El primer estudio en cuestión la encíclica “ Mater et Magistra”, un compendio de instructivos de Juan XXIII a su orden, teniendo como premisa básica. “Reafirmar el carácter de "derecho natural" de la propiedad privada y también de su efectiva difusión entre todas las clases sociales”, abortando preventivamente toda idea socialista, y teniendo como correlato en su inicio, la contrapartida intelectual de la guerra fría en los años 60´. Desprevenidos de todo concepto político de la encíclica, no relacionábamos las frecuentes alusiones al “ Gran Oso Rojo “, que se refería el padre. Para estos retiros, venían especialmente instructores de otros países, que no conocíamos, acompañados de nuestros curas profesores. Inicio de los 80, sólo ahora percibo la estrecha sintonía con el proceso militar que se adueñaba de la República. Independiente de eso, mi problema al momento, era la autoinflingida desgracia del retiro espiritual. Como sobrellevar el purgatorio tedioso de cuatro días al que sería sometido. “ Mater et Magistra “ y La Reputísima Madre que te parió!!!, exclame para mis adentros.

Esteban Silva

Entrega en la Facultad de Arquitectura




Entrega en la Facultad de Arquitectura

La carrera de Arquitectura, tiene por característica singular su método de evaluación. A diferencia de las carreras tradicionales de parciales y examen final, su carrera troncal Diseño, posteriormente denominada Arquitectura, tiene como método evaluativo la entrega del material proyectado, en los distintos grados de dificultad según la instancia del curso. Así la entrega final de diseño 1, suele ser una vivienda unifamiliar, en diseño 2, Un conjunto de viviendas con instalaciones de servicio y nociones de implantación, en 3ª Un complejo de viviendas con instalaciones urbanas bien definidas, en relación al barrio y su implantación, en 4ª una intervención urbana con equipamientos, modificando la traza y definiendo con rigor los edificios proyectados y en 5º Se interviene a gran escala sobre la ciudad, en un proyecto de envergadura, resolviendo exhaustivamente los edificios propuestos para el proyecto. No es que esto sea una regla, hay particularidades de cada cátedra en la ejecución de su plan de estudios. Por eso lo aconsejable, es permanecer en una , para obtener todo el material propuesto y no superponer contenidos. En mi época, había básicamente dos tipos de cátedras, las sociales y las enfocadas al mercado. Era así de simple, unas, se dedicaban a intentar palear a través de sus ejercicios, el déficit habitacional que aqueja a la Argentina desde siempre. En sus propuestas se traslucía el espíritu de los llamados a concurso del FONAVI ( Fondo Nacional de la Vivienda ), a todo esto algunas acompañaban con trabajo de campo para el relevamiento de villas y asentamientos precarios. En sus terrenos se proponía el ejercicio con visos de una instancia superadora. Otras, hacían hincapié en el método constructivo, la autogestión, y el reciclaje. En la vereda de enfrente estaban las cátedras del Establishment , sus proyectos estaban en sintonía con el mercado inmobiliario, los proyectos comerciales de grandes empresas, y el flujo de estudiantes para los grandes estudios de Arquitectura. Eso a grandes rasgos. Tambíen había cátedras “ no alineadas “, por convicción, o por falta de ideología.
Los contrastes eran muy grandes, desde el propio titular hasta los ayudantes y alumnos. Su vestimenta, el estilo de corrección ,los turnos etc.. Casi se podría decir que a la mañana estaba copada por el Mainstream , la tarde estaba desideologizada y la noche era de de la JP y la juventud socialista… Esto, lo sé porque en mi deambular, recorrí dos instancias. También era muy común en la época la escisión de varios ayudantes, que de la mano de un jefe de trabajos prácticos, armaban un nuevo grupo de trabajo y se mudaban a alguna cátedra o abrían la propia. Los primeros tres años de estudio,por lo general el alumno lo hace de manera individual en su proyecto ; ya para los últimos dos, es necesario la conformación de grupos para resolver repartidamente la complejidad del programa propuesto y para también incentivar la gimnasia de debate, cuando se trabaja en grupo. Para el cuarto año de la carrera yo cursaba en una cátedra de interés social. Nuestras intervenciones urbanas habían sido en Bajo Flores, próximos a la villa 1-11-14, en Colegiales , donde están los estudios de Canal 9 y el Mercado de Pulgas, y en la Villa 31 de Retiro. Para aquel momento formábamos un grupo inseparable entre cuatro amigos. Separados a instancias de formar parejas, hacíamos las entregas de trabajo, ya sean parciales a mitad de año o finales, en una casa reunidos por todo el tiempo que requiriese.
A tales efectos, mudábamos nuestros tableros y puntas, a una residencia disponible. En una oportunidad fuimos a la casa de mi abuelo, temporalmente vacía en su periplo por España, en otra ,el quincho de mi casa, recién construido, sirvió de base para la encerrona. Porque si algo caracterizaba el método de trabajo en aquel entonces, era pegar el culo al tablero y no levantarse hasta tener encaminada la entrega, que por lo general consistía en una lámina 1:500 del conjunto, una 1:250 con mayores detalles, edificios 1:100, unidades 1:50, detalles constructivos, perspectivas, cortes, vistas en alzada, axonométricas y croquis. No era fácil, reunir tal material de manera analógica, sin la ayuda de la informática actual, demandaba jornadas de dieciocho horas de dibujo. Por eso, nos reuníamos , para hacernos compañía, para hacer más llevadero el calvario académico. Comprados los materiales, nos disponíamos a trabajar denodadamente, para así en cuatro días lograr nuestro objetivo. Vestidos confortablemente de pantalones cortos y ojotas, veíamos crecer nuestras barbas, al paso de las ojeras y un rancio olor a bolas que dominaba el ambiente. Llegado el día culminante, con la noche encima, nos aseábamos descuidadamente como para estar presentable en el claustro académico. En oportunidades anteriores, había hecho ese trayecto de colectivo, no sin algunos inconvenientes.. Debido a la fatiga extrema y el cansancio, había soltado de mis manos infinidad de veces el portarrollos con las láminas, pateándolo por debajo de los asientos, e incluso habíendolo tirado al foso de la puerta trasera. Prevenido de estos percances, hallé conveniente remitirme a la Facultad de vehículo, para así tener el sitio ideal, que dicho portacontenedor merecía al transportarse . Camino habitual, General Paz, Lugones, a la altura de River Plate me para el semáforo. Sol de junio otoñal ,horas de la mañana, vidrios cerrados por el frió, interior tibio y confortable, hicieron de esa pausa un sueño profundo, en el que abundaron conflictos patológicos irresueltos de origen académico, fantasías, sublimaciones y todo tipo de situaciones típicas de la primera fase. Y digo primera, porque un puñetazo en el vidrio del vehículo me transportó literalmente al ámbito capitalino. Una fila de coches de unos seiscientos metros aguardaba a mis espaldas, tocando bocina desenfrenadamente. Al ver al auto pasar de mi lado, en una maniobra de evasión, pude leer perfectamente los labios de la persona: ¡ La concha de tu madre, pelotudo ¡, o algo similar, no sé.
Una vez en el aula, entregué debidamente el material, hice relaciones públicas por unos instantes, y regresé tranquilamente a mi casa a descansar por la tarde. Repuesto del coma académico, en horas de la noche, me dispuse a dar una vuelta con amigos para desestresarme. Fue cuando salí a la calle, al no percibir el vehículo estacionado, que caí en la cuenta. Había regresado de colectivo distraídamente, y el coche se encontraba tranquilamente estacionado en el parking del pabellón III de la Facultad de Arquitectura ,en el afán de procurarme una hora de sueño garantizada a mi regreso, ni percibí la ausencia del rodado, vilipendiado horas antes…

Esteban Silva

Las mascotas


Las mascotas

En mi familia tuvimos infinidad de mascotas a lo largo del tiempo. No todas ellas tuvieron asegurada su permanencia en el seno de la familia. Mascota que se precie, debía ganarse un lugar dentro de los “Silvas”.
Si bien su ingreso, en la mayoría de los casos venía de la mano de alguno de los dos integrantes menores. Su permanencia debía sortear el primer escollo expulsivo de importancia, mi vieja.
Siempre hubo animales que yo recuerde. Hasta cuando fui concebido ( soy el mayor de los hijos), un gato doméstico con dieciocho años de edad posaba en una foto con mi madre embarazada de ocho meses.
Tuve suerte de no contar con el felino en mi temprana edad…dado que nunca comulgué con ellos.
Lo que sí recuerdo desde que tengo uso de razón, fueron los perros como mascotas. A la edad de tres años, quedó registrado la primera impronta visual, un bóxer cachorro al que apodamos Hänz. Este simpático animalito nos acompañó por las primeras residencias a las que mis padres nómades nos asignaban.
Era tal la simbiosis con este cariñoso bicho que una vez, ( perfomance ) pinté todas las partes blancas de su cuerpo con excremento de la pelela, consiguiendo el homogéneo color marrón claro, característico de la raza.
El bóxer, es una raza ideal para compartir su tiempo con menores en una casa. Por eso no fue raro que al término del contrato de esta primera mascota, mis padres se decidiesen por otro de las mismas características.
Lo llamamos Hänz II, o Hänz simplemente.
A esta altura con cinco años, mi curiosidad y capricho exigía la presencia de otras mascotas en el hogar. Así fueron se integrando pollitos y patos, en el fondo del terreno que poseíamos, en nuestra casa de San Fernando.
Ahora que lo advierto, todos estos animales quedaron en la residencia a tiempo de una nueva mudanza de hogar.
Ya instalados en la capital, en una casa facilitada por mis abuelos, la primer mascota que se integró a nosotros fue un perro de raza Collie, al que apodamos de Pulky. Para entonces la televisión había puesto de moda la remake de “Lasie “, un seriado norteamericano sobre las aventuras de un perro de esa raza.
Los primeros meses de cachorro fueron amenos, pero para cuando hubo crecido, sus aullidos desde lo alto de la confinada terraza de la casa, pusieron fin a su permanencia, visiblemente cuestionada por la dueña de casa.
Sus contantes ladridos, y en especial su constante “ muda” de pelo, lo aislaban en el territorio de altura, lo que exasperaba aún más al animal.
Lo bueno de tener un animal de raza, es que a la hora de abandonarlo, siempre encuentra rápido un hogar sustituto. Esa era la lógica de mi familia…
Viendo la necesidad de un nuevo compañero del hombre, el destino vio desembarcar a un nuevo can.
Un pequinés cachorro que apodamos “ Duky”.
Este animal nos acompañó , por toda nuestra infancia junto a mi hermana. Es un animal dócil, pero traicionero.
Detesta a los animales de su raza, llegando a enfrentarlos a pesar de su disminuida talla. Se hace ladero de la persona que le dá de comer, tornándose caprichoso al máximo. Tiene un complejo de inferiodidad latente que le hace enfrentar a cuanto infante se le cruce en el camino. Fetichista, defiende a ultranza sus enceres, y desprecia los objetos como escobas secadores y cualquier objeto animado a pilas.
Tiene personalidad. Se cree un miembro más del hogar diferenciadamente, en su lugar.
Para cuando nuestra edad promediaba los diez años, una amplia variedad de mascotas se sumaron a nuestro entorno: Cobayos, hamsters, pececitos de las más variadas especies, tortuga de tierra, tortugas de agua, cotorritas, sea monkey´s ( como todo el mundo en la época), una pequeña temporada de un pingüino marplatense, y un malogrado Tritón ( especie de lagartija ), que no sobrevivió a un intercambio familiar con nuestros primos.
Todos estos animales, tenían nombres circunstanciales, pero sus propias características de baja sociabilidad, hacían de su existencia, una alegría temporal, que se extinguía tan rápidamente como sus exiguas vidas.
Para cuando el reinado del “ Duky”, llegó a su fin, yo me encontraba en posición de imponer la raza del nuevo compañero de hogar. Cansado de la menguada alegría que proporcionaba un perro de patas cortas, que no podía acompañar el ritmo de una salida a un parque , o tan solo la recorrida de el barrio. Elegí a una doberman como nueva mascota, la apodamos “ Eva”. Como la elección, había sido hecha por mi persona, y a tiempo de cumplir mis dieciséis años. Su cuidado me fue confiado, en el período inicial, donde estos bichos requieren su mayor atención. No contenta con esto, mi mamá ordenó el ingreso de una segunda versión de pequinés faldero que denominaron “ Robertino”.
Prematuras desavenencias entre los canes, provocó la pérdida del ojo del menor de estos, y la expulsión sin gala para la doberman, que no me encontraba en la casa como su protector, al momento de la disputa…
Fue la época también de un gato siamés apodado “Ramses”, que se vió inmortalizado en el álbum de quince de mi hermana menor, junto con otros gatos menores a escalas regulares.
Otra mudanza de hogar, dio por tierra con el siamés, que retornaba a su residencia de origen a tan solo dos cuadras. No hubo caso providenciar su retorno, se tornó callejero merodeando su antigua casa.
A tiempo de llegada al nuevo lugar, otro pekinés de nombre “ Niko”, iniciaría un nuevo legado canil.
Con su invariable característica de carácter , dejó un huella profunda en los visitantes de la familia.
Sobretodo en los rostros de las personas que se confiaban de su gracia homínida, que el estudioso animal tendía como trampa , para tener a su alcance la distancia necesaria para inferir su certera mordida.
Era una especie de Hannibal Lecter, no se importaba , si después fuese castigado por sus acciones. Lo perdía la adrenalina de la sangre humana, el contacto de su corta y peluda trompa chata contra la humanidad de las personas. Como el dictado popular “ yerba mala nunca muere “, tuvo una gran sobrevida en el seno familiar.
Fue un periodo acéfalo en la familia, solo merodeaba el hogar una gata de nombre “ Garufa”, diagnosticada con demencia animal, media autista, inerte, inexpresiva.
Cercano a nuestro hogar, estaba el establecimiento fabril de panificación que era la base de nuestra familia.
Justamente en ese lugar, se incorporarían las nuevas mascotas.
En las panaderías los gatos no se adquieren, estos vienen solos. Parecen advertir del lugar propicio para su actividad gatuna. La presencia ocasional de ratas, que es la base de su ocupación. El amplio terreno para sus actividades nocturnas. El alimento al alcance, dado la variedad de personas que intervienen en los procesos de elaboración, ocasionalmente algún plato de leche..
Están a sus anchas, sin la presencia molesta de los infantes de hogar. Con la libertad de recorrer pausadamente el establecimiento en las horas diurnas buscando el relleno propicio para sus adoradas siestas.
“ Sócrates”, fue un gato que completaba todos estos ítems. Cumplía a la perfección su rol de cazador, quedándose a veces días en la boca de una rejilla a la espera de su presa. Y no por cumplir con su instinto es que descuidaba el trato con humanos, esperaba con cariño a mi padre y lo acompañaba en todas las actividades dentro de la panadería. Su estirpe dejó infinidad de descendencia en el barrio.
Una perra también dejó su impronta en la panadería: “ Alma”, una cruza entre un labrador negro y un Rotwailer. Dando como resultado un labrador de mayores proporciones, pero con carácter remanente de Rotwailer. Su función, era la de imponer respeto en el perímetro de la panadería, para cuando la ocasión lo requiriese. Entendía perfectamente su función. Dentro del terreno a su cargo, cada nuevo integrante le debía ser presentado por el dueño. Una vez presentado, podía pasear libremente sin su cautelosa mirada penetrante de Rotwailer.
Cuando tuvo la edad suficiente para tener cría la hice cruzar con un labrador marrón, a la espera de recuperar la estirpe labradoresca de sus genes.
Por intermedio de un paseador de perros, me puso en contacto con un macho de su edad para ser servida.
Al llegar a la casa del macho, perdió toda su actitud altanera, colocando el rabo entre sus patas.
Apenas presentada, el macho anfitrión la montó rápidamente dando a entender perfectamente que tenía su instinto reproductor “ Intacto”.
La veterinaria me había recomendado dejarla “el fin de semana” en lo de el macho, para asegurarme la preñez.
Al día siguiente, la dueña me “recomendaba”, retirar a mi perra, montada más de treinta veces, al momento de la llamada..
En poco tiempo “ Alma “, paseaba su abultada panza en procura de el lugar ideal para el alumbramiento.
Convenientemente, yo le había acondicionado un sector de poco movimiento, debajo de una escalera.
Una manta gruesa, para su descanso y una madera lateral que tapiaba la vista, a la actividad prevista.
Mudé su plato de comida a ese sector como para que entendiese de inmediato la relación propuesta.
Los días previos al alumbramiento, pareció entender a la perfección los pasos previstos para su cuidado.
Pero próxima a dar a luz, excavó un pozo de grandes proporciones en el terreno del fondo de la panadería.
Un pozo de unos veinte centímetros de profundidad, por un metro de diámetro aproximado.
Al día siguiente paría doce cachorritos hermosos, que al paso del día disminuirían considerablemente.
En un rapto canil, se llevó todos sus cachorros en la madrugada a ese pozo de tierra, no considerando la profusa lluvia que sobrevenía al momento del traslado. En la maniobra algunos de sus cachorritos perecieron.
Una vez trasladada a la fuerza a su destino previsto, mudó su cría a un cuarto cercano donde se apilaban las bolsas de harina para el pan.
En el recinto, en un rincón de el, reposaba una gata con sus gatitos recién nacidos.
En un principio los dos animales se ignoraban por completo.
La torpeza de la perra, en sus ladeos de amamantamiento sofocó a varias de sus crías menos favorecidas.
Cuando hubo de estabilizarse en cinco el número de ellas, la perra en un episodio confuso, raptó la totalidad de la cría felina para sus tetas libres.
Para cuando nos enterábamos del suceso “ Alma” reposaba en una esquina con diez cachorros: cinco de perro y cinco de gato. La gata rondaba a su lado profiriendo aullidos de disconformidad, pero advertida de la furia de la perra que a cada intento de acercamiento le mostraba ostensiblemente sus dientes..
Nuestra intervención , puso término al delirio “ Integracionista “ de la atribulada perra.
Retornando las crías felinas, a la especie indicada.
Y dando por fin, el coleccionismo hobbista ,que nosotros erróneamente denominábamos mascotas...

Esteban Silva

Cinema Paradiso, el ABC de la vida


Cinema Paradiso, el ABC de la vida

Mi pasión por el cine comenzó a temprana edad. Ya a mis ocho años , las salas barriales próximas a mi residencia, me tuvieron entre sus filas. Inicialmente acompañado por una amiga de familia mayor que yo, teníamos por ritual asistir todas las tardes de los sábados, funciones continuadas de dos y tres películas. No existía en aquel momento en los cines barriales, la vo-rágine por el estreno, cosa que sí ocurría en el área céntrica como Flores, o Belgrano. En las salas a la que habitualmente asistía, por lo general, había una película principal, salida de cir-cuito principal a unos meses, y otras dos de complemento, del tipo aventuras. Para entonces, ese recorrido me satisfacía en su totalidad. Alternaba entre el cine “ Parque” en Villa del Par-que, el “ Aconcagua “ de villa Pueyrredón, el “López de Vega” en Villa Real, y el cine “ York “ de Devoto, hoy día todos extintos, cediendo su concurrencia a las recientes salas de los shoppings . Pero a medida que iba creciendo, este cerco al que hago referencia me resultó asfixiante , incursionando tempranamente en el polo de los cines de Flores. El “Rivera Indarte” de índole comercial, exhibía todos los éxitos del momento, la saga de” Star Wars” la de “Cupido motori-zado”, “ Tiburón “, y tantos títulos memorables. El cine “ San Martín “, próximo a la iglesia, pasó continuados de artes marciales por décadas, pero el contenido específicamente temático me aburría sobremanera, amén de que a la dudosa calidad de lo exhibido, se sumaba la preca-riedad de las butacas habilitadas con optimismo, en un sesenta por ciento de la sala. Ya con este perímetro mayor a mi disposición, y abandonado el lastre inicial de la compañía femenina, mi rutina habitual incluía uno o dos amigos del colegio primario, en la carrera cinéfila. Alerta-do de los primeros cambios hormonales, recurríamos a temáticas un poco más serias o de adolescentes, así vimos pasar “ Fiebre de sábado por la noche “, “ Grease” o “ La laguna azul”, a la vez que veíamos todos los géneros complementarios de cine de acción, terror, comedias o aventuras. Esos primeros acercamiento al cine, con algún contenido erótico soslayado, senta-ron la base a lo que vendría después.. En la búsqueda por títulos de mayor carga sexual, nos deparábamos con la negativa sistemática en el ingreso a los cines, debido a la calificación otorgada por el ente regulador en tiempo de dictadura. Con diez u once años intentábamos parecer lo más mayor posible , obteniendo hasta el momento poquísimos resultados. Es por esa circunstancias que naturalmente se amplio nuestro coto de caza, en la búsqueda de aque-llos lugares que nos permitiesen tal cometido. El primero en sucumbir, fue el cine de la cercana localidad de “ San Antonio de Padua” en el oeste bonaerense, los que se le sumaron seguida-mente los de “ Haedo “ y “ Ciudadela”. Prohibidas para dieciocho en el momento, hoy son ex-hibidas libremente en la televisión abierta. Ahí pasó todo el cine nacional picaresco, de Porcel y Olmedo, “ Expertos en Pinchazos “, “ Los doctores las prefieren desnudas” , “ A los cirujanos se les va la mano” y tantas otras películas que rindieron sus frutos, en manos de los inocentes jóvenes de entonces .Estos valorados datos, obtenidos “ in situ”, eran moneda de oro para la abigarrada concurrencia, configurándose en la categoría de “ secreto a voces “ para sus porta-dores . Pero como todo proceso que precie, este continuo in crescendo de contenido sexual, nos quedaba chico con la edulcorada propuesta nacional. Ahí apareció el cine “ El progreso “ de Villa Lugano, que gentilmente nos abría sus puertas de par en par, no sin antes advertir: “ Pasen ,pero no hagan quilombo “. Al momento los títulos que acaparaban nuestra atención, ya eran decididamente de índole sexual, o sabíamos certeramente que en partes de sus cuadros, estarían las escenas requeridas a nuestro interés. El “ Decameron “, “ Noches prohibidas de Río “, “ El Diablo en el cuerpo”, pasaron ante nuestros ojos ,ávidos de incorporarlos en nues-tras cortas experiencias de vida. Una temprana visita a la “ Isla Maciel”, con el debut consagra-torio de varios de los asiduos al raid del séptimo arte, promovió una escalada sin precedentes. Probado el sabor en las mieles de lo concreto, el paso lógico en la evolución visual, nos deposi-tó sin escalas en el cine porno. Ya con doce años en nuestro haber, el circuito posible para estos festivales de cine condicionado, se circunscribían a la atomizada cuenta de tres: el cine “ Gran Urquiza”, en Urquiza, el “ Lopez de Vega “ en su etapa final de existencia, y el ABC de Lavalle y Esmeralda en el centro porteño. Este último, un sucucho de cuarta, que veía desfilar por sus paredes, infinidad de hordas juveniles que a su paso, dejaban impregnado el recinto de pestilentes olores y execrencias. Icono del “circuito de la testosterona” pasaron por sus panta-lla clásicos del Triple X como : “ Deep Throat”, “ Inside Jennifer Wells”, “ Seda satén y sexo “, o la voluminosas entregas de la actriz dramática Ilona Staller, vulgarmente conocida como la “ Cicciolina “. Hete aquí, que el fustigado templo sodomita , en su momento de esplendor tenía como bonus extra, un as en la manga. A la sesión de dos películas porno le seguía un show en vivo de una pareja de performers. El número, una patética coreografía mal ensayada y de pé-simo gusto, que solo levantaba al final con el desnudo total de una de las participantes, que munida de un bastón a lo Chaplin, pero engrosado en su espesor, hacía las delicias de la pla-tea. La banda sonora de “ Carrozas de Fuego “, completaba el show, junto con una voluminosa cicatriz vertical, residuo de alguna cesárea pasada de la actriz. Lo recuerdo, porque al momen-to, se me ocurrió incompatible con la estética del espectáculo stripper asistido.

Esteban Silva

San Rafael adhiere a Cetera


San Rafael adhiere a Cetera

Corría el año 87 y yo tenía 17 años. Para entonces, mis estudios habían sido confiados a una institución religiosa de la zona de Devoto capital. El instituto San Rafael era una escuela primaria y secundaria para varones exclusivamente por aquel entonces. Un edificio tradicional de la década del cincuenta en dos plantas, el frente recubierto a media altura por granito travertino, típico de instituciones bancarias ,hospitales y ministerios.
La orden: Los hermanos corazonistas, era un grupo homogéneo de curas de origen español, que rotaban en las instituciones de la orden, a intervalos de cinco años aproximadamente. De sotana negra, deambulaban implacablemente las instalaciones en busca de observancias al alumnado. Había una docena de ellos, en su mayoría docentes de diversas materias como : matemáticas, geografía, historia, formación moral y cívica, y el caballito de batalla, catequesis. El resto de los profesores eran docentes laicos de estudios profanos como: biología, química, inglés o Castellano. Un grupo menor, pero no menos influyente, tenía a cargo los estudios de Contabilidad, estenografía, derecho y dactilografía. Era el grupo para-militar, docentes que simultáneamente daban clases en el Liceo General San Martín, y en el Colegio Militar de Campo de Mayo. Hombres de traje, pelo corto rapado, Falcon, prendedor del arma en la solapa y la libertad de fumar tranquilamente en el aula frente a los alumnos.
A pesar de todo, y a fuerza de ser sincero, no era un clima tenso el del colegio sino estricto. Una actitud paternalista primaba en el espíritu de los curas, que tenían al alumnado por ovejas de rebaño, y a su vocación de pastor en enderezar a las descarriadas. Estas alusiones eran muy comunes, no solo en las horas tediosas de religión, sino en las charlas comunes con los preceptores y hermanos. Una vez detectadas las “ manzanas podridas “, el resto era tan solo un trámite administrativo que las amonestaciones se encargaban de ejecutar. Así vimos pasar varios de nuestros compañeros, a los que la tolerancia parroquial tempranamente les bajo el pulgar. Para el resto de los mortales como yo , el trato era otro.. El correctivo podría tipificarse de la siguiente manera: 1 .“ tirón de orejas pronunciado”, cuando el alumno cometía una falta leve, pero rápidamente se arrepentía del hecho y manifestaba sumisión. Por lo general, acompañado de una reprimenda, no pasaba de eso , y no se le comunicaba al progenitor. 2. “ Coscorrón en la cabeza “, era un acto más violento, generado por la inconducta de una falta moderada, a la que en un principio el alumno negaba toda responsabilidad. Convencido luego, que solo saldría del trance confesión mediante, se explayaba a tientas para depositar las palabras justas al oído del cura. Una mano solicita de impacto, esperaba expectante en el aire. Al más leve vacilar del relato, resortes no hermanados con la compasión, ejecutaban un segundo golpe más devastador aún que ponía fin a todo elucubración dilatoria. 3. “ Cachetazo en la cara “, el más violento de todos. Cuando en concurso de una falta grave, el infractor negaba participación, o encubría a algún compañero. Si hay algo que le daba por las pelotas a los curas, era la negativa a confesarse durante un interrogatorio. Tal caso le ocurrió a Flavio Montero, cuando en un acto de altruismo, se autoinculpó para salvar del umbral de las veinticinco amonestaciones a Fernando Coggiola. Llamado a dirección para resolver entredicho, fue recibido a cachetazo limpio por el cura rector. Apodado “ el chivo”, por el olor homónimo que exudaba por sus axilas, siendo el más severo de la institución, los casos de importancia los resolvía proverbialmente el arbitrio de su mano derecha. Habida cuenta del prontuario de cada alumno, los curas sabían con antelación de la implicancia o no en un suceso de relevancia. Por eso, esa palma abierta en el rostro del infortunado, era más una vuelta a la realidad que cualquier relevamiento de pruebas. En ese instante de justicia divina, el reo se quebraba indefectiblemente. No recuerdo que alguna vez, un alumno no dejase escapar un lagrimón de sus pupilas. Generalmente el acto se acompañaba de mocos y llantos. Hubo alguna vez que padres de los internos, reclamaron vehementemente, al ver la furia de la justicia en los rostros marcados de sus hijos. Convenientemente la devolución que obtenían, versaba en la aplicación del “ método “ tan particular de disciplina.
A mí en particular me tocó recibir una de estas sanciones en ocasión de haberme profugado del colegio, en las dos últimas horas lectivas. Tiempo de final del abierto de tenis inglés de Brighton, Gabriela Sabattini-Pam Shriver,. Tuve, tanta suerte que mi nombre fue llamado en el aula por el cura, cuando no me encontraba ausente en el parte diario..
Al otro día al ingresar, un extraño portero me recibió con la indicativa de pasar por dirección. Como las cuotas estaban al día, instantáneamente temí lo peor. Una vez en la rectoría, el “ chivo “ se catapulto del escritorio donde estaba escribiendo unos papeles, y me aplicó el soplamoco. Acto seguido me inquirió: ¿ Que Habeishhh hecho?. Sin poder articular una defensa, rápidamente me excuso diciendo ¡vé, y no lo hagaish maishh!. Y ahí termino el cónclave, sin más, sin avisos disciplinarios a mis padres, sin advertencias a futuro. Eso es lo que tenían de bueno, estos arbitrios de la edad media, la fácil resolución de ellos. Era como que se creaba un lazo entre la absolución del cura y el acto redentorio del castigo, que no invocaba la presencia de los padres. Por lo menos así lo veíamos por aquel entonces.
Como aquella mañana fría de agosto del ochenta y siete. Al arribar al colegio, nos sorprendió un grafitti en las paredes del frente que decía: “ CeTERA Paro, San Rafael Para”. Nosotros que éramos cero de política, que ni siquiera teníamos un centro de estudiantes, que ninguno de nuestros compañeros militaba en un partido, a pesar de la época favorable en los primeros años de democracia; nos vimos conminados a ejercer alguna adhesión a esa consigna vaga, por ser los más grandotes estando en quinto año. Una vez tocado el timbre de ingreso, se decidió apresuradamente des-oír el llamado al aula y permanecer en el exterior del claustro.
Un enfurecido rector salió cual toro del corral , inquiriendo apresuradamente a los tres alumnos más próximos a la puerta de entrada: ¡ ¿ Que Haceishhh Aquí …? ¡ . Simultáneamente la temible mano derecha impactaba en la cara de los tres alumnos como sketch de los tres chiflados. Aún no recuperados de aluvión de dedos, con las manos en los bolsillos del blazer, emprendieron un raudo retorno al aula, seguido de la horda de ovejas devenidas en carnero.
Fue la única participación política que tuvimos en el secundario que recuerde…
Esteban Silva