lunes, 28 de marzo de 2011

Mater et Magistra





Mater et Magistra

Mi educación escolar estuvo signada básicamente por dos instituciones .Pero mis inicios fueron otros. Un jardín de infantes en la región de San Fernando, provincia de Buenos Aires, llamado “ Children´s Cats”, de pretendido inicio bilingüe, si es que se puede pensar que un niño de 3 años incorporará algún conocimiento del inglés sin que medie necesidad, el otro , un preescolar con escuela primaria y secundaria llamado I:M:E:P de Capital. El inicio de mi enseñanza primaria fue confiado a un colegio religioso de la zona, el “ Hermanos corazonistas, San Rafael “ en Villa Devoto. Un primer grado , sin sobresaltos dio paso a un retorno a la institución laica del preescolar, debido a la conveniencia del doble turno para mis padres, en ese momento. En este período fue que senté las bases de amistad, de los que son hoy aún, mis más preciados amigos. Al ser una institución mixta, donde se repartía en partes iguales los sexos, promovía las interrelaciones entre ellos, de una manera natural. Era muy común a partir del 6º grado, que alternásemos las actividades exclusivas de varones como jugar a la pelota, con otras con las chicas, como “ asaltos” programados en distintas casas, donde cada uno contribuía para el sostenimiento de la velada. Los cumpleaños compartidos, un viaje de egresados a Córdoba ,salidas programadas, completaron el resto del carácter descontraído del grupo dejando, un estigma para el resto de nuestras vidas. Esa misma libertad, se proyectaba para los años venideros del secundario donde muchos de los alumnos proseguían sus estudios. Pero enterados de esta “supuesta Laxitud “, mis padres confiaron nuevamente al colegio religioso de varones mis destinos. Una vez en el 1er año, los curas del establecimiento se encargaban mediante encuestas, atrapar en sus redes a todos los herejes que no habían recibido aún la 1º comunión. Determinados, ponían empeño en “ peinar” el alumnado en busca de los que ellos llamaban “ las manzanas podridas”, vale decir aquellos alumnos que procedentes de colegios laicos, no hubiesen sido iniciados en los preceptos religiosos. A tal fin constituían un comité para impartir sin dilaciones el curso acelerado, que nos devolviese a la “gracia divina”. Tomando la última hora de una materia académica más, la propia de religión, dictaban en un apartado de la capilla el instructivo acelerado, con el objetivo de alcanzar las Pascuas debidamente comulgados. La vida en el “ San Rafael” era muy distinta a la anteriormente experimentada. Aquí el alumnado vivía por, y para el fútbol. Acostumbrados ya en el primario a los campeonatos escolares, parroquiales e interescolares con colegios religiosos como el “ Benito Nazar”, “Cardenal Copello” y otros. De este caldo de testosterona, y catequismo, surgían hordas de chicos varones, que no admitían en sus filas, individuos con otras características distintas. De viaje a los campamentos que se organizaban en un predio propio, en General Rodriguez, solíamos entonar: “ Es el Lema de Colegio; DIOS PATRIA HOGAR”, además del consabido “ San Rafael; colegio de varones y no de maricones, como todos los demás”. Estos Himnos del cancionero escolar, eran celebrados por los curas que conducían al alumnado. Una vez en el campo de deportes, las actividades eran libres, amén de un único rezo antes de dormir, agradeciendo el día. En su mayoría españoles, iban de institución en institución a intervalos de 5 años, produciendo a su egreso, cálidas despedidas junto a las familias de sus alumnos, por lo general religiosas, de asistencia perfecta a misa los domingos. La mía no era una de ellas, a duras penas asistían a las requisitorias de padres, donde se informaba “ religiosamente”, la marcha de los estudios. El propio día domingo donde se encerraba el campamento de fin de semana, las familias asistían para recoger a sus hijos y pasar el día de campo. Asistían a la Homilía, y luego se disponían a hacer el asado correspondiente en el sector de parrillas. Como yo me encontraba parea en estas circunstancias los curas me encontraban una familia sustituta para el almuerzo y retorno al hogar. El profesorado del colegio era un mix de padres de la orden “ Corazonistas “en distintas materias, con el agregado de un par de profesores del Liceo Militar “ San Martín” junto a algunos profesores de entidades religiosas comunes. El colegio, un cuadrado a cielo abierto rodeado de aulas en planta baja, donde funcionaba la secundaria, con un primer piso de las mismas características pero primario. Las aulas iniciaban los cursos en tandas menores a los 40 alumnos y a medida que pasaban los años iban perdiendo el lastre de los repitientes. La institución no albergaba alumnos que hubiesen repetido el año, ni incorporaba otros en ciclos intermedios. Por eso era común que los egresados a 5º año, no superasen la veintena de alumnos. En repetidas ocasiones instalaban en nuestras cabezas que: “ Una manzana podrida, pudre al resto del cajón”, parábola obtenida quizás de la lectura pormenorizada del relato bíblico. Promediando el secundario y sin experiencia previa, me interesé en un “ retiro espiritual” que se hacía en el campo de deportes. Dicho evento ocupaba dos días lectivos del ciclo que, se conmutaban para complementar los cuatro de retiro en el fin de semana. Embalado por las buenas experiencias de los campamentos, acepté la propuesta, tomándola algo así como la licenciatura de mis anteriores “ comunión “ y “ Confirmación”. Craso error. A mi llegada al retiro un pormenorizado cronograma signaba las actividades, en la que estaban incluídas dos misas diarias, una lectura de una encíclica y su posterior debate, un aula de catequesis avanzada y dos tiempos libres de dos horas a lo largo del día. El proceso un estudiado lavado de cabezas teniendo por objetivo la caución de individuos para las órdenes religiosas. El primer estudio en cuestión la encíclica “ Mater et Magistra”, un compendio de instructivos de Juan XXIII a su orden, teniendo como premisa básica. “Reafirmar el carácter de "derecho natural" de la propiedad privada y también de su efectiva difusión entre todas las clases sociales”, abortando preventivamente toda idea socialista, y teniendo como correlato en su inicio, la contrapartida intelectual de la guerra fría en los años 60´. Desprevenidos de todo concepto político de la encíclica, no relacionábamos las frecuentes alusiones al “ Gran Oso Rojo “, que se refería el padre. Para estos retiros, venían especialmente instructores de otros países, que no conocíamos, acompañados de nuestros curas profesores. Inicio de los 80, sólo ahora percibo la estrecha sintonía con el proceso militar que se adueñaba de la República. Independiente de eso, mi problema al momento, era la autoinflingida desgracia del retiro espiritual. Como sobrellevar el purgatorio tedioso de cuatro días al que sería sometido. “ Mater et Magistra “ y La Reputísima Madre que te parió!!!, exclame para mis adentros.

Esteban Silva

1 comentario:

  1. ...compartido sentimiento el de "La Reputísima Madre que te parió"

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