lunes, 16 de abril de 2012

El Ser Argentino




Leyendo “ La esperanza de los argentinos” de J .L Borges se me ocurrió divagar en algunas consideraciones que nos atañen en la actualidad. En los finales de los 90´, otro ensayo de las mismas características abordo la compleja tarea de indagar al respecto del ser nacional. “ El País de Las Maravillas”, de Mempo Giardinelli. En él , diversas cuestiones referidas a la ciudadanía son tratadas con carácter antropológico.
Tal vez, el primer ensayo profundo que indagó en los habitantes de estas tierras sea: “ Facundo” de D .M. Sarmiento, pero para ser más precisos, ese título es una respuesta de orden político a un personaje de la historia Argentina que bien hubiese podido representar a una extensa franja de la población para finales del siglo XIX.
Ahora, cómo en todas las épocas, no es lícito preguntar: ¿ Existe el ser nacional?. Un ente argentino con características propias y particulares, distinguibles del resto del mundo. O tan sólo, algunos rasgos distintivos, asoman en las manifestaciones culturales de nuestro tiempo, haciéndolas claramente identificables.
El ser nacional, argentino si se quiere, es punto de maduración de una sociedad, que a través del tiempo ha logrado imponer un legado característico. Una impronta que se transmitirá para bien o para mal a las generaciones venideras. Una base de moral imponible, que el conjunto de los habitantes adquiere cómo marca indeleble.
Sin pensarlo, todos la adquirimos. En los pequeños ensayos de los actos públicos. En el maniqueísmo de nuestros representantes. Y no hablo sólo de los políticos, hablo de las figuras públicas. Sobre todo de aquellas que tienen alcance a los medios masivos de radiodifusión. ¿ Quién es el ser argentino promedio en la actualidad?
¿Maradona? : Un ser de ocurrencias inimaginables poco adscripto a las reglas, contradictorio por antonomasia, capaz de emplear cualquier recurso disponible para la prosecución de su empresa.
¿ Tinelli?: El argentino medio , canchero que explota las bajezas de la sociedad y hace de ella un culto cómo medio de vida.
¿ Susana?: El sueño de la oligarquía local, que vive de rentas con sus ojos puestos en el exterior.
¿Habrá un horizonte de superación, fácilmente distinguible de la greda que nos compone?
O estamos condenados, cómo sociedad a adquirir los vicios de la falta de ética, anteriormente citada. Creo, que no hay respuestas sencillas a cuestionamientos tan complejos.
También hay modelos loables, dignos de imitarse en nuestra sociedad. Pero son los menos. Uno de los problemas que enfrenta el ser nacional es su manifestación, es la portación de una voz calificada que los represente.
Somos una nación de escasos doscientos años. En ella operaron distintas circunstancias de gestación. En principio, contamos con una población aborigen de distintas etnias distribuidas a lo largo del todo el territorio. Es ese, el génesis de la matriz poblacional de nuestra nación. Cómo es sabido, fuimos colonizados por españoles. A través del tiempo distintas oleadas de inmigrantes ingresaron al territorio sumándose al flujo natural, remanente de las distintas campañas que diezmaron alas habitantes naturales.
Pero en la proporción, siempre impero la matriz europea. Tanto del lado de España cómo posteriormente de Italia, nuestro suelo vio germinar a un habitante con características singulares: “ El ciudadano apátrido”. Una persona que no reconoce en la su sangre, el contacto con la tierra que lo vio nacer. Su identidad, ha quedado trunca. Dividida en la tradición de sus ancestros. Rendido ante la evidencia de los pueblos originarios, que se observan a simple vista, cuando se aleja del epicentro.
Esta exégesis de interpretación, no lo debidamente consultada aclaro, se me ocurre pertinente al haber asimilado algunos estudios similares.
En “O povo brasilero” ,Darcy Ribeiro, explica la matriz que dio origen al ser brasileño.
Ahí podrá observarse a las claras, cómo tres componentes arriban a la hora de formar al habitante autóctono. La sangre europea, provista por los portugueses ( que arribaban al continente sin sus mujeres ), el indio del Amazonas y la raza negra esclava, proveniente del Africa. Es esta mezcla, tripartita, que en la temprana edad de Brasil arrojó a un ser característico distintivo. Un ser que se observaba en todas y en ninguna de las partes.
Un ser, que renunciaría al deseo subyacente de retorno a la madre patria.
Que justamente por no poseerla, tornaría cómo propia a ésta. El suelo natal.
La Argentina de hoy, no ha conseguido la miscegenación necesaria que diese como resultado a un argentino prototípico.
Todavía nos debatimos regionalmente cómo seres latinoamericanos con amplias referencias europeizantes.
Sin duda, todo se debe al modelo de país claramente centralizado en la capital.
A la postre, todas las características intrínsecas de ella, se proyectarán hacia el resto del país , quitándole oportunidad de manifestarse en la medida adecuada.
Pero entonces, ¿es sólo una cuestión de tiempo?, lo que nos lleve a la identificación del ser nacional por antonomasia. O hay otros factores que se integren al proceso, pudiendo advertirlos en la debida forma.
De algo estoy seguro: de los intentos frustrados por manipularlo. Tanto en la vertiente genetista ( Inmigración por caso ) o de las voces autorizadas que a lo largo de la historia, no han podido subrayarlo..
El ser nacional se construye.
Día a día. En los actos públicos de sus representantes. En el comportamiento como nación, en el conjunto de naciones. En los referentes ilustres que sirven de ejemplo a la Nación, o del lastre habitual al que estamos acostumbrados.

Esteban Silva

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