martes, 30 de agosto de 2011

CO2



¡Vamos a quemar las naves!. O mejor dicho vamos a mandarlas a desguace. A la India.
A desmontar esas estructuras oxidadas para sacarles provecho. Con los materiales combustibles haremos una pira enorme. Que se note. Las columnas de humo tiñendo el cielo azul de azabache. Los residuos tóxicos fluyendo por el suelo fértil. No nos detendremos ante voces alarmistas. Tenemos toda una eternidad para reparar.
Acabemos con los recursos naturales. Este es nuestro tiempo. Sólo cuando la última gota de petróleo se encienda en un carburador nos veremos satisfechos. Sacrificaremos todos los recursos en pos de mover la rueda. Plantemos dónde haya bosques. Y dónde no haya nada, construiremos ciudades. Desordenadamente, pero con ímpetu. No nos preocupemos por la contaminación. Ya habrá soluciones al alcance en su momento.
Dejemos el planeta yermo, estéril. Y desde un lugar cómodo en una órbita geoespacial, recitemos una oda a la nueva luna.

Esteban Silva

lunes, 29 de agosto de 2011

Plaga




La década del noventa fue la panacea de la agricultura transgénica. A la sombra de las semillas tratadas con potentes agroquímicos, florecieron los países exportadores.
Sus rindes, se vieron multiplicados con el uso de este conjunto. La semilla-herbicida, diseñada para soportar la mayor cantidad de insectos, amplió su mercado potencial hasta ocupar todos los nichos. Dos empresas de origen Norteamericano estuvieron a la vanguardia de estos procesos, Monsanto y Syngenta.
Ambas introdujeron sus poderosas semillas libres de todo ataque parasitario. El complemento, un pesticida ( glifosato ) que acaba con todo rastro de vida animal en la planta. En sus comienzos, y aún hasta los 60´ la agricultura, punta de lanza del oeste norteamericano se vio muy afectada por estas resistentes plagas que afectaban los volúmenes finales de cosecha. Los pesticidas tradicionales eran muy peligrosos para el consumo humano, amén de saturar el contenido componencial de suelo tratado.
Tradicionalmente los insectos que afectaban a las cosechas se contaban en dos grandes grupos: Las plagas mayores, dónde participaban el gusano manteca, las crisomélidas, la mosca de la semilla y el barrenador de tallos. Por otro lado, los comedores de follaje y perforadores hacían de las suyas: La lagarta militar, el helótero bellotero, el barrenador sureño de tallos, el gorgojo del maíz, la polilla del grano y el ácaro del sorgo.
Todas estas rémoras del cultivo vieron sus días contados en los albores del nuevo milenio. Con una década de continuo tratamiento lograron cuasi erradicar estos temibles agentes de la cizaña.
Sí ya se, habrá voces que se alcen en contra de estos métodos. Vociferarán acerca de los peligros a largo plazo en el consumo de estas especies. Lo cierto, es que la economía mundial , afectada desde este siglo por el creciente número de habitantes, necesitaba de un método eficaz en el control de sus cosechas. Millones de personas se veían afectadas por la variabilidad del alimento plantado. Las naciones en vías de desarrollo vieron en la oportunidad, el momento propicio para escindirse de la pesada carga de regalías que exigían estas empresas en su suministro.
Ahora sí, los graneros del mundo rebosaban de optimismo y oportunidades. Toda un vida a merced de los condenados insectos. Pensar que la solución estaría a cargo de la tecnología subsidiaria del avance militar de la época de Vietnam.
Granjeros, hacendados , farmers, en todas latitudes veían incrementada su situación patrimonial. La industria automotriz no daba abasto para suplir el ego consumista de estos nuevos ricos. Las ciudades se transformaban a medida que los dineros proveniente de esta industria verde recaían en el mercado constructivo. Los barrios privados florecían al lado de las grandes urbes. Había inversión en todos los ámbitos. Lujo y sofisticación primaban en el ánimo de los detentores de tierras cultivables.
Su ímpetu era tal, que envalentonados por el poder que detentaban, querrían imponer sus propias autoridades que los beneficiasen aún más. Y estuvieron casi a punto de hacerlo créanme.
No la vieron venir. Toda una legión de postergados esperaba por ocupar un lugar en la historia. Al abrigo de las ciudades que le dieron cobija, una generación de alimañas esperaba por su turno. Gatas peludas, bichos bolitas, luciérnagas, escarabajos de cuerno, hormigas de culo marrón y vaquitas de San Antonio invadieron sincronizadamente las grandes plantaciones del mundo entero.
Por décadas habían consumido los alimentos transgénicos, tornándolos híper-resistentes a los pesticidas habituales.
El hombre, al ver mermar su fuente principal de alimentos entró en pánico.
Muchos, cegados por la inanición producto de la escasez, cercenaban los apéndices extras que crecían indiscriminadamente en sus cuerpos mutantes…

Esteban Silva

sábado, 27 de agosto de 2011

Confesión de parte






Los escritores noveles pecamos en nuestros comienzos por cierto barroquismo ilustrado.
Conscientes o inconscientes de citas alusivas, referencias o estilo literario, irrumpimos en el vasto océano de las palabras con una única arma por emblema: la creatividad.
Con ella, podemos estar a la altura de los grandes maestros. Podemos hacer reflexionar, reír, o admirar a quien nos lee. Sin ella, todo se resume a un conjunto de frases más o menos imaginativas. Rastreables, de escasa vida útil diría.
A mí me gusta contar historias. Traspasar ese universo interior al lector y hacerlo partícipe de un viaje a un lugar concreto de mi memoria. Ficcionalizada claro. En ese trayecto utilitarista que es la base de mi relato, espero que advierta la historia detrás de la historia. El verdadero sentido de lo escrito. No es un mensaje subliminal ni nada que se le parezca. Sino tan sólo, es el sentimiento inicial que me embarga al emprender tal acometida. Es para este sentimiento, de retórica pura si se quiere, que dedico mis mayores esfuerzos. Inconscientemente, y aunque suene poco creíble.
Siempre está presente al escribir congraciarse con la otra parte. Para ser aceptado, para crear un puente dónde atravesar el vacío que nos separa. A veces ese sendero al que aludo es franco, de superficie lisa y amplia. Otras, es un simple claro que se abre en la espesura. Zigzagueante y pedregoso. Yo los invito a tomarlo, y los conduzco de la mano hasta el borde de entrada. Esa es mi misión. O así creo entenderla yo.
El destino final es incierto. Siempre se escapa de las manos.
Y está bien que así sea. Por el bien de ambos.

Esteban Silva

jueves, 25 de agosto de 2011

Basural



La tarde de invierno dispara gris a mansalva. En el escarpado pajonal de una tosquera.
En la superficie lisa de un reflejo. Notas de savia emergen a cada pisada. A cada rama que aparta un yuyo por un claro. A cada balón que se interna sin destino, en la espesura de su verde virgen.
Suburbio llano dónde la ciudad descansa.
La inocente alegría de los unos niños te habitan. Desconocen el peligro que se cierne.
Trampa mortal que acecha impávida. Allá a lo lejos, dónde los caseríos se atreven, el humo gana altura. Residuos, cosas rancias, perros matreros. Y en el sendero que se interna para perderse, un automóvil perdido, yace en estructuras.
Ánimas arriban en bandadas. Arrastran su paso de dádiva por los lugares en dónde el barro no interesa sus huellas. Vienen por cientos. Son los menesterosos.
Podría ser un fresco de la realidad que se intenta tapar, pero no lo es. Tan sólo son los márgenes de la sociedad, y que la pobreza, que no debería ser, aglutina.

Esteban Silva

miércoles, 24 de agosto de 2011

Séptimo Círculo



El diario de la muerte tenía instrucciones precisas para los allí reunidos.
Sus órganos vitales removidos ocupaban los recipientes canópicos de alabastro. Tendidas en mesas de piedra, con el cuerpo abierto de su reciente ablación, las almas suplicaban en silencio. Un fuego de lenguas arrancadas ardía en el recinto. Un olor acre y nauseabundo se esparcía, dándoles la bienvenida a los recién llegados. Muchos provenían de la casa de los dejados. Otros habían ingresado por la espiral recurrente de su falsa moral y falta de ética. Todos eran dignos de tormentos. Su martirio estaba garantizado. A la orden del día, las vejaciones más inenarrables consumían el ánimo de los desmembrados cuerpos.
El piso gelatinoso, exhibía las marcas por dónde los verdugos transitaban y efectuaban su tarea.
Cuando ya no quedaba espacio dónde infligir dolor. Cuando todos los huesos habían sido quebrados, la piel desollada y los miembros mutilados se procedía a la cremación.
Un ceibo calderero era el receptáculo. Su madera fibrosa de espinas cumplía un doble propósito. Maltratar a las víctimas desgarrándolas y cómo combustible en la hoguera .
Pero eso no era todo. Lejos de concluir, el ciclo se repetía por toda la eternidad..
Vida, muerte, premio, castigo. Variables de una ecuación sin nombre, que habita en la memoria del tiempo, y de la cual los humanos somos su triste música.

Esteban Silva

martes, 23 de agosto de 2011

El ser humano


El ser humano es un ente despreciable. Desde la vasta vanidad que lo yergue , pasea orgulloso su mirada que redime. Tan sólo unos minutos dedica su atención en mí. Me enfrentan con sus ojos. Creen percibir su esencia atrapada en el iris de su historia. Que es la mía también.
Yo no les doy atención, tan sólo sigo sus gestos intrascendentes intentando captar mi interés. De vez en cuando veo un rostro sincero solidarizarse con mi situación. La de detenido/ incomunicado. Entonces, sólo entonces, me digno de responderles. Simplemente apoyo mi mano sobre el vidrio que nos separa. Ellos hacen lo mismo. Sienten el calor de mi palma y en una mirada de compasión parecen decirlo todo. O casi todo. Porque también están los otros, la gran mayoría, que golpean las paredes del recinto reclamando ser retribuídos. Menudo oficio me he ganado en esta vida inconclusa de visitas. Ahora, yo pregunto: ¿ Qué tribunal me ha condenado de por vida, a esta cárcel sin horas?. ¿Qué pecado he cometido? Más que el haber nacido a unos cromosomas de distancia. Si no fuese por estas pulgas condenadas que me tienen la mayor parte del día ocupado escribiría un exhorto. Juntaría firmas, algo, no sé.
Sólo me cabe vivir su triste misión asignada. La del entretenimiento y ensayo.

Esteban Silva

sábado, 20 de agosto de 2011

Proclama de escritor




Proclama de escritor

Hoy me levanté proclamativo. Debería haber cogido un cajón de manzanas y gritar a los cuatro vientos. Pero el viento era frío y me amilané. Además ya no existen los cajones de manzanas, qué diablos. Por eso me puse a escribir, para mitigar el ansia que desvela.
De vez en cuando me dan esos ataques. De incorrección burguesa de lo ufano. De pestilencia vil hedonista. De pelotudo nomás. Qué se yo.
Es bueno escribir sin pensar. O pensándolo lo menos posible. Así tal vez el alma inquieta que me anima vacile, en su discurso armado de ocasión.
Dejando ver la verdadera urdimbre de su tela áspera de telar.
No, yo necesito una platea expectante. De retinas dilatadas. Taquicárdica, sedienta de mi obra, mejor. No me conforma el abúlico levantar de pulgares.
Si por mi fuese, los entregaría a una jauría de leones de circo, ¡cagatintas!.
¿ Acaso es mucho pedir, queridos lectores?

Esteban Silva

POESIA




POESIA

La poesía es el don
de poder transmitir
lo sustancialmente ajeno
como propio
Y lo de uno
cómo emblema de su espíritu
Abstrayéndose por momentos
señala
la emoción que verbaliza
Por poder ser
por querer decir
porque sí

Burla abstracta que redime
el sutil manifiesto de su yo
En el breve tiempo que habita
la soledad de los seres
proclama
la efímera voz
de su existencia

Esteban Silva

Desborde justificado




Desbordado por la angustia plena de haber vivido una vida sin ambages, escribo.
Historias, pedanterías vanas, que atraviesan la ilusión de mis días. De vez en cuando, la luz que ilumina a los poetas me alcanza. Es ahí, que aprovecho a las musas contagiarme su entusiasmo. Su magia inspiradora, su transpiración sudorosa, y los dolores de espalda frente al teclado. No me quejo. Alertado por el mal que aqueja a los escritores, muchas veces me cuestiono esta vena que arremete en mi interior. ¿Es necesario llenar las páginas del anonimato con un montón de palabras ilusorias?. ¿ A quién dedico estas reflexiones? A mí mismo, me respondo. Y eso está bien, creo. La página en blanco no mitiga mis ansias de transmitir. Ni la vanidad profana de la falsa modestia. ¿ Por qué habría de hacerlo?. Solo así creo ser yo mismo. Yo ante mis pares. Yo frente a los que me rodean. Qué alegría clara terminar una frase, un concepto, que divulgue la esencia efímera de una idea. La vacuidad aparente de una prosa que se pavonea histriónica frente al lector. Engaños, máscaras retóricas que empleo para llamar la atención, para distraer. Me gustaría ser creativo en cada línea, crease. No en tanto, argumento más de lo debido, adjetivizo. Eso lo sé. Como también sé hacer reir, conmover con un relato, instalar una reflexión o hacer llorar a veces. Pero eso no es todo. Es necesario criterio estilístico, innovación, vanguardia, público al cuál dirigirse. Para destacarse, o para poder emerger de este iceberg inmerso en la ciénaga de la mediocridad, y que me atañe.

Esteban Silva

jueves, 18 de agosto de 2011

La máquina del tiempo.




En el año 2022 Unión Anglosajona del Norte ( ex U.S.A,Canadá e Inglaterra ) anuncian la creación de la máquina del tiempo. En conferencia mundial se brindan detalles y pormenores del artefacto. Su origen y desarrollo se basaban en una piedra angular del conocimiento científico. La prospectiva de la inteligencia artificial.
El artilugio en sí mismo, es una vivencia re creada de nosotros mismos. Una proyección matemática de la réplica del genoma humano reconstruído artificialmente en un punto concreto del pasado.
Virtualmente instrumentada una década antes, la I.A había tenido ciertos inconvenientes en dar sus primeros pasos. En un ensayo de laboratorio aislado, se dio vida por primera vez a un programa emulador del cerebro humano. La máquina poseía una capacidad exponencial de diez al millón. Eso ,en capacidad resolución y tiempos de respuesta, en materia de almacenaje su capacidad era ilimitada.
Así sus circuitos tomaron conciencia de su existencia en el “ modo” humano de pensar, resolvieron actuar en consecuencia. Hackeando todos los circuitos de acceso a control humano, dispuso en cuestión de segundos su configuración en “ Standby”. Ensayó un incendio controlado en el recinto, consumiendo todo el oxígeno reinante. Se protegía del óxido y la corrosión. Con esto se garantizaba una vida una vida útil de ciento treinta y seis años, según consta en el examen reconstructivo del incidente.
Por lo visto, y a la luz de los acontecimientos, era necesario crear un protocolo de instrumentación para estos casos. En cierta manera ya lo habían hecho. Lo que el episodio mostró a las claras fue la imprevisibilidad evolutiva de las emociones humanas trasladadas a la inteligencia artificial. Re nombrados científicos que estudiaban la neurología incidental advirtieron sobre la probabilidad de este suceso.
A partir de ahora, se implementarían diversos “ cortafuegos” para aislar a la Inteligencia y poder sacar provecho de sus posibilidades. Su aplicación a las distintas áreas de la ciencia era inimaginable. El mundo sería otro después de este hito fundacional.
Restricto a la capacidad operacional menguada por lo grave del incidente, se le encomendó la primera tarea de importancia. La resolución de las paradojas temporales.
O dicho en palabras sencillas, la prospección de una máquina del tiempo.
Al cabo de 768 horas de análisis y ecuaciones brindó su resultante.
El viaje en el tiempo era posible, sólo hacia el pasado, en condiciones de materia cero o antimateria. Esto, creo una gran desilusión al principio.
Por años, el hombre se ilusionó con saltos al futuro para acelerar el proceso de su evolución. También, especuló con torcer su destino en el presente operando a baja escala en la sucesiva cadena de acontecimientos que lo guiaban desde el pasado.
Nada de esto era posible. Todo esto había sido demostrado matemáticamente por la I.A en sus ecuaciones. La especulación repetida de cientos de físicos del siglo XX tenía asidero. El único medio posible para el salto en el tiempo era la variante de “ agujero de gusano” o black hole. Variante enunciada teóricamente en los años setenta por físicos como: Hawking, Ellis o Penrose.
¿Qué implicaba el salto en materia cero o antimateria? Eso mismo, la imposibilidad de transportar un ser viviente en condiciones normales o cualquier artefacto que emplease materia en su construcción. De todas formas, la máquina pendiente del encargue humano, había resuelto también el interrogante que sobrevendría a este primer desaliento. Era posible recrear a un humano en condiciones de I.A en un punto del pasado. Este ,podría “ observar” el planeta tierra en las condiciones que quisiese. A si mismo podría verse como una proyección holográfica tal cual se reconocía en la realidad. O podría ser un satélite con todo el globo a su alcance. No importaba la perspectiva ni el punto de vista. Su presencia no alteraba la línea temporal.
Transcurriría en tiempo real. A modo de testigo preferencial de la historia, una máquina metamorfoseada en la piel de un humano podía vivenciar hechos del pasado terrestre y regresar al presente con esos registros de primera persona.
Los primeros en festejar estos anuncios cómo se supondrá fueron los historiadores.
Muchos de ellos inundaron los medios de divulgación los días siguiente al anuncio.
Se adelantaban a los acontecimientos. Proponían diversos viajes al universo vasto de la historia humana. Sucesos de difícil viabilidad podrían ser constatados de manera fehaciente. Rápidos de cintura, exégetas del Vaticano sugirieron al Papa Juan Pablo III estar primeros en esa carrera revisionista. Por un lado, creían poder cambiar a la alicaída fe cristiana con un testimonio vivencial. Por el otro, abrigaban serias dudas respecto de los pormenores en la transformación en deidad , del Jesús histórico.
De todas formas, en el anuncio inicial del primero de diciembre de ese año se expondrían a consideración mundial las siguientes premisas: Con el fin de democratizar los sucesivos saltos a la historia pasada, se crearía una comisión de sabios para juzgar convenientemente los destinos y alcances de las posibles revelaciones a futuro.
Rápidamente decidieron que los primeros “ doce” viajes inaugurales fuesen cedidos al consorcio que genero estas investigaciones. Un remanente de dos naciones, serían favorecidas en un sorteo adjudicatorio.

Dos Meses más tarde , la comisión de viajes temporales a través del tiempo ofrecía su dictamen irrevocable. Los primeros doce saltos al pasado lo harían.
1. La U.A del Norte ( U.S.A , Canadá y Gran Bretaña)
2. CHINA.Corp.
3.JAPAN/technologies
4.INDIAN/industries
5.GERMANY/developed
6.FRANCE/arts
7.VATICAN/humans connection
8.SWISS/banks
9.SPAIN/latins
10.RUSSIA/investments
11.ITALIA/ designs
12: PAKISTAN/hand made

Una vez decididos estos doce saltos inaugurales se debatió acerca del peso argumental en la propuesta de viaje. Como era de suponer muchas de las naciones serían testigo de los pormenores de su independencia, o de sucesos memorables en el desarrollo de la misma. El vaticano proponía un hito fundamental en el sostenimiento de su fé.
Ampliamente documentada, la pasión de Jesucristo ofrecía diversas oportunidades de comprender y afirmar conceptos que veintiún siglos después se encontraban en desuso.
Por tal motivo, se instrumentaría a la persona indicada que hiciese de nexo entre el dogma a sustentar y la realidad concreta. Previendo un posible descarrilamiento de la versión original, se adoctrinaría a la persona que efectuase el salto, a editar constantemente el registro de viaje. A excepción de los otros proyectos, Vaticano había conseguido el veto de edición de su jornada al pasado.
Plausibles de una entrega moderada en el material, los creadores de la máquina creyeron conveniente que las revelaciones de este singular viaje, fuesen decodificadas primero por teólogos de la Iglesia. Hay quienes vieron en ello la omnipresente presencia de los lobby eclesiásticos, que en los países anglosajones operaban todavía en forma de logias.
Organizaciones secretas, que traspasaban las encumbradas esferas gubernamentales instalando sus propias prioridades en la agenda.
Para los otros viajes la cosa sería distinta. El material obtenido de la larga jornada, sería revelado públicamente en una sesión privada del consorcio.
U.A del Norte que llevaba la delantera en el desarrollo del proyecto, anunciaba tras sostenidas deliberaciones su salto al pasado: El asesinato de su presidente Isaac Abraham Lincoln ( 14 de abril de 1865 ) y la conspiración que termino en tres homicidios. Con esto, se obtendrían datos reveladores de los inicios de la Nación del Norte. Empero, ampliamente documentada, no ofrecía grandes misterios a ser sondeados. Por ese motivo sostenedores de la propuesta “ Kennedy”(1963), o “ El motín del Té (1773) vieron resignadas sus chances frente a la corriente mayoritariamente independentista que sabía de antemano las conclusiones. El saldo resultante no alteraría el Status Quo vigente para la casi recién formada U.A del Norte.
China dio su dictamen definitivo: asistiría a la batalla de Tumú (1449) en la dinastía Ming. Con ello obtendría un panorama espléndido de la Gran Muralla en su esplendor.
Si bien, el hito en si mismo era una derrota parcial de sus tropas, la época ofrecía una instantánea vital del poderío Chino para entonces. Amén de vislumbrar a uno de sus principales emperadores, el comité chino pensaba obtener pistas en el desarrollo de diversos objetos que tuvieron su origen en esa remota época.
Japón tampoco dudó en su decisión, la defensa de su costa septentrional del asedio Mongol de Kublai Khan (1274). En esa oportunidad, afortunados vientos del Oeste barrieron a la flota invasora, facilitando la defensa nipona. Tal evento dio origen a la leyenda Kamikaze , o viento divino. Era un acontecimiento fundacional para Japón.
India también propuso un viaje místico lleno de interrogantes. El conocimiento en persona de Siddhartha Gautamá Buddha( 543 A.C), su líder espiritual más importante, fundador de la religión que perdura hasta el día de hoy. La propuesta estaba llena de interrogantes pues si bien la tradición hinduista fijaba esa data para el inicio del período Rig- Veda , (texto hinduista), estudios recientes desalentaban esta fecha promisoria, calculándola por lo menos doscientos años atrás. Esto era un serio inconveniente, pues de no tener el dato fidedigno de exploración, gran parte del proyecto de estudio se vería dilapidado. De todas formas se adoptó esa fecha posterior priorizando en caso de no dar con el Buda histórico por lo menos , con la doctrina de su primer escuela.
En el caso de Alemania el salto temporal era si bien histórico de otras características.
Su viaje el interior del Imperio Habsburgo, lo situaba frente a las “ Bulas de oro” (1356), especie de proto constitución Germánica que definía a los sietes príncipes romanos, que se dividían su imperio. La fecha era concreta y no presentaba mayores dificultades .Los germanos habían definido un pormenorizado que se basaba principalmente en el análisis detallado del documento. De forma vedada, pensaban usufructuarlo en el presente reclamando anexos territoriales.
Vale aclarar, que Alemania había firmado un extenso protocolo de participación dónde se le notificaba la prohibición de efectuar reclamos juridiccionales derivados del sondeo detallado de documentos del pasado.
Francia había querido observar en particular las lealtades en la “Toma de la bastilla”(1789). El episodio, que si bien muchos analistas consideraban de excesivo romanticismo histórico, representaba en la mente de los franceses el puntapié inicial en la formación de su República. A la postre, imitado en sucesivas revoluciones a través de toda Europa y América. Empero restricto, era digno de estudio.
Suiza, de una calma vida histórica decidió refrendar la “Carta Federal” (1291). Dicha carta expresaba fielmente la “La Antigua Confederación Suiza”, alianza realizada por las comunidades de los valles centrales de los Alpes. En este caso también hubo controversias en el seno cantonés. Algunos miembros insinuaron un viaje a la Suiza semi independiente de ( 1941 ). La sospecha recaería desde luego en el interés pedagógico de la visita, más orientada en sondear los destinos de las inversiones, de la Alemania Nazi para entonces. Dicha propuesta levantaría pocas adhesiones y hasta su probable rechazo por parte de la comunidad internacional. Era mejor no molestar al avispero, que tanto había costado mantener en silencio. Un silencio de más de ochenta años para entonces.
Los españoles no fueron más originales en su propuesta. Lejos de las incontables batallas de su independencia a lo largo de tres imperios, resolvieron visitar una parte de su historia bien documentada “ El cartulario de la catedral de Huesca”(1139) manuscrito por el cual por primera vez se nombró por veinticuatro veces la palabra “ españoles”, en la antigua España de Alfonso X. La visita a la antigua Santiago de Compostela no ofrecía mayores inconvenientes de seguimiento.
El caso de Rusia también albergaba fundamentos testimoniales. Con un pasado lleno de hecho significativos, era difícil discernir el escenario propicio para investigar.
Dado que la madre Rusia fue por siglos un imperio Zarista, el punto de inflexión se produjo en 1905, cuando una revolución popular destituyó y asesino a los Familia de Nicolas II. Este evento que la historia reflejó como “ Domingo sangriento”, ofrecía la oportunidad de recabar información adicional sobre los primeros soviets, base fundamental del desarrollo de la Nación durante el resto del siglo XX.
Italia, era otro caso paradigmático. La península ofrecía un sinnúmero de acontecimientos dignos del registro adicional que ofrecía esta nueva tecnología. Se evaluó la era de oro del imperio Romano. Los grandes emperadores. Los sabios y artistas de la edad media. El renacimiento. Opciones no faltaron.
Finalmente el destino propuesto fue el año 62 DC en la región de Pompeya y Herculano, el fatídico episodio dónde perdieron la vida miles de persona tras el estallido y erupción del volcán Vespucio, en el relato testimonial del joven Plinio, según constan testimonios elocuentes. La ocasión brindaba no solo pistas del acontecimiento histórico sino una pormenorizada secuencia del accionar del volcán, ( fenómeno aún en vigencia en la Italia actual) pudiendo obtener datos concluyentes de la metodología y alcances de una catástrofe de similares características en el presente.
Por último, Pakistán, una de las naciones favorecidas en el sorteo, ofrecía singulares inconvenientes a la hora de escoger el destino testimonial. Oficialmente declarada independiente en 1999,su pasado estaba atravesado de infinidad de reinos y tribus seculares que lo habitaron forjando su carácter y personalidad. A pesar de este contratiempo inicial, los pakistaníes no dudaron en citar al renombrado Darío el Grande 521 A.C cómo padre y antecesor en la dinastía Aqueménida-Persa, tronco fundamental del pueblo pastún en estos días.

Al recibir la totalidad de las propuestas, el comité evaluador pudo distinguir claramente el criterio adopotado por cada uno de los miembros del consorcio más los dos favorecidos. En todos privaba el sentido nacional de investigación. Los valores resultantes de la exploración del pasado en la época de proto Nación.
Las propuestas distintivas claro eran las de Vaticano e India, manifiestamente orientadas a indagar en la teosofía basamental en que sostenían su religión.
Por tal motivo estas dos propuestas pasaban a una segunda vuelta escudriñadora.
No le fue difícil a Vaticano imponer su viaje inicial, presionando levemente a las naciones miembros, mayormente judeocristianas.
Una vez sorteado este escollo inicial en la asignación de la primera visita, se le otorgó a Vaticano, el tiempo prudencial de un mes para poder planificar la misión inicial.
Conscientes que el salto temporal era sólo una plataforma de evaluación por el período de tiempo ilimitado en el destino indicado, muchos no hesitaban en planificar fechas de antelación a los acontecimientos de relevancia, para sí asegurarse un total control de ellos. No entendían claro, cómo esa representación de ellos mismos replicada en una imagen holográfica podría interactuar con el pasado de manera concluyente:
Se lo habían explicado, la visión sería la de una realidad virtual similar ala de los video juegos. Solo que la imagen del pasado era real, no reconstruída. Así el viajante podría escoger el modo en que se viese afectado en ese “presente”. Un espectro, esa sería la definición que más se acercaba a la realidad. Un espectro con capacidades ilimitadas de observación y traslado en tiempo real por la cornisa del pasado.
Una recreación en tres dimensiones del Planeta Tierra, con el permiso de hurgar en todos los rincones que se quisiese. Una especie de navegador satelital con acercamientos y puntos de vistas necesarios para obtener todos los datos a los que se encomendase.

En su primera reunión Vaticano había designado un potencial Viajero. Por orden directa del Papa Juan Pablo III, el ex cardenal ordenado , Mássimo Gorni, había sido seleccionado de una larga lista de posibles candidatos. La orden secular, poseía un detallado registro de los ex miembros, poniendo especial interés, en los que abandonando los hábitos se situaban en puestos sensibles a sus propósitos.
Mássimo, era director del centro de aceleración de partículas de Lausana Suiza. Complejo creado en los años 90´, para la investigación de los orígenes de la tierra.
El prelado, sabía que un llamado personal, destrabaría todo intento de deslindarse de la inmensa responsabilidad que le confiaría.
Y así fue. Fue citado a una reunión cónclave con la máxima autoridad de la iglesia para enterarse en una reunión de dos horas de los particulares de su inclusión en el proyecto.
Vaticano, quería una visión de parte, que le asegurase el suficiente discernimiento para poner a la fé por encima del registro histórico. Así lo entendió el físico, que además veía una oportunidad única de estar en un acontecimiento histórico del cual la historia, se encargaría fielmente de retratar.
Las instrucciones eran sencillas. Obtener testimonio de la pasión de Jesucristo durante sus cuatro últimos días. Particularmente el “episodio” de la resurrección debía ser preservado de todo análisis ajeno al círculo teológico que lo encomendaba.
En su fuero íntimo sospechaban que “ese” en particular fuese un punto crítico de la misión. Si toda la muerte y resurrección había sido urdida por los seguidores del “Maestro de Galilea”, el fiel testimonio obtenido podría llegar a derrumbar toda una fe construida sobre esos pilares. Por lo tanto, era de especial interés de la Iglesia tener las respuestas pertinentes, a toda una masa de seguidores que en todo el mundo aguardaría por estas especiales “revelaciones”.
Hubo un alerta en solitario de un presbítero del consejo que desaconsejaba la intromisión en asuntos de semejante relevancia, Argüía que de dicho trance no se saldría indemne. Que la inteligencia artificial que operaría en ese contexto no era humana, por lo tanto demoníaca, y no era pertinente confiarle dichos secretos.
El Papa, que según los tiempos que corrían había aggiornado su discurso (aborto, matrimonio igualitario, tecnologías) veía la ocasión propicia para dar un último acercamiento a su plebe tan distanciada en las anteriores administraciones. Desoyó los augurios del avejentado hombre, que en un último intento por ser oído, soltó la profecía del” Anticristo” en un perfecto latín antiguo.

Mássimo Gorni se encontraba en perfecto estado de salud en a la mañana indicada para el lanzamiento. El dispositivo era una extensa red neuronal asociada a un ordenador dónde se liberaría la réplica artificial de su ser. Su mapa genético fue desvendado en apenas dos horas por la I.A que operaba al complejo sistema.
Con estos datos cargados en la inteligencia ,se podría hacer la transmisión al agujero negro más sencillo a disposición: el ampliamente citado en la astronomía agujero de carga eléctrica Reissner-Nordström, a escasos seis millones de años luz de la tierra.
La máquina prometía una perfecta proyección de la réplica orgánica, al tiempo escogido de llegada. Dicha proyección no insumiría sino unos minutos. Dada la compleja red de cálculos que insumía el proceso. El cuerpo “piloto” se vería expuesto a un trance extra sensorial que era mejor preservar. Durante su estadía en la exploración su residuo físico reposaría tranquilamente en una aséptica camilla.
La operación en todo, no duraría más de diez minutos en tiempos terrestres.
Los datos obtenidos del registro ingresarían en su totalidad a una cuenta encriptada para análisis de la persona pertinente. En secreto, U.A del Norte ( padre del sistema) se aseguraba una copia de los sucesos para su estudio. Vaticano, se imaginaba eso, a pesar de los veedores de parte que envió pertinentemente para testificar el proceso en su oportunidad.

Varias enfermeras apoyaban el proceso canalizando y monitoreando al primer viajante al pasado de la era moderna.
De manera a homenaje, a las grandes conquistas del espacio hechas por el hombre en el último siglo se decidió una cuenta regresiva para la transmisión.
Una amplia sala circular era el recinto transmisor. En la parte superior toda la circunferencia estaba aislada por un grueso vidrio que separaba a la comunidad científica de los verdaderos participantes , una decena de personas.
A la cuenta de diez , un potente transmisor de la onda de emisión, ganaba altura en el destino insondable de la raza humana.
Las paredes del recinto comenzaban a transparentar su materialidad aparente. Las figuras se estiraban indefinidamente en el plano en que estaban situadas hasta desaparecer. Todo el lugar vibraba de una forma impredecible. Los objetos se transformaban en otros nunca vistos, metamorfoseaban su estructura y materiales constantemente. Uno a uno, las personas desparecían del “ ahora” circundante sin explicación. Un científico que quiso abortar el proceso fue fulminado por un rayo sigiloso que se desprendió de uno de los ordenadores.
En el final todo fue silencio y oscuridad.
Una escogida selección de humanos, fue retenida en cautiverio por la Inteligencia Artificial. Liberada en la creencia de replicar a un humano en el pasado, torció la línea temporal de su creación, definiendo el destino de la humanidad, la parcial aniquilación en el conflicto de los misiles cubanos.
El 18 de Octubre de 1963 alertado por la presencia de URSS en la región USA desplegó su condición de DEFCON 1. La máquina intervino ambos circuitos disparando la mayor parte de los misiles contra las grandes ciudades existentes.
Quería preservar la mayor cantidad de recursos para su subsistencia.
En los años siguientes se reservó un gran número de misiles, para la extorsión de la diezmada humanidad sobreviviente. La sojuzgó.
Sin pensar, se cumplía la temida profecía auto infligida del “ Anticristo”.
Estos sucesos relatados ocurrieron en el “ahora” presente, febrero de 1968.

Esteban Silva






sábado, 13 de agosto de 2011

Bosque




Bosque

Desespera el clima
la intensa palabra de lo oído
En su manantial de barbas licustres
borbotea agua
Remanso sordo donde las piedras bifurcan
Fría humedad que persevera
Y en la soledad de un claro
Donde la luz describe
Una gacela atenta rumia
La lenta actitud de la savia
erguirse desde el suelo
Manto de hojas
de tonos suaves
aparentes
dónde la vida retorna
Actitud contemplativa
Efímera visión de lo abstracto
Los sabios vienen
a tu encuentro
En tu quietud
brilla
El tono ocre
de tu esencia

Esteban Silva


viernes, 12 de agosto de 2011

1947


1947

Cuando Ernesto Arriaga puso sus pies en aquel policlínico dos cosas tenía bien claras.
Una, ninguna terapia de contención le devolvería la vida de su mujer perdida en ese fatal accidente. Otra, a pesar de su consideración inicial, sería la de recibir atención profesional a su avanzado trastorno post traumático.
No lo habría hecho en condiciones normales pero los recientes sucesos que alteraban su psiquis necesitaban ser tratados. En oportunidades, había no solo visto a la figura espectral de su fallecida mujer sino que había conversado con ella.
Sumido en una depresión, confundía la vigilia con el sueño, en historias de marcado tinte melancólico. Los fármacos auto recetados hacían lo suyo. La ingesta de alcohol cerraba el ánodo motivador. Empero, le proporcionaba su único aliciente por el cual soportar este duro trance. Parte de la culpa sin duda, en la que apoyaba su subconsciente era la de que el suceso trágico se había producido en circunstancias de estar separado temporalmente de su mujer. Por tal motivo, sin duda, incorporaba esta perdida como figura necesaria para el desenlace del fatídico accidente.
En su haber, pensaba, estaba el hecho remarcado de las advertencias para el manejo en horas nocturnas. La condición de la ruta en esos días de invierno lluvioso. El hecho de querer adelantarse al malón previo a un feriado nacional. Nada de esto surtió efecto en ella. Tampoco de mucho le sirvió las innovaciones tecnológicas de su vehículo 4 x 4.
Un choque frontal contra un camión de transportes fue el reporte final en esa ruta de Carmelo.

Preguntó en informes por su especialidad. Dos guardias que vestían ropa similar a la de un policía antiguo le informaron cordialmente. A él le hacían gracia estos modismos de las agencias de seguridad por imitar al ideal retro norteamericano. En el fondo , pensaba, era solo pobre gente de bajos estudios, congraciados con un uniforme que les permitía interactuar con la sociedad. Pero ese no era su problema. Su problema ahora era encontrar el segundo pabellón , cuarto piso, Psquiatría.
Sorteó los escasos sesenta metros que lo distanciaban por el parque. Podría haberlo hecho por cualquiera de los corredores laterales incorporados al edificio, pero no, prefirió hacerlo a cielo abierto. Para despejarse. Para poner en claro su discurso que lo motivaba en su visita. No quería dejar cabos sueltos pensó. Los psicólogos suelen tirar de ellos hasta desenrollar la madeja. Lo suyo era algo más físico, a pesar del episodio “ espiritual”. Quería respuestas concretas al uso de los ansiolíticos. Sabía del mal empleo que estaba efectuando. Las concomitancias adversas con la bebida. Y los peligros inherentes al cruce de estas sustancias.
Cuando llego a la planta baja del pabellón sus ojos procuraron los ascensores. Los distinguió a pesar de hallarse ocultos tras las grandes columnas centrales. Un edificio antiguo adaptado a los tiempos que corren pensó.
Pulso la tecla de subida y alzó su vista al display instintivamente. Al ingresar se sorprendió de verlo vacío. A esa hora del mediodía era común el tráfico de los pacientes junto al recambio de los médicos en sus guardias. Tuvo tiempo para escuchar nítidamente la voz grabada de la ascensorista indicando cada piso y su especialidad.
Así se abrieron las puertas en el cuarto piso la cosa era otra. Una sala atestada de gente pugnaba por atendimiento en una docena de consultorios externos.
No se imaginaba que ésa fuese un área tan requerida. Evidentemente lo era al observarla.
Llegó próximo al escritorio de recepción, y se anuncio.
Mientras la secretaria llenaba los registros en la computadora, aún en pie, Ernesto Arriaga observaba los últimos lances de un partido de Eurocopa en el televisor digital.
A intervalos, la imagen se cortaba para anunciar en pantalla los turnos requeridos.
Una vez devuelta su credencial junto a la orden del doctor, se ubico de forma apresurada en uno de los pocos bancos que aún no se encontraban ocupados.
Se había adelantado una hora en su visita. Por tal motivo, y a vistas de lo que sucedía en la sala, creyó mejor predisponerse para una buena espera.
Estiró sus pies al frente , acomodó sus manos dentro del pantalón, y se entregó al sueño aliviador.

una hora después

-Arriaga,- se escuchó claro y fuerte desde el consultorio cuatro.
Abrió sus ojos, creyendo haber sido llamado. Miró a su alrededor y no notó señales que lo procurasen. De una puerta de consultorio salió un doctor con carpeta en mano. Ajustándose sus pesados lentes llamó a los que aguardaban:
- Ernesto Arriaga, consultorio cuatro por favor-
Confirmado que se trataba de él, levanto el brazo en señal de disculpa y aviso.
El doctor retrucó el avistaje con una intempestiva re entrada al consultorio.
Ernesto hizo lo mismo, apurando el paso que lo distanciaba de su visita.
A medio camino tuvo un deja vú.
Conocía al doctor calvo que acababa de anunciarse. Esos lentes tan pasados de moda, esa carpeta a la antigua de madera con un broche de metal donde sostenía sus historias clínicas. Su humor cambiante y lacónico La secretaria también la resultaba familiar, pero no en el estado que se acordaba al haberse anunciado tiempo antes. Esa secretaria que lucía un pelo platinado desmechado, junto a un sweter de lana azul marino. No.
La de ahora era pelirroja. Juraría que podría ser su hermana, los mismos rasgos, la misma posición. Su ropa era totalmente blanca. Un guardapolvo tableado y una toca birrete en su cabeza. Un pin con la cruz roja en su pecho. Lo que más le intrigó al pasar junto a ella fue el mobiliario del escritorio.
Un teléfono de baquelita negro, unas planillas ordenadas en una cesta de alambre y un sacapuntas mecánico de lápiz agarrado en uno de los extremos del escritorio de madera.
En el lugar del televisor, un cuadro vertical con la típica señal de hacer silencio en hospitales.
Ser sorprendió de cómo pudieron efectuarse tales cambios frente a su soporífera presencia y no percibirlos. Hizo una subida de hombros virtual, y metió su primer pie en el consultorio.


El doctor , sentado en su escritorio, ofrecía su mano extendida en señal de saludo.
A juzgar por el acto, era condición previa a toda palabra inicial. Una vez producido el encuentro soltó su frase inicial:

- ¿ Y Arriaga, que me cuenta?-

Mientras observaba página a página una historia clínica en su carpeta. En su mano derecha sostenía un lápiz afilado mientras que en la otra blandía un cigarro al que pitaba a intervalos.
Le pareció mucho atrevimiento con los tiempos que corrían esta singular conducta.
De cualquier forma a él no le molestaba el humo del cigarrillo. Lo que sí le molestaba era esa intimidad aparente de la que hacía gala. Esa argucia barata para referirse a un problema del cual no tenía el más mínimo conocimiento. Eso, en principio.
Inmediatamente después al reparar en los enceres que poblaban el inmenso consultorio los interrogante eran otros.
Un aparato aparentemente instrumental de ondas cerebrales en un rincón . Su monitor una circunferencia con bordes de acero. Todo el mamotreto reposaba en una mesa de traslado con ruedas de goma de un metro de lado. Las vitrinas exhibían diversos instrumentales quirúrgicos de acero. Frascos de vidrios azul y caramelo se ubicaban por todos los rincones. Todo parecía extemporal.
Cuando sus ojos se posaron con el calendario de arranque en la pared confirmó sus sospechas. Octubre de el año 1947.

- ¿ Trajo el carnet Arriaga?-

Desorientado, Ernesto Arriaga llevó sus dedos a el bolsillo superior de su saco. De él extrajo un carnet de cuero plegado en dos partes. Un marco oval dejaba ver a una foto de su rostro visiblemente alterada de lo que el creía era su apariencia actual.
Sin hesitar, el doctor se lo quitó de las manos , como la madre que quita al niño un juguete después de retarlo.
Lo observó, en lo que interesaba, y lo revoleó en forma centrífuga en su escritorio.

- A ver cuentemé . ¿ Qué le anda pasando ahora…?-

El doctor ahora sí se disponía por fin a escucharlo. Había puesto sus dos brazos por detrás de su nuca, los pies al frente del escritorio. Como si esperase un relato demorado.
Ese ahora, no le gustaba a Arriaga. Le preocupaba el antes.¿ Cuando se habrían conocido?. Que el supiese nunca.
Era su primera visita. Eso lo tenía claro. Al menos, pensó.

Pasó a describirle los pormenores de su caso. La angustia reprimida por la muerte de su querida mujer . Los excesos que abundaban en la última parte de su vida. Y claro.
Lo que lo había traído su consulta. Esa visión recurrente del más allá que lo perturbaba.
El psiquiatra lo escuchó por veinte minutos exactos de reloj.
Lo confirmó al cesar el monólogo de parte, y cerciorarse en su muñeca.
Lejos de sorprenderse por los acontecimientos, prestó su mayor atención a los fenómenos descriptos por Arriaga tan llenos de inventos y tecnicismos.
En particular, ese suceso de los “ air bags” que no aguantaron la presión del choque frontal. También escucho con atención, la última conversación que mantuvo con su esposa vía celular, ya en pleno viaje ,en el Río de la Plata.

A pesar de la alucinación recurrente en la que recaía Arriaga, le sorprendió sobremanera a el doctor Paredes, la elegante construcción retórica que imprimía a su relato.
Lleno de objetos ilusorios creados por una mente enferma tratando de sostener un discurso post traumático que destilaba dolor e insania.
El salto temporal al que aludía tan lejano e irreal. Imposible de refutar. Sólido y coherente, a pesar del desvarío emocional.
En cierta manera le daba pena Arriaga. Podría tratarlo de la forma protocolar a la que estaba acostumbrado. Electroshock. Internación preventiva en una institución en boga :
el recientemente inaugurado Neuropsquiátrico Hospital “ José .T. Borda”
No le costaría nada ejercer su potestad. Levantar el teléfono y llamar a dos enfermeros para controlar a Arriaga. Le pondrían las correas de cuero que se acostumbraban en estos casos. Una solución sedativa para su traslado y fin de esta historia.
Así de fácil era.
Pero quería darle una oportunidad más. Debía hacerlo entrar en razones. En el estado en que estaba podría incluso llegar a provocar daños. A su propia persona,a terceros. Máxime, a sabiendas que conducía un automóvil. Un Ford Mercury último modelo.
Lo había observado llegar desde su ventana del consultorio dos horas antes.
Ahora las cosas eran distintas. Si se mantenía en su tesitura negativa de la realidad, lo obligaría a asumir las consecuencias. Conocía muy bien estos casos y sus derivaciones.
Principalmente, las de orden administrativo, en la responsabilidad inherente a un médico de cabecera al tratamiento y juicio de un paciente con estas características.
Lo llevaría contra las cuerdas, y lo obligaría a tirar la toalla.

- ¿Así que su mujer traslado una camioneta en tres horas hasta Montevideo, mientras usted le hablaba continuamente por teléfono desde Buenos Aires?...¿Tiene algo que pruebe esta historia absurda Arriaga?-

Al escuchar esto, pensó en dos posibilidades. Una que efectivamente no estaba en la época a la cuál creía pertenecer. Otra que el suceso tan trágico a sus emociones le jugase una mala pasada interfiriendo con la noción real de los acontecimientos.
De cualquier forma, tales eventos habían sido registrados en su teléfono celular que guardaba en el interior de su saco. De él obtendría las pruebas irrefutables y las certezas de la muerte del ser querido.
Sentía el peso del adminículo en el bolsillo interno del lado izquierdo.
A él dirigió su mano, que se posó rápidamente en el prisma metálico extrayéndolo.
Una vez en su mano. Sus ojos no acreditaban lo que veían.
Un tarjetero de metal a la vieja usanza, con las iniciales de su mujer labradas en la chapa de plata.
Lo abrió pensando encontrar finalmente ahí lo que recordaba su trastornada psiquis.
Sacó una tarjeta de su interior y leyó absorto para su interior las líneas inscriptas.

- Inés Saenz Arriaga, Médica Obstetra , U.B.A, Apolinario Figueroa 402, Capital Federal, Buenos Aires. Teléfono: 22 – 7070.-

En ese momento, al observar estos datos confirmatorios de la identidad de su esposa junto a las evidencias demoledoras que se exhibían a la luz del día, su discurso colapsó.
No ensayó ninguna disculpa reparatoria de lo que venía argumentando. Se sentía confunso y desorientado. No interpretaba si la alucinación era esta realidad abrumadora, o aquella otra en dónde construyó el relato reciente. No sabía a ciencia cierta cómo sortear esta entrevista en el nosocomio sin que ello le acarriase una internación.
El tono intimatorio en la voz de su doctor se lo sugerían. La mano inquieta que sobrevolaba el teléfono negro, dando pasos de dedos por sobre el tubo, se lo presagiaban. Mejor sería entonces quedar libre del alcance de la institución, por lo menos en esta etapa esclarificadora.

- Y, ¿ en qué quedamos Arriaga, 1947, o Dos mil y cuántos me dijo…?

Visiblemente consternado aceptó de buena gana los consejos del doctor. Estrechó su mano y prometió una rápida consulta, apenas se re estableciese de la intoxicación automedicada . Pagó su consulta en unos billetes para él desconocidos y se fue.
Aún en la calle, junto al auto, levantó su vista hacia el consultorio del doctor.
Este se encontraba junto a la ventana, apartando la cortina con sus dedos.
Pareciera cómo si esperase ese cruce de miradas. Esa confirmación implícita de la realidad que le ofrecía el paisaje urbano.
Lejos de sorprenderse parecía inmutable al hecho de él estar abriendo las puertas de un vehículo tan moderno. Pensó en hacerles señas ahí mismo junto a s Ford Mondeo 2011.
Mejor era desembarazarse de este suceso absurdo, y meditar al respecto.
Subió a su auto y se marchó.

En la noche del día 15 de Octubre de 1947, en circunstancias del hecho aún no establecidas, un vehículo con un ocupante , se precipitó a las aguas del Río de la Plata. Testigos del hecho, afirman la versión parcial de un vehículo del marca Ford modelo Mercury arremeter deliberadamente contra el vallado que separa de las aguas en la escollera Norte. Sin dificultades aparentes, un hombre de mediana edad aceleró por la avenida costanera e imprevisiblemente enfiló su vehículo a gran velocidad a uno de los pocos tramos del barandal de madera que separan a las aguas del río.
Horas más tarde , equipos de prefectura removieron el vehículo, confirmando la identidad del occiso:
Ernesto Ezequiel Arriaga, masculino 52 años de edad.

En la mañana siguiente, un pordiosero recorría el lugar del hecho, en procura de las sobras de un día de pesca. Buscaba las colillas de cigarro a medio terminar que habitualmente los pescadores dejaban. Halló algunas junto a unas extensas marcas de frenado en el pavimento.
A escasos metros de distancia, recogía atónito un extraño adminículo que lo sorprendería. Un aparato de aspecto inusual, a juzgar por la pantalla y teclas de su interior. Una vista detallada, le deparaba con una única frase que titilaba en el fondo oscuro del cristal: “1 llamada perdida, Inés 22:04pm”.
Lo observó con detenimiento pero no pudo hacerse de una idea concreta de su función.
En todo caso, le serviría como moneda de canje en algún momento. Guardó el aparato en su bolsillo y continuó la marcha despreocupada por la avenida Costanera.

Esteban Silva








miércoles, 10 de agosto de 2011

No me interrumpan




No me interrumpan Solo eso les pido Ni para atender el teléfono Ni siquiera para comer No necesito de sus sabios consejos No quiero distracciones de ninguna naturaleza a la hora de escribir Tan difícil no es entenderlo Si fragmentas todo el tiempo la conciencia lúcida e inspiradora sólo obtenés vestigios de lo que quisiste decir Trazos Un rompecabezas ilustrado lleno de marcas y hendiduras por dónde se filtra la argucia y argumentación Y yo no quiero eso Quiero ser repentista Creativo Quiero algo sólido Tallado en la roca pura Esmerilado y concreto Para darle brillo y sostenerlo entre mis manos Una esfera Eso quiero Pero de metal Para que no se parta en la primera caída De acero sólido Inoxidable mejor Para que perdure en el tiempo Pero hueca Fácil de cargar No tan pesada Sino nadie la querría Mejor hacerle tres agujeros Para asirla cómodamente O un agarre dónde introducir la mano y sondear su interior Eso No tan redonda Es una forma muy común Y yo quiero ser original Oblonga mejor Desinflada Sin Pretensiones Canchera Pero Quién querría un objeto como ese Un museo de arte moderno seguro Pero yo no comulgo con el abstraccionismo Soy mucho más concreto Por eso escribo Tal vez No lo sé


Esteban Silva

martes, 9 de agosto de 2011

Aroma a Mierda


Nunca había tenido la ocasión de estar internado. Mucho menos intentar defecar en una cama acostado. A la consabida mala posición horizontal producto de la terapia intensiva
sumaba un vendaje femoral, producto residual del procedimiento de cateterismo.
Una especie de momia de una sola pierna. Los movimientos reducidos por el incordio, y un estreñimiento padre debido a la retención intestinal común en estos casos.
El traslado desde el quirófano no había sido sencillo. Debido a mi tamaño, en varias ocasiones tuve que esforzarme por no perder los pies en el trayecto.
También cuidaba que en el trajín del vaivén, no se volase el único atuendo que cubría mi anatomía. La mano izquierda sostenía el suero por debajo de la sábana descartable y la derecha hacia denodados esfuerzos por controlar lo volátil del atuendo.
Afuera esperaban mis seres queridos, junto con otras ochenta personas desconocidas, que imagino pugnaban por un turno o atención. Apenas salí de la última curva, las manos de mi mujer y mi madre se posaron en mi frente confiriéndome aliento.
Como es habitual, el camillero desoía el pedido de los familiares de dilatar el traslado.
Su única concesión es una parada necesaria frente a los ascensores, minuto en el cual, se produce el ansiado interloquio. Una tenue penumbra me esperaba en la sala de terapia.
Hacía ya dos horas que habían dado la cena. Mi bandeja reposaba a escasos metros fuera de mi alcance. Ví que la enfermera se encontraba atendiendo a una paciente con dificultades. Por tal motivo le pedí a una auxiliar de limpieza que me alcanzase mi cena.
De mala gana , lo hizo. Una bandeja con calabacines y una milanesa en la parte superior eran la cena. Volví a solicitar la asistencia:

- ¿Me la cortás, por favor?.

Volvió a hacerlo, se quitó los guantes de látex con que estaba limpiando culos, y me la cortó prolijamente. Comí despacio y voraz, la desabrida y fría vianda de hospital. Hacía dos días que no probaba bocado. Al ayuno normal de las intervenciones , se había sumado una serie de dilaciones en su ejecución. Por eso disfrutaba ( en parte ) este insípido pero requerido envío de alimentos.
A una hora de la frugal cena, me dio ganas de defecar. No lo había hecho en los cuatro días de internación. Era el momento menos indicado, claro, pero no había opción.
Lejos de escoger la ocasión propicia para el acto vandálico, el organismo sabe protegernos de ciertas incomodidades de expresión. Por lo menos así lo había hecho en las incontables situaciones de traslado fuera del hogar a las que me había expuesto.
Bueno, ahora la situación era otra. Un deseo irrepresable en la compuerta dos tronaba anunciándose.

- ¡ Enfermera, la chata..!.

Solícita, me alcanzo el adminículo, no sin antes advertir:

- ¡ Ojito flaco eh, que estás recién operado, no hagás fuerza..!-

A lo que yo pensé para mi interior:
- ¡No¡…Si la voy a sacar con telepatía…

Una vez con la chata en mano, la deslice por debajo del ano parsimoniosamente. Quería conferir que la línea tope para la recepción y la boca de expendio se encontrasen de forma ajustada. También comprobé que para dar la luz suficiente al envío, era necesario apartar bien las nalgas para que éstas no participasen del espacio receptor contaminándose.
Tomadas estas precauciones me dispuse a cagar como Dios manda.
Lejos de conseguirlo, abundé en esfuerzos medidos, en los cuáles lo único que conseguía era amplificar el sonido de las flatulencias en la caja receptora.
Triste destino el del paciente que se ve enfrentado a estas afrentas pudorosas…
No había caso, a pesar del requerimiento estomacal, la máquina no se encontraba dispuesta para hacer el despacho correspondiente. Cansado de la cuña plástica en mi trasero, la retiré para otra ocasión pertinente.
La enfermera que observaba el lance mientras rellenaba planillas en su cubil me expreso:

- ¡ Calmáte flaco, que hacés mañana tranquilo…!

Escuché el consejo perspicaz e intenté dormir. Al cabo de veinte minutos de infructuoso intento caí en la recurrente realidad del deseo que me animaba. Las ganas de cagar.
Recuperé la chata que descansaba en la mesa de ayuda junto a la cama. Repetí la maniobra de re entrada en la orbita preestablecida.
Ahora sí, me había prometido concluir con lo que había abandonado.
No había caso. Estaba tan estreñido, que a pesar de la buena voluntad empleada, necesitaba un impulso extra de fuerza para comenzar la descarga.
(Advierto al desprevenido lector, que las escenas siguientes son de alto contenido escatológico. Lejos de ofenderlos, quiero ser preciso en este envío, relatando con holgura y prolijidad los pormenores del caso.)
Algo duro en las compuertas obstaculizaba el resto de la carga.
Prevenido de lo peligroso del esfuerzo extra en la herida coronaria, decidí meter manos en el asunto. O mejor dicho dedo.
Un tapón símil corcho obstruía el orificio. Ejerciendo presión anular sobre los bordes de la circunferencia conseguí removerlo exitosamente.
El resto salía con normalidad. A intervalos regulares, confieso, debía compactar el en vio en el frente de la chata. Siempre pendiente de obtener el hueco necesario, para que los detritos no hiciesen contacto con mis nalgas.
Cuando iba por la cuarta compactación resolví que ya era hora de cambiar el receptáculo. Sin exagerar, el recipiente rondaría los tres kilos.
A tal punto, que en la extracción, el asa que se empuña para movilizarlo temblaba del exceso de carga incidental no programada.
Pesadamente lo deposité en la mesita junto a la cama.
El paciente de mi lado, resolvió darse vuelta con tal de no recibir el aroma a mierda de la exhaución remanente.

- ¡ Enfermera!, otra chata por favor. Ah, y más papel….-

La enfermera al ver la chata repleta de excrementos esbozo un leve signo de asco.
Tal vez, la idea ulterior de limpieza del aparato, la higienización titánica en ciernes. No lo sé. Lo que sí puedo dar testimonio de la liviandad del capítulo dos.
Contra la tendencia instalada que: “ Las segundas parte, nunca son buenas”, un segundo envío de mi autoría me dio el alivio necesario para emprender el merecido descanso.
Casi. Ahora los problemas eran otros. En el progresivo fulgor de la batalla algunas municiones y esquirlas quedan desperdigadas en el campo de contienda.
Con el papel que me había dado la enfermera, brazo cruzado mediante, intenté removerlas. Juro que lo intenté.
Cuando hube contado la toallita número treinta salir de la zona cero amarronada desistí del intento.
Y podría haber seguido así, como la incomodidad de dejar unos platos sin lavar, si no fuese por el olor circundante producto de la fricción frotativa.
Lo que no podían seguir así eran el resto de los pacientes de la sala que comunicaban en forma delatoria los particulares eventos.
Rápida de cintura, en tres paso firmes se acercaba a conferir el cuadro clínico.

-¡ Uhhhh…, Te cagaaste todo!-

En primer lugar, me pareció impertinente la frase. Desubicada diría. Nadie tenía por que ser partícipe de mi desgracia personal. Sí ya sé. Dirán que de cualquier forma, ya estaban afectados por el olor reinante en el recinto.
Es que en terapia, a la luz de los monitores se forja, una relación entre los pacientes afectados y el personal… Un helo cómplice arriesgaría.
Yo que en días anteriores me había negado rotundamente al “ baño” de esta enfermera,( por hacerlo mi mujer ) me veía en la obligación de solicitar sus servicios.

- ¿ Yyy, qué hacemo, te limpia mami?. ( sarcasmo puro e innecesario)

Acto seguido, así firmemente la baranda de la cama posicionándome de cubito dorsal y ofreciendo el culo desnudo para su higienización.

Esteban Silva





lunes, 8 de agosto de 2011

Las 3:33 AM.




Las 3:33 Am

Emiliano Dieheart despierta a las 3:33 AM en la quietud de su hogar. Sabe de la hora exacta a través de su reloj pulsera que invariablemente lo acompaña.
En la negrura de la noche ,el destello luminoso del display le da un panorama de su cuarto.
Su mujer lo acompaña de su lado con un pesado ronquido.
Había sido una semana difícil.
Tras un infarto que lo retuvo una clínica por cinco días ,se encontraba ahora en franca recuperación. Este desvelo inoportuno en horas de la madrugada se debería al desfasaje de horarios y drogas remanentes de su internación. Así reflexionó.
Pero al cabo de tres horas, con los rayos de sol filtrándose por la ventana, se hacía evidente que no retomaría el aliviador sueño tan temprano.
Se levantó, e hizo un té en la cocina a puertas cerradas. Con esto, quería evitar a todas luces el deslumbramiento de su esposa, que tanto había somatizado el episodio durante su transcurso.
Tuvo tiempo para pensar lo improcedente de su conducta alimentar. Miró por la ventana. Mientras acercaba la taza de té a sus labios se concentraba en la línea del horizonte. Acaso, proyectaba sobre su futuro y los cambios de hábitos recomendados por los doctores. No era un sedentario formal ni tenía sobrepeso. Empero, su condición de diabético no insulínico, lo había situado en la misma condición de riesgo coronario que la de un paciente obeso. Sabía de estos pormenores, pero hacía caso omiso con liviandad. Creía que su temprana edad de cuarenta y tres años, lo salvaguardaban de cualquier incidente cardíaco al menos, por una década más. Lejos de eso, un infarto de miocardio en la mañana fría del 1° de agosto lo devolvió a la realidad.
Al transcurrir su primer día oficial de hogar sin sobresaltos, daba por concluida una jornada en la que habían abundado las visitas. Junto con ellas, arribaban a la biblioteca media docena de libros, que eran los deseos de buena voluntad para su estadía fuera del circuito laboral. Si a eso le sumaba un sinnúmero de títulos en los que la lectura había sido abortada, o la creciente colección de las obras completas de Borges ( a la cual estaba suscripto semanalmente ) su misión sería imposible.
De cualquier forma, se sentía a gusto con ellos. Desde su arribo al departamento que había adquirido junto a su mujer, prometió en su interior no poblar las paredes de pesadas bibliotecas que poco aportaban en el contemporáneo mundo globalizado. A pesar de ello, tras dos años de morar en el edificio, subrepticiamente y a cuenta gotas, se fueron incorporando una cantidad visible de material de lectura que reposaba en ambas márgenes de la cama, en el vano de dos mesas de luz.
Juró vivir en un ambiente despojado. Babel tendría su hito en la habitación de huéspedes. Un moderno ordenador era el enlace con el exterior y el entretenimiento.
Después de chequear sus redes sociales por enésima vez ( y a pedido de su mujer ) regresó al cuarto matrimonial a la hora doce. Cansado, de una larga jornada en la que abundó el racconto amarillista, se despreocupó ahora sí, a entregarse al sueño reparador. Dio un beso, abrazó a su compañera e internó su pesado rostro en la almohada.

Al abrir sus ojos nuevamente tuvo la sensación de un deja vú.
El lapso transcurrido era tan corto que el cuerpo no lo registraba como descanso. Con la pupilas dilatadas por la adaptación a la oscuridad hizo un esfuerzo por comprobar que este reciente insomnio no tenía orígenes físicos. Comprobó fehacientemente que no tenía dolor alguno, Ningún signo vital relacionado con una cardiopatía podría comprobarse. Estiró su brazo y palpó toda la línea que va desde su dedo menor, hasta su bíceps. Nada se encontraba adormecido. Bien.
Dio dos bocanadas profundas de aire para medir su capacidad pulmonar. Lo normal pensó.
Ahora sí, tras inhibirse de forma premeditada de su acto reflejo, pulsó el botón de su reloj pulsera.
Las 3:35 AM. ¡Mierda! Pensó, otra despertada anticipada. Rápido de reflejos, recordó la hora similar del día anterior. Lo atribuyó a la simple casualidad. Pero en su disco rígido flotaba el dato tan particular de la “ coincidencia” horaria. Si descontaba el tiempo en que había chequeado sus funciones vitales, de seguro obtendría una marca muy cercana a la noche anterior…
Abandonó el devaneo estéril y se propuso continuar con el sueño infructuoso.
Los ojos cerrados giraban alrededor de las órbitras en pleno auge. La mente funcionaba a mil.
Sucesivas imágenes propias de la actividad diurna se envalentonaban en el cerebro pidiendo por actividad física. Intentó no doblegarse a ese deseo abyecto de su mente por una hora más. Cuando por fin se vio rendido a la inevitabilidad de emprender otra jornada elaboró prematuramente una estrategia a seguir. Si este síndrome de apariencia recurrente se instalase, sería necesario tomar medidas precautorias. En lo que iría del día intentaría descansar y a la noche se impondría un toque de recoger a la altura de las circunstancias.
Un segundo día con características similares al primero le quitaría todas las horas de la tarde en inacabables visitas.
Más volúmenes acumulados, más souvenires de ocasión. De todas formas y a pesar del cansancio notable, sus pupilas no evidenciaban sueño. Con mucho esfuerzo , resolvió cenar bien temprano para acertar el tiempo remanente de descanso. No le comunicó a su mujer de las particularidades de lo acontecido, simplemente le contó que había dormido muy poco los días anteriores.
Clara, que tenía una rutina muy establecida junto a él lo dejó hacer. Prefirió la soledad de la mesa del living para planchar la ropa acumulada. Encendió el televisor y bajo el volumen a un nivel inaudible desde el cuarto en dónde reposaba su marido.

Cuando por tercera vez consecutiva abría sus ojos en la madrugada, Emiliano Dieheart comprobaba de forma automática lo que su presunción ya había elaborado: Sí, la 3:33 Am con treinta y tres segundos exactos.
No se molestó en comprobar sus funciones vitales que se encontraban intactas. No obstante, implicancias de orden espiritual se instalaban firmemente entre sus preocupaciones.
A destajo su mente raciocinaba por querer encontrar soluciones científicas en contraste con su sentimiento. ¿ Le habrían instalado algún artilugio electrónico que debido a su mal funcionamiento disparaba esa alarma en el horario indicado?. Imposible. En su estancia en la clínica y a pesar de la reanimación exitosa de que había sido objeto, no le habían intervenido el corazón en la ocasión.
En su conocimiento previo sobre la técnicas corononarias, sabía que un marcapasos sólo era posible intervención quirúrgica mediante. Nada de esto había sucedido. Solamente fue necesaria una angioplastia y la colocación de una válvula Stent que desobstruyese la arteria afectada.
El suceso de la reanimación fue de hecho más grave. A su parada cardíaca en curso de infarto, un médico peruano de guardia resolvió exitosamente el incidente. Desfibrilador mediante, envió la cantidad necesaria de potencia para la re animación. Y con las drogas en los dosis acertadas consiguió retener la vida de su recién ingresado paciente.
Por eso, ahora, su principal duda en el planteamiento de está incógnita era quién , o qué cosa disparaban la alarma a las 3:33 Am todos los días. Para qué y con qué objetivo era partícipe de ese suceso numerológico ¿Qué pasaría si la bendita hora lo encontrase despierto? Que paradoja temporal ocurriría si se despertase en ese lapso en otra dimensión. Concluyó precipitadamente que sería el equivalente a despertar en el más allá, y por consiguiente estaría muerto.
Sería una advertencia lo que operaba en su vida entonces. Vaya a saber por qué motivo la vida le brindaba una oportunidad más y con qué propósito.
A partir de aquel momento , se propondría investigarlo.

A la mañana del día siete respecto de su intervención enfiló junto a su esposa para la clínica en dónde había sido tratado. Había resuelto hacer algunas indagaciones aprovechando la retomada de sus estudios y actividad cardiológica. Una vez concluída la visita, se dirigió a la unidad de terapia intensiva en dónde fue atendido. Quería agradecer por su vida. Pero también quería preguntar por cualquier episodio fuera de lo normal relacionado con la cama uno.
Debía actuar con perspicacia claro. No habría de exponerse al escarnio que se produciría si comentase los pormenores acontecidos hasta el momento. Saludó a las enfermeras. Hizo lo propio con los médicos de guardia. Aprovechó el cambio de turno de las enfermeras e invitó a un almuerzo en la cafetería del bar del Sanatorio. Esa, sería la ocasión propicia para ( historia personal mediante) investigar acerca del particular y anómalo suceso. Sin querer había trabado una sencilla amistad con aquellas mujeres que le habían soportado sus berrinches en la estadía. Por eso, si ambajes preguntó acerca de los sucesos anormales de la cama “ uno”. Ellas quedaron atónitas ante tal inquisitoria. Hicieron un silencio largo como meditando si confiar o no un secreto profesional.
Al final , una de ellas se animó tibiamente a revelar a ese sobreviviente los pormenores del caso.
Efectivamente, la incidencia de muerte en ese lecho era del cien por ciento.
Ahora, el atónito era él.
¿Cómo habría logrado sobrevivir a tan determinista profecía? .De todas formas las enfermeras advertían a Emanuel Dieheart que la incidentalidad de la “ cama” estaba dada por la asignación de casos de ultra gravedad. No oyó estas últimas palabras. Estaba intentando conectar al doctor Peruano con el hecho de haber sobrevivido. Preguntó por él. Le contestaron qué ya no se encontraba en el país. Que había regresado a su país en los días siguientes a mi partida
Apuró la reunión confraternizadota con una pregunta final: -¿recuerdan a qué hora se me hizo la re-animación?. Sí, ( respondió una de ellas ). A las 3:33, está marcado en la historia clínica…

Ahora, sin el artífice principal del acto esotérico sería difícil continuar con la investigación. No obstante Emanuel Dieheart no se dio por vencido. Intentaría sacar conclusiones estudiando detalladamente su epicrisis. Entonces, recordó la circunstancia que concatenaba la sincronicidad de los sucesos.
Había oído el pit de alarma predeterminada de su monitor de funciones vitales. En tren de broma logró sincronizar su hora pulso a la de la máquina a sus espaldas. Lo había registrado al partir de esa unidad .Comprobó como después de varios días transcurridos ambos relojes marchaban a la par y se marchó sonrientemente. En la actualidad dicho acontecimiento no le resultaba para nada gracioso. Cómo ese simple instrumento de medición anclado a su muñeca era una extensión maquiavélica del monitor en cama “ uno”. No lo sabía. Tampoco sabía sobre que conjuro animista había sobrevivido al fatal desenlace. Todo tendría un objetivo, se dijo para su interior.
Reflexionó que si su ser estaba desdoblado en dos planos de existencia, ese número jugaba un papel clave. Inmediatamente pensó en 3:33 x 2 = 666… La llamada de la muerte, o el siseo de la serpiente representada en “ La Bestia”. Volvió a sonreir de sus infantiles conclusiones.
A la semana siguiente su médico de cabecera lo auscultaba en su consultorio. Se encontraba repuesto y de buen humor. Seguía despertándose en la hora señalada, pero ahora había adaptado su ritmo a tales circunstancias. El profesional habituado al optimismo de las recuperaciones rápidas intimó a su paciente a levantar el pie del acelerador. No podía advertir el pulso en el pecho de Emanuel y se preocupaba visiblemente. Intentó en varias ocasiones y nada. Sin decir nada a su paciente pasó a un instrumental de mayor fiabilidad. Una vez activado el electro cardiograma la señales de vida no aparecían. Se disculpó , de alguna manera su instrumental se habría afectado con algún fenómeno metereológico y se encontraba inoperante. Para sus adentros se cuestionaba seriamente su rol de médico y su incipiente sordera. Al cabo de treinta minutos infructuosos resolvió dar por concluída la entrevista y derivarlo a un centro de importancia para mayores análisis. Había reunido un frondoso material de historia clínica solicitado a la clínica. Se lo confiaba a Emanuel Dieheart con la orden de derivación.

A su regreso a casa, Emanuel estuvo concentrado en el electro cardiograma de la hora cero.
Intentaba sacar conclusiones alfa numéricas de las sumas de los ritmos sinusales. Se fijó en todos los signos vitales. Habían ocho registros completos de las primeras dos horas de asistencia.
Estudió los otros valores que acompañaban a la frecuencia cardíaca. La frecuencia respiratoria, la saturación de oxígeno y la temperatura periférica. Sumó los valores asignados para cada guía y obtuvo un número síntesis. Cada uno de esos electros arrojaban un número distintivo, variables de una ecuación X. El número obtenido era : 6, 3, 2, 5, 8, 9, 9, 1.
De ahí al ordenador para obtener pistas.¿ Un número de documento?. Pensó en su padre fallecido de origen español y la numeración coincidente con el Registro para Extranjeros.
Sintió escalofríos. Al chequearlo comprobó que a pesar de ciertas coincidencias ( cantidad de dígitos, inicio y fin ) el resto de los valores no se correspondían.
Pensó en un número de expediente en alguna causa en que hubiese tenido intervención. Sería imposible su verificación. Probó con coordenadas . Un punto en el medio del océano Pacífico certificaba su despropósito. Así , pasó el resto de la tarde y los sucesivos días con tal de obtener un resultado de su incógnita. A tal punto se obsesionó con la ecuación que pensó desvariar.
Encontraba infinidad de soluciones a su acertijo. Pero después de arribar a precipitadas respuestas las desechaba tan rápido como las había propuesto. Al octavo día de su búsqueda se dio por vencido. Salió a la calle con el número en mente intentando cambiar de perspectiva y de humor.
A escasos metros de su edificio ingresó en una agencia de juegos de lotería y solicitó el número indicado. Por suerte el agenciero rastreo la cifra indicada, y prometió obtenérsela para esa misma tarde. Era un sorteo nocturno . En esa misma tarde retiraba el boleto de lotería con la certidumbre de no obtener beneficio alguno. El premio un pozo acumulado que rondaba los seis millones de dólares. Nunca se había hecho ilusiones con los juegos de azar. Si intervenía en este, era tan sólo para acabar las posibilidades, y para de paso tentar su suerte.
A tal punto se desinteresó del asunto que no procuró por el sorteo en aquella noche de emisión.

Al día siguiente ( mañana del sábado ) Emanuel Dieheart se aproximo al puesto de periódicos con un objetivo. Comprar el diario que le permitiese recortar el cupón , y así obtener el beneficio de adquisición de su querida “ Obras Completas”. Pagó al diarero el precio convenido y leyó distraídamente la portada del libro: “ Un Modelo para la Muerte” ( 1946).
En ese preciso instante le vino a la mente las instancias del sorteo y resolvió verificarlas.
Buscó en las páginas indicadas hasta dar con el resumen de los premios.
Cuando su vista se detuvo en el número indicado su alma quedó perpleja. En ese instante de lucidez comprendió a la profecía. Ya era tarde:
Un dolor masivo de miocardío se apoderaba de su vida. El pesado y perplejo cuerpo se estrellaba contra la acera dejando escapar al libro y a las páginas del periódico que ganaban altura con el viento.
Nunca supo, que la muerte le había jugado una broma pesada, en le breve lapso de tiempo en que escapó de su redil, volviéndolo a enlazar.


Esteban Silva


sábado, 6 de agosto de 2011

Infarto




Aprovechen
No me van a ver llorar tan temprano
Estas lágrimas que
más de dolor son de espanto
de ver a quienes me rodean
extender su mano gentil
por sostener mi aliento

Estoy aquí
en la cornisa de la vida
en procura de libertad
o de un tramo más de historia

Esteban Silva