viernes, 15 de abril de 2011

Tengo un trauma desde chico.




Tengo un trauma desde chico. A mis cinco años aproximadamente me electrocute con un tomacorriente externo, que se había desprendido de su soporte original.
Desde entonces mi relación con la corriente eléctrica ha sido traumática. En todas sus variantes.
Interruptores de luz donde la tecla esboza algún síntoma de desgaste me tensionan.
Los cambios de lámparas debo hacerlos previamente cortado la electricidad.
En un cambio de toma o al enchufar algo, me cercioro que esté apagado. El simple siseo de la corriente al entrar en acción me coarta.
Ni hablar de volver a levantar una térmica, cuando por algún motivo se desarma.
El corazón palpita agitado, un nudo en la garganta y un sudor espasmódico, complica aún más las cosas.
Volverla a accionar para mí es como tener la certeza de inmolarse. Que en el preciso momento de levantar la tecla, un chaleco explosivo suicida estallará irremediablemente volando a todo el mundo por los aires.
Ocasionalmente tuve que dar electricidad de un auto a otro con los cables. El chisporroteo de los bornes al entrar en contacto con el broche prensil del cable me aterraba.
Tuve que aprender a convivir con estos miedos. En mi condición de hombre heterosexual en pareja, me veo obligado a asumir ciertos riesgos emparentados con mi género.
No por ello quita que los haya superado.
En el fondo, sigo siendo el mismo cagón de siempre.

Esteban Silva

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