sábado, 30 de abril de 2011

El Arrebatador de Mamushkas Inadecuadas



Hay dos tipos de Mamushkas.
Las adecuadas, que despliegan sus intenciones en una escalera de tamaños y las inadecuadas que encapsulan sus propósitos en su interior.
El arrebatador solo va por estas últimas.
A simple vista pasa por un inmigrante eslavo. Alto de ojos celestes y pelo rubio, comúnmente se lo ve merodear por las ferias de anticuario.
Posee un ojo avizor que detecta la maniquea maqueta maquiavélica de morondanga.
Nada lo detiene en su empeño al oriundo de Kazajstán.
Su paso firme y sincronizado. Su mirada adusta y severa.
Una barba de tres días completa el disfraz junto un piloto color caqui, que utiliza para consumar el acto delictivo.
El ex KGB, ve en esas cápsulas de madera siglos de opresión zarista.
La Guerra fría, Stalin, el Gulag, la revolución Bolchevique, los Zares, los cosacos…
Un síntoma post-traumático. Un alto nivel de ansiedad movilizan a la maquinaria bélica que hay en su interior.
Entrenada para ejercer un oficio. Hoy desactivado.
Como el galpón de artes gráficas donde vive, en el barrio de la Boca.
Y en donde al calor de una hoguera, destruye los fetiches, intentando olvidar su pasado.

Esteban Silva

viernes, 29 de abril de 2011

Escepticismo

Todo es mentira:


El amor proclamado
la vida después de la muerte
Las palabras
los gestos ampulosos
Los medios de comunicación
Dios
Las certezas de pedestal
el progreso indefinido
el alma
el sabio
las corrientes filosóficas
las religiones
los partidos políticos
la esperanza
la fe
Las fronteras
las razas
lo pensado e impensado
futuro y pasado

Paz
estado de conveniencia
Acordado entre unos cuantos
instinto, pulsión
solo el ego
es verdad

Esteban Silva

martes, 26 de abril de 2011

La tijerita


La tijerita

Hace unos años obtuve una tijerita de acero inoxidable. La herramienta en cuestión recaló en mis pertrechos debido a una herencia familiar.
Sin querer evocar “ Zorba el Griego”, los familiares más directos de mis abuelos, nos repartimos a su muerte, los más diversos enceres.
Yo no quería mucho, tan solo algunos objetos significativos saciarían mi vorágine fetichista. Entre ellos: una placa de reconocimiento a la trayectoria, entregada por el “ Centro de Industriales Panaderos”, una cafetera de mi abuela, y una tijerita de cortar pelos de mi abuelo.
Diminuta, de apenas dos centímetros de hoja, era empleada eficazmente para retirar el exceso velloso de la nariz , y porqué no el de las orejas.
Lo había observado, después de afeitarse ,estiraba su cuello en busca del ángulo pertinente que le permitiese el reflejo idóneo ,para la retirada pilosa de su nariz.
Gallego, greñudo por antonomasia, este adminículo era de vital importancia para el aseo y puesta en vigor de su anatomía.
Mi intención al recuperarlo, no era continuar con el legado utilitario de la cizalla.
Tan solo, quería un objeto preciado de su pertenencia, uniese para la posteridad los lazos afectivos que normalmente el tiempo, mella con el olvido.
Dado que en lo cotidiano, yo jamás haría uso de ella, imaginé en el más alocado de mis devaneos reflexivos que podría invocar la acción de mi querido abuelo desde el “ más allá”. A tal fin, cree una oración destinada a cortar la mala racha de un suceso castrense, que aplicado a una hoja papel, con la intervención de la tijera mediante, se disolvía por acción de esta.
Era simple, empecé con una mala racha de Boca. No sería tan jodido pensé, a pesar de los cuatro empates y cinco derrotas consecutivas.
Tomé la noticia publicada en el “ Olé”, y le produje los cortes pertinentes invocando la ayuda espiritual.
Listo el Pollo, al domingo siguiente Boca daba cátedra en la Bombonera con un espectacular 4-0. La última línea era un violín, el medio un engranaje aceitado, los delanteros dos francotiradores…
Claro, supuse, este evento no tiene nada de paradigmático. Es solo la simple coincidencia de un equipo que remonta los últimos puestos de la tabla por una necesidad imperiosa…
Por lo qué, el caso ameritaba de una prueba contundente alejada del ámbito azaroso de la esférica.
El segundo test de “ la tijerita” sería entonces propiciado dentro del ámbito académico o de las artes. A una sabida mala racha de participación en concursos fotográficos, decidí intervenir con la “ayuda extra” del fetiche persuasivo. Corte las bases del concurso en mano profiriendo el conjuro positivista.
Un segundo premio, con derecho a adquisición me devolvió la merecida alegría.
Ahora, de aquí en más daba por cierta la inferida súplica, agradeciendo la solícita ayuda de mi abuelo en la práctica ocultista.
Abusé del recurso, no lo niego. Cualquier breve traspié de la vida cotidiana me consumaba al acto reflejo de la oración invocada.
Así de simple. Un atajo a la felicidad, la certeza de lo concreto, al alcance de unas simples palabras.
Una vez, sin más, corté una racha de años en una cadena cinematográfica que exhibía solo filmografía de Hollywood.
Al cambio de la cartelera, sendos filmes europeos se exhibían mezclados con producciones locales, cortos, cine arte bah…
Todo este estado de cosas, tan particular y benéfico a mis expectativas se vio alterado un día impensado.
Un descuido del destino quiso que la tijera invocada se mezclase subrepticiamente entre las herramientas depilatorias, profesión de mi mujer a años.
A una simple búsqueda, la reconocí de inmediato. Al tomarla observé entre sus hojas unos pelos hirsutos extraídos vaya a saber de qué fuente.
Temí lo peor.
Efectivamente, a la semana siguiente el Club de mis amores emprendía una larga racha de altibajos que lo depositaría en el fondo de la tabla.
De los concursos , no volví a sacar un premio ni a los “ 20”.
El cine, recuperó sus consabidos bodrios Hollywoodenses.
Todo definitivamente iba para el culo.
Precisamente del lugar de dónde habrían salido esos “ Pelos” furtivos.

Esteban Silva

lunes, 25 de abril de 2011

La asfixia de lo cotidiano



Estamos llamados a ser Dioses.
A trascender la simple cotidianeidad de las cosas.
A irrumpir en el Olimpo sin previo aviso.
Avasallando con nuestras ideas lo perimido.
Escupiendo profecías a los más débiles.
Exaltando lo áspero
derrocando tiranías de oprobio y necedad
Afirmar
el concepto unido a la acción
que clarifique ejemplificando
en vez de advertir
destruyendo
La iniciativa de unos pocos que
coartados por angustia y por dolor
callan
la simplicidad de las cosas
no se presenta
ante los ojos del mundano
que vende estiércol por oro
seguridad por esclavitud
Manifiesto
ortodoxo, paradoxal
de una era sin héroes ni convicciones
llamada a perecer en el intento
Palabras que no verán papel
sentimientos desencontrados
Asfixia
de no poder gritar
- impune-
como lastre de ultramar

Esteban Silva

sábado, 23 de abril de 2011

Samurai




Con el filo de mi espada desgarré
un puñado de miembros en mi embate
y percibí
el rojo sustrato hacer muecas en el aire
de dolor
de súplicas no atendidas y de llanto
para qué
La ignominia instalada por su acción
rescaté
en un acto certero de pasión
cortando
Los débiles lazos
que los unían a la vida.

Esteban Silva

2,3,4,1





Al partir el alma se divide en dos
en aquellos a los que abandonamos
y en la alegría de lo que está por venir
promesas, ilusiones vanas
Un sinfín de contactos y direcciones
se van por un remolino
centrífugo
a lo más recóndito de la historia
presente, pasada, pendular
-quién sabe-
tres pasos en una dirección concreta
el ánimo que motiva al cambio
gestado sin pensar, sin análisis
tan solo percepciones acumuladas
en el espacio áurico de nuestra conciencia
de nuestro existir
anhelando lo intangible
tratando de compatibilizar
infligiendo ataduras del ego
al amor
-una palabra de cuatro letras-
tan solo eso
en el fondo solo somos
Un puñado de huesos trashumantes
en la pradera evolutiva
Una línea cronológica
que anima páginas en los libros
Un chiste sin final
al que apodamos
vida…

Esteban Silva

A mi Padre

Foto de Marcelo Coglitore





Cinco décadas de sudor al lado de un horno
Un millón de madrugadas lo vieron abrir sus ojos
Desde la temprana edad al auxilio de sus padres
Formando su carácter con resignación y cariño
El sacrificio fue la moneda corriente de sus horas
el cigarrillo la muleta que acompaña
Las manos duras y callosas
de asir hierros
de frotar masa de pan junto a la mesa
de sostener palas lustrosas de hollín y calor
El vapor al encuentro de su rostro
que solo observa el matiz indicado para la retirada
Las luz del día junto al torno
se filtra por la claraboya iluminando
un sinfín de artesanías que elabora
con recetas atrapadas en el transcurrir de una memoria
el trato cordial mediador que se aleja de todo conflicto
una debilidad tal vez
como el amor por su familia y sus padres
o el automóvil
su único pasatiempo de los lunes
junto a un almuerzo frugal de restaurant
premio y consuelo a su esfuerzo
Tanto
que de manera imprevista le paso factura
en una enfermedad diagnosticada
que sobrellevó con hidalguía por el resto de sus días
en los que vio pasar el casamiento de sus hijos
sus primeros nietos
su condición de abuelo
el dolor simplemente
de verse negado a disfrutar los años venideros
en la certeza impía del deterioro
La constancia magna de partir
con el amor de los suyos
a su lado
Un espacio vacío en la cama de mi madre
Unas flores junto a una placa con palabras sentidas
pero la constancia del amor por sobre todas las cosas
Todo ello y mucho más
es el recuerdo de mi Padre.

Esteban Silva

jueves, 21 de abril de 2011

Serpenteadores de Fronteras y calamidades


Serpenteadores de Fronteras y calamidades

En las frontera de las “ Tres Serpientes”, allá donde confluyen “ El impenetrable”, el Amazonas y la simple selva, miles de personas trashuman los límites de las naciones, día a día.
En la búsqueda de un sostén económico para la des-industrializada región, a diario, infinidad de encomiendas son transportadas por “serpentedores” de los más distintos orígenes.
Los productos que ingresan libremente del exterior a Ciudad del Este y Asunción, abandonan rápidamente la escala en suelo guaraní, en búsqueda de las grandes urbes de Argentina y Brasil.
Hay traficantes de todas las escalas. Tropas de personas reclutadas que actúan de forma coordinada, familias independientes emprendedoras, trabajadores por encargo. Y ocasionalmente, hay errores también.
Como la entrega equivocada de una encomienda de adornos navideños procedentes de China.
Sucedió el acto fallido, en el que un “serpenteador” encargado de embalar el envío, cambio accidentalmente la caja requerida. En su reemplazo, un conjunto similar en apariencia y peso fue de la partida, pero con la característica peculiar de tratarse de: juguetes sexuales para la venta en sex shops.
El paquete, que diligentemente estuvo a la hora señalada en la dirección prefijada, emprendió rápidamente su traslado a la capital porteña.
Silvina y Luis, se escapaban por un fin de semana en segunda luna de miel.
A su partida, habían prometido a sus hijos sendos regalos. Los menores de ocho y diez años recibirían una consola de juegos, la niña de nueve había optado por un teléfono celular multifunciones.
Un menor de tres, al cuidado de una de sus tías, se contentaría con volver a abrazar a sus padres al regreso.
Además estaba en pie la promesa familiar, de este año sí, proveer de los adornos navideños necesarios a un delicado pino que se erguía en el jardín, frente a la propiedad.
Por años Luis pensó que este sería el toque distintivo del espíritu de las fiestas. El buen pasar económico fruto de su trabajo arribaba en la hora justa.
Había idealizado este momento.
Por eso, a su regreso, disfrutó de sus hijos hasta altas horas de la noche, a sabiendas que el día siguiente se levantarían temprano para arreglar el árbol navideño.
Precisamente a primera hora del día, tres diligentes gurrumines se encomendaban a la tarea de desembalar los “adornos navideños”.
Los colores flúo y las formas novedosas llamaron la atención de los infantes. Muchos de los adminículos, no disponían de la sujeción necesaria para incorporarlos al pino.
De cualquier forma, los menores se las ingeniaban para sujetarlos prolijamente a la conífera, con unos trozos de hilo.
El menor de tres, que silenciosamente se había sumado al grupo de hermanos, testeaba afanosamente cada uno de los plásticos introduciéndolos en su boca.
Fue esa instantánea, la que percibió el padre de familia al despertarse. Aún con lagañas, se refregaba para poder negar lo que en principio sus ojos habían percibido.
Del pino, pendían una cantidad no precisada de adminículos sexuales.
El más feo de ellos, una vagina de imitación en escala real, con horribles pelos en su factura.
La niña, sostenía poderoso consolador de unos veinte centímetros, al que trataba infructuosamente de colocar en la punta del árbol, con la ayuda de una escalera.
El menor de todos tenía en su boca una especie de sonajero, de dudosa procedencia.
Escalofriantes pensamientos arribaron instantáneamente en la cabeza de Luis. La magnitud del daño ocasionado por la calamidad ocurrida, demandaba medidas reparadoras urgentes.
Sin hesitar, apartó a sus hijos a una distancia prudencial. Buscó un hacha del taller, y en dos certeros mazazos derribo al joven retoño.
Presa de su vandalismo circunstancial, roció de gasolina al derribado pino junto a los “ adornos navideños” y a la caja que los contenía.
Sus hijos observaban atónitos con lágrimas en los ojos la demencial furia de su padre.
En su interior pensaban que tal vez, el habérsele adelantado en la partida, había motivado la furia del progenitor. O quizás, simplemente un mal desempeño decorativo habría detonado el intempestivo embate.
Lo cierto, que esa navidad y todas las venideras en lo sucesivo, pecarían por la falta del “árbol” en las reuniones de fin de año.
Tan injustamente vedado, por la accidental maniobra furtiva, de los “ serpenteadores de fronteras”






Esteban Silva

viernes, 15 de abril de 2011

No se puede agradar a todos



Por más que lo intentemos, no se puede agradar a todos.
Ni en la temática escogida para desarrollar nuestro relato. Ni en las consideraciones o contenidos que surgen de él. Ni en la forma o estética que escogemos para plasmarlo.
Tampoco podemos pensar en un receptor ideal; testigo y adalid de la interpretación de nuestra prosa.
De las sutilezas emparentadas con metáforas conspicuas.
Del hilo conductor retórico que conduce a un sitio determinado y que en el momento exacto quiebra en un giro imprevisto.
No podemos esperar la risa cierta, ni la lágrima auxiliadora. No tenemos certeza de los cambios de ánimo, ni siquiera aún, al amparo visible de una mueca estentórea.
Triste destino el del escritor.
Que lidia con las palabras ideales durante horas. Para que en un último exhalar de su erudición entregue el término necesario que ilumine el concepto referido.
Que estudia el ritmo requerido para el formato y extensión de su narrativa.
Que hilvana con sus frases, segmentos precisos, teniendo en cuenta el cuadro general al que alude
Por eso, cuando advierto la más débil duda al respecto de mis escritos, pienso en la frase célebre de mi madre: “¡ Más vale criar chanchos..!”.

Esteban Silva

Tengo un trauma desde chico.




Tengo un trauma desde chico. A mis cinco años aproximadamente me electrocute con un tomacorriente externo, que se había desprendido de su soporte original.
Desde entonces mi relación con la corriente eléctrica ha sido traumática. En todas sus variantes.
Interruptores de luz donde la tecla esboza algún síntoma de desgaste me tensionan.
Los cambios de lámparas debo hacerlos previamente cortado la electricidad.
En un cambio de toma o al enchufar algo, me cercioro que esté apagado. El simple siseo de la corriente al entrar en acción me coarta.
Ni hablar de volver a levantar una térmica, cuando por algún motivo se desarma.
El corazón palpita agitado, un nudo en la garganta y un sudor espasmódico, complica aún más las cosas.
Volverla a accionar para mí es como tener la certeza de inmolarse. Que en el preciso momento de levantar la tecla, un chaleco explosivo suicida estallará irremediablemente volando a todo el mundo por los aires.
Ocasionalmente tuve que dar electricidad de un auto a otro con los cables. El chisporroteo de los bornes al entrar en contacto con el broche prensil del cable me aterraba.
Tuve que aprender a convivir con estos miedos. En mi condición de hombre heterosexual en pareja, me veo obligado a asumir ciertos riesgos emparentados con mi género.
No por ello quita que los haya superado.
En el fondo, sigo siendo el mismo cagón de siempre.

Esteban Silva

Una vez soñé.




Una vez soñé que había soñado.
Y el recuerdo vago, impreciso, era una abstracción.
De escenarios poblados de lugares comunes y personajes conocidos.
La trama, un enredo de traumas irresueltos a la espera de análisis pertinente.
La motivación, una angustia persistente ante la proximidad de un cambio laboral.
Fobias sublimadas, metáforas de bajo nivel expresivo, trasfondo existencial a la espera de resolución.
En fin, como decía, una cagada mi sueño…

Esteban Silva

martes, 12 de abril de 2011

Como distinguir un japonés de un chino y de un coreano




Mi mujer confunde los chinos con los japoneses y estos con los coreanos. Indistintamente aplica el gentilicio para las ocasiones que son menester. Nuestras visitas a los tenedores libres, las compras en los supermercados de barrio, y las ocasionales visitas a las tiendas de Avellaneda y Bajo Flores.
A mí tal circunstancia me altera sobremanera. Entiendo la confusión generalizada de occidente hacia oriente. La visión sesgada que interpreta la similitud de rasgos como prueba contundente. Pero, si queremos ser justos de un chino a un japonés hay una distancia enorme.
Sí, los dos tienen ojos rasgados, eso es evidente. También tienen la misma escritura, pero con diferente significado. Un puñado de escasas palabras se comparten entre ambos idiomas. Como el inglés y el español.
Un japonés es un norteamericano atrapado en un cuerpo oriental. Un consumidor abyecto de modas y tendencias. Un consumista nato, que vive la tradición como una carga del pasado, a la espera de su metamorfosis final. Conocedor de mundo, turista por antonomasia. Reservado, diligente en el trato bilateral. La excelencia, es la meta de su empresa. El trato justo, su moneda corriente.
El chino es un inmigrante nato , que ve en su nacionalidad una traba para conseguir su fin anhelado: “ El desembarco definitivo en los EEUU”. Carga con un pasado de opresión y faltas de oportunidades que muestra sin disimulo en su desalineado aspecto general, producto del trabajo forzado y del constante sometimiento económico de sus pares. Sobreviviente “ ad eternum”, residuo kármico . Su humor constante es la desconfianza, por más que en su desvelo, instale innumerables cámaras de seguridad.
La ventaja económica, es la meta de su empresa. Aunque en su empeño, esclavice a cuantos tenga oportunidad. Por lo general empleados de países vecinos en situación de precariedad de papeles.
El coreano, un “entreprenant” de la industria, que ve en el exilio una oportunidad aún mayor para su desempeño comercial. Es un oriental, de tendencia moderada al occidentalismo. De costumbres religiosas evangélicas, comulga muy bien en las regiones donde el viso de sus emprendimientos lo requieren.
Es el único, que tiene una interacción con nuestra sociedad, confluyendo en parte, dado las generaciones de vástagos que pueblan nuestro territorio.
Su trato es indiferente, pero justo. Mantienen el espíritu gregario de su comunidad, pero tratan comercialmente con sus pares argentinos. Son los formadores de la moda en las prendas de vestir, dado el manejo de la industria textil.
El problema, es que se puede tranquilamente confundir un japonés y un coreano.
Por su aspecto general, su apariencia, por sus costumbres, por su culinaria.
Acá en Argentina sería fácil distinguirlos. Por el grupo de pertenencia, por el lugar del que hacen uso, por el vehículo en que se desplazan.
El coreano exhala un vaho fortísimo , producto de la ingesta de “ Kimchy”, especie de conserva de repollo apimentado.
El japonés en argentina, es un argentino más, solo conserva sus rasgos como elemento distintivo. Son muy pocos. Hablan el español porteño y practican todas nuestras costumbres. El japonés es “ mal considerado “ raza amarilla, pues su origen se debe al flujo migratorio del pueblo Inuit en la región de Hokkaido, ( Norte de Japón próximo al Ártico ) por lo tanto serían considerados como “raza blanca”
Espero con este breve anecdotario de “ tips frecuentes”, poder arrojar algo de luz en la comprensión de estas tres razas.
Mina san, omedetoo gozaimasu.¡ Sayonara!
Esteban Silva

lunes, 11 de abril de 2011

Sobre el Mate y otras “ yerbas”…


Sobre el Mate y otras “ yerbas”…


Sobre el mate se han explayado largo y tendido. Han enumerado mil razones por las cuales la infusión se encuentra entre las preferidas de la población. Comenzando por el ritual, que afianza los vínculos sociales, la interacción entre las personas que participan de una ronda, el traspaso de mano en mano que de alguna manera simboliza solidaridad , inclusión, nivelación y tantas otras bondades.
Se habla de la iniciación a temprana edad en la práctica, lo que conlleva a reafirmar los lazos desde temprano con la bebida. Las características proteicas, o por lo menos inocuas de la infusión, hacen de su uso prolongado algo inofensivo, recomendable en algunos casos.
Todos estos atributos “ favorables” según la visión generalizada de la población, no hicieron mella en mí en lo más mínimo.
De familia española/italiana , estuve desde niño alejado de la práctica tan común para los argentinos.
No es en todo caso que “ el mate”, estuviese prohibido en mi casa, ni mucho menos.
Si me apuran, hasta podría citar una foto familiar en los bosques de Necochea, donde reunidos a la sombra de unos eucaliptus, mis padres saboreaban el brebaje herborístico en un cuenco de calabaza.
Pero ese no es mi caso, desde chico me vi alejado del mate, tanto en su versión tradicional de sorbido a bombilla como en la refinada de saquitos.
A tal punto mi aversión a la bebida se acentuaba, que en un intento por perpetrarme en un jardín de infantes a mis escasos cuatro años, una rotunda negativa a la ingesta de la compulsa merienda me alejo para siempre.
Esa impronta tan gestual en los orígenes de mi existencia , me marcó para el resto de mi vida.
Hay quienes dicen que yo: “ siempre fui un asqueroso desde chico”, y eso es una verdad, a medias…
Porque en lo que respecta al mate, mi negativa estaba basada tan solo en el sabor de la bebida.
Visto en perspectiva, casi podría afirmar que mis gustos desde la temprana edad no sufrieron modificaciones a lo largo del tiempo.
Eso puede observarse como bueno o malo según se juzgue…
Malo, porque habla a las claras de la poca vocación de cambio, escasa sociabilidad, nula participación en el colectivo generacional.
Bueno, porque demuestra mi invulnerabilidad a las costumbres, el desapego a las tradiciones etarias como el cigarrillo , la bebida alcohólica, las drogas o cualquier manifestación de identificación cultural.
Yo creo que es solo una cuestión de gustos, que no hay nada más allá de esta elección individual.
No hay una valoración moralizante o de cualquier índole.
Visto de una manera práctica, es más difícil aún , no encajar dentro de una de estas costumbres sociales.
Por la desconfianza que ello implica en el imaginario de grupo. La no pertenencia en parte, del común denominador que aglutina a la tribu.
Es cultural. Lo que pasa, es que por lo general cada persona tiene un número de costumbres determinadas y se encuentra “ abierta “ a nuevas experiencias.
Asume con beneplácito, estas normas de identificación. Se retro alimenta viviendo la asimilación como parte fundamental del proceso de sociabilidad.
Yo me asumo como un ente autárquico que vive en sociedad. Una entidad paralela que toca tangencialmente al conjunto, en busca de cuestiones afines.
Identificándome, pero manteniendo la distancia necesaria como para actuar de forma independiente.
Tal proceder, confunde a un observador externo. Hay una tendencia a la generalización y al encasillamiento.
Si te gusta una cosa, te gusta tal otra. Si te vestís de determinada manera.. . El trabajo que ocasionalmente te acompaña también te define.
Frente a los de los demás.
En el fondo, sigo siendo “ yo” mismo, en constante evolución.
Es imposible fragmentar el tiempo, detenerlo en un instante preciso. Siempre va a ver una fracción menor, divisible en si misma. Una y otra vez.
La personalidad es un poliedro de mil caras. A cada instante esculpimos nuevas facetas en la búsqueda de la perfección. Como las piedras que se bruñen constantemente en el lecho de un río.
O como el escultor que perfecciona en su tallado una forma.
Definitivamente, karma.

Esteban Silva

sábado, 9 de abril de 2011

“Padre”


“Padre”

Estación de Constitución, día domingo 11: 30 Am.
Caminando por el barrio, compruebo que la agencia “ Argenper” de envíos y remesas al exterior se encuentra cerrada. – ( Je, como lo supuse )-
A la salida de la estación en una de las bocas centrales se encuentran dos negocios enfrentados, uno de fiambres y encurtidos, el otro una carnicería.
Ambos, tienen precios muy acomodados ,conforme al tipo de público que circula en la estación. En la calle, un banner se destaca en una de las columnas de ingreso con el anuncio – Asado, precio del Gobierno : 10,50$-
Decido aprovechar la oferta.
Cola moderada de diez persona en mi frente, fila india, espero.
Escucho una discusión entre el carnicero y un cliente.
- Bueno Papá,¿vas a querer o no?
- No,lo que pasa que acá dice una cosa, y cúando pedís es otra,a..-
- Mirá, acá es corta la bocha, ¿vas a llevar o no?, acá no tenemo tiempo para boludeces, ¡Mirá la fila que tengo..!
-B,bueno, dame tres kilos-
Y se da por zanjada la discusión, mientras que tres tiras de asado grasosas ingresan en un bolso obrero, acomodadas junto a un desodorante “ Axe” y un par de medias recién compradas.
(Mi turno)
- Padre-
¿Aquel asado de la otra punta es el mismo precio?
- No Papá, ¡tenés que preguntar primero!, ese sale 28,50$ el kilo…-
(¿ Tenés que preguntar primero?, ¡que carajos estoy haciendo troglodita de mierda!)
Dame dos tiritas entonces, esas que tienen poca grasa al lado del vidrio…
Tenso, pero indemne, me cruzo al puesto de enfrente a comprar un pedazo de queso.
Una vidriera bien acomodada exhibía una gran variedad de quesos cremosos y Port salut de distintas marcas, envueltos en un film transparente, fraccionados mitades de horma.
- Padre- ( Nuevamente, la interlocución retórica pretendidamente intimista o halagadora)
Me das un tercio de ese queso ( señalando la media horma)
- JeJe..,¿ como un tercio?, el queso se vende por un cuarto, medio, tres cuartos..-
( Acto seguido, comparte la coloquial charla con una compañera próxima, que inmediatamente, actitud corporativa mediante, reafirma la postura inicial)
UN-TERCIO-DE-ESE-PEDAZO, lo dividís en tres, y me das uno ¿OK?
- A mi en la escuela no me enseñaron así, debo ser burra entonces..-
(¿ Porqué a mí?, siempre me pasa lo mismo, ¡me tragaría dos granadas Mk5!)
Mirá, dame ese pedacito suelto que tenés ahí…
Ah, y una “Cepita” de naranja.
( Guardo el violín en bolsa, y me voy mascullando bronca..)
A escasos veinte metros advierto que el jugo no traía la pajita correspondiente.
Mi mujer que me había acompañado todo el trámite y se dividía las bolsas de compra a mi lado dice: ¡ Dejá, deja, que mejor voy yo….!


Esteban Silva

viernes, 8 de abril de 2011

La moto




La moto


Hay quienes piensan que la moto es solo un medio de transporte. Están tremendamente equivocados…
La moto, como elección, es una postura de vida. Una actitud frente a lo que nos rodea.
Constantemente con el uso de la moto, nos enfrentamos a diversas vicisitudes en las que debemos aplicar el criterio, la economía de recursos, el arbitrio a la hora de transportar nuestros enceres, o elegir nuestra ropa.
La moto demanda de toda nuestra atención al conducirla. Es un manejo focalizado, consciente. La misma vulnerabilidad, hace menester la concentración.
Es imprescindible no cometer errores. Dependiendo del trayecto, debemos asumir que contamos con la fuerza para atravesarlo. Para conducir en circunstancias desfavorables, como la lluvia o de noche. Vientos cruzados que desestabilizan el andar. Obstáculos permanentes en el recorrido. La constante precaución en el tráfico a la menguada visión lateral de los automóviles.
Con la moto maximizamos los recursos. Economía de combustible, economía de tiempo disponible con respecto al traslado en otro medio de transporte. Como actividad de aire libre, baja el stress producido por el tránsito en las horas pico.
La decisión de la moto por el automóvil tiene en primera instancia un ánimo de ahorro.
En todo sentido. De tiempo, por la practicidad de arribar a nuestro destino, estacionando en el sitio requerido. De dinero, por el bajo mantenimiento del motovehículo, tanto en sus partes como combustible. De dinero también en los aspectos generales, como la baja penalización acumulable, a tiempo de pedir un libre deuda para la obtención de una nueva licencia de conducir o la compra/venta.
La moto avanza inexorablemente hacia su objetivo dejando atrás las dificultades.
Es una expresión de individualidad. De conducción y toma de decisiones.
De ansias de libertad, de rebeldía. Antisistema. Es una manifestación del “ Yo “.

Esteban Silva

miércoles, 6 de abril de 2011

La vi en el Parque Centenario







La vi en el Parque Centenario

La vi en el Parque Centenario, en una tarde de domingo de abril.
Estaba en un puesto de juguetes, esos que están próximos al Museo de Ciencias Naturales, frente a la avenida Ángel Gallardo.
Se destacaba entre todos los autitos de colección que la enmarcaban.
Enseguida al verla pensé en llevarla a casa. A compartir mis horas con ella, a disfrutar de su encanto contenedor.
No fue fácil convencerla, regateamos un poco su valor, pero al final conseguí llevarla conmigo.
Al principio me parecía simple, ajena, natural pero deslucida diría.
Pero con el tiempo me aboqué a su magia, completando cada uno de sus huecos, llenando con holgura sus cavidades deseosas de mis presentes halagadores.
La teñí de azul y blanco, para destacar aún más sus atributos. Estaba rebosante, la luz le daba de lleno en su anatomía. Brillante, tras las dos mamparas de vidrio que se deslizaban por delante de ella.
Hoy en día es un orgullo para mí verla tan completa, tan vivaz y multicolor, mi querida repisa de “ Hots Whells”

Esteban Silva

martes, 5 de abril de 2011

Prestar los juguetes o no “That´s the question”





Prestar los juguetes o no
“That´s the question”

Para mí, hay una cuestión fundamental que marca el carácter de una persona, aún desde su más temprana edad. Su altruismo.
Sin ahondar en ensayos sociológicos basados en pruebas fidedignas de campo, me arriesgaría a decir que: “ Quién a los tres años no presta los juguetes, difícilmente de adulto sea un hombre de bien”.
Esta afirmación rotunda, tirada de los pelos si se quiere, parte del la premisa básica de verificar en nuestro entorno cercano , la veracidad de dicho paradigma.
Y no es que al crecer, ese ser humano que una vez nos negó el temporario uso de un juguete, tenga un destino definitivo de mala persona.
Puede hasta ser una persona de bien, calificada en sus quehaceres, profesionalizada, un éxito. Lo que afirmo, es que en el fondo de su personalidad se encuentra un páramo yermo de filantropía. Un terreno inhóspito en dónde no florece la hidalguía.
Y eso define el ámbito general de las personas. Su capacidad de ser solidario, de ayudar al otro aunque sea en cuestiones mínimas.
De sentir la desgracia ajena como propia, o al menos , poder vislumbrarla.
En contrapartida, pensémoslo bien, quien de chico era desprendido con sus objetos personales, de adulto seguramente conserva esa actitud dadivosa de su infancia.
La generosidad, seguramente está presente en su vida diaria. El buen juicio en la mediación de una empresa, el trato cordial y justo, la honestidad, en fin.
Claro, ya habrá quien diga que estas afirmaciones tiene como inspiración a la “ensayística” de José Ingenieros…
Puede ser, algo leí por ahí.
Lo mío es algo más chiquito, inocuo ,inocente diría.

Esteban Silva

La cala y Yo




La cala y Yo

A decir verdad, no es que no me gusten las benditas flores.
Tuve dos encuentros desafortunados que me marcaron para siempre.
El primero, a mis escasos ocho años, cuando visitaba la casa de mi abuela materna.
La casa era una construcción de chapa industrializada, parecida a los famosos conventillos de La Boca, aunque también suelen ser vistos por toda la zona sur como Avellaneda o Valentín Alsina, este último residencia de mi abuela Matilde.
La casa estaba emplazada en la mitad del terreno sobrando dos amplios espacios a cada extremo. Uno atrás, dónde estaba el limonero más añejo y productivo qué vi en mi vida, y otro adelante con dos cuadrados de cuatro por cuatro con un sendero al medio como división.
La entrada, flanqueada con estas dos grandes masas abigarradas de flores contrastaba con la construcción decadente a sus espaldas.
Era como comer cocktail de langostinos y falda parrillera de plato principal…
A pesar de ello, disfrutaba de esta entrada magistral, con las calas a la altura de las manos, para ir acompañando suavemente con el roce de la mano en mi trayecto las erguidas flores.
Y no es que recibiesen tratamiento alguno, no. La aráceas sobrevivían con hidalguía haciendo caso omiso del destrato de sus ocupantes.
Eran plantas salvajes por donde se las mire, que encontraron el suelo fértil a sus requerimientos, ayudados por el escaso sol de la cara sur de la fachada, y la sombra permanente del caserón de chapa.
Un mal desagüe, que daba directamente a este sitio, proporcionaba aún más, el sitio propicio de anegamiento, que es el elixir de la susodicha planta.
En un rapto de romanticismo, me predispuse oler una de estas flores, embelesado por su aroma tomé con mi mano el único pétalo que conforma la flor, mientras que con la otra sostenía el tallo turgente, acercándolo a mi apéndice olfativo.
Para qué. Del peristilo surgió una enorme araña peluda , que llegó incluso acariciar mi nariz. Di una reculada tal, que fui directamente a parar de traste a la masa de flores homónima a mis espaldas. La superficie, una especie de pantano dónde sumergí mis tiernas manos, estaba llena de tallos filamentosos como de plantas acuáticas.
Jamás pensé que ese conglomerado de plantas fuese una trampa mortal, tan bien orquestada. Demás está decir, que nunca arranqué un tallo con mis manos por el resto de mis visitas en esa casa.
Lo que sí confieso, me dediqué a hostigarlas con una espada que tenía hecha de una varilla de aluminio, o cuanto palo encontrase como fusta.
Y mi altercado con la especie hubiese concluido ahí, si no fuese porque al promediar mi juventud, el destino quiso que nos encontrásemos nuevamente.
Un noviazgo idealizado de mi parte, en el que había más expectativas que certezas, me jugó una mala pasada. Habida cuenta del gusto particular de la flor por la entonces candidata, resolví manifestarme con un puñado de estas, a modo de presente halagador.
Para la ocasión, había resuelto que el envió de las gramíneas fuese de características especiales. No conforme con la vulgaridad del color usual blanco, encomendé un hermoso ramo de calas rosas, por las que aboné en una infructuosa suma, producto de lo exótico del envío.
Ahora sí, con este manifiesto, pensaba “ calar”, en lo más hondo en los sentimientos de la doncella.
Nada de esto ocurrió, apenas un comentario a la pasada tuve como retribución de tan magnánimo gesto.
Desde ese día, juré para mis adentros, que jamás volvería a contactarme con esta flor traicionera que tanto me maltrató

Esteban Silva

sábado, 2 de abril de 2011

Hoy me desperté Muerto




Hoy me desperté muerto.
Me di cuenta al intentar abrir los ojos. Una rigidez post mortem me atravesaba el cuerpo y habitaba en lo más profundo de mi ser.
¿Así es?- pensé- entonces esta conciencia parcial que reflexiona en estas líneas es el famoso alma. Y la luz blanca, ¿los ángeles o demonios al encuentro?.
Tan solo esta existencia deteriorada, de carne en proceso corruptivo, inerte,amorfa.
Lo advierto.
No demorarán mucho en encontrarme. Así, con las manos cruzadas y la sábanas revueltas, las medias sucias tiradas en un rincón y una pila de libros sin leer en la mesa de luz.
¿ Cómo es que no sentí nada al partir? – claro, si estoy acá todavía -
- ¡Esos chinchulines me cayeron para el culo!-
Es eso, seguro, un ataque masivo al miocardio, producto de mi creciente colesterol.
-¡Mierda!- Ni un solo aviso, ni una advertencia previa que me previniese.
¿Quién carajo programa estas muertes?
Ni bien llegue arriba o abajo presento una queja…
Que mal organizado está todo, seguro porque es una muerte regional..
¡En el cul du monde! Claro. Esto no debe pasar en el primer mundo
Mirá el día que hace…¿No lo podían haber dejado para el invierno?
Digo, que se yo. Para mantener todo más aséptico.
¿No deberían prohibir las muertes en verano?.No sé, es una sugerencia.
Agendarlas, tener previsión, ¡algo!..
Ahí vienen, siento la camilla de la unidad de traslado entrando.
Pep, ¡ Cuidado pelotudos!, ¡que me rayan todos los muebles con ese armatoste!

Esteban Silva

viernes, 1 de abril de 2011

El Génesis según Yo


El Génesis según Yo

Día 1
“En el principio yo cree los cielos y la Tierra…”
Dije haya “ luz “ y electricista mediante y unos buenos artefactos logré el cometido.
Ví que la luz era buena, pero fuerte, así que mandé instalar un dimmer para poder regularla.
Pero se hizo la noche y el electricista se tuvo que ir. Y la noche era buena, sobre todo la vista desde el ventanal del comedor que da a la ciudad y al puerto.
Y al ver la redondez de la tierra recortada en el horizonte pensé: - Parece una pelota de fútbol…-

Día 2

Me levanté temprano, pero aún cansado de la mudanza y dije: “ Haya un firmamento por debajo de las aguas marrones del Río de la Plata”. El día nuboso no ayudaba..
¡Y “ apareció” el cielo!, después de cuatro horas de soretes de punta. Y así pude tender la ropa que aguardaba húmeda en el lavarropa. Y no hice más nada.

Día 3

Y Dije observando la avenida Almirante Brown inundada de lluvias nuevamente.
“ Cuando terminarán las obras de los canales aliviadores”, y así por fin ver la tierra seca.
¡Y las concluyeron!, y así floreció en el lugar la Feria de abaratamiento Municipal, con sus frutas y verduras.
Y vi que estaba bien, algo caro pero bien.

Día 4

Dije yo: “ Que sol de mierda hace en esta cara norte del edificio, en dos meses no tendré juego de comedor que valga”. Y encomendé una cortina “ Black Out”, que me costó un huevo y la mitad de otro.
Y así fue.

Día 5

Programé una paella. Fui a comprar a la pescadería los “habitantes de los mares”: pulpo, langostinos, mejillones calamar y dije “ está bien”.
Pero mi mujer me dijo: “Agregále pollo para que se multiplique, no te olvides que el domingo somos ocho con tus hermanas”.
Y así lo hice.

Día 6

Y dije: “ Háganse en el refrigerador los animales de todas las especies”, aprovechando el sábado de descuento con la tarjeta del Banco Galicia. Y así se hizo.
Dije: “ Haré a Dios a mi imagen y semejanza”. Y me inspiré e una foto de cuando estaba hecho un palo y crenchudo en la universidad.
Y así fue, un poco para aliviar mi omnipotencia creadora y ser tildado de “ soberbio o facho”.
Y dije, no es bueno que Dios esté solo:
Y creé una Diosa infartante para que lo “ acompañe”. Diez ángeles por un lado y once jugadores de fútbol por el otro , que corrían como un Demonio, y así entretenerse.
Pero Dios hacía trampa. Había coimeado al referí con un “ boleto al paraíso “ y andá a saber qué cosas más. Y no tuve otra que llamar a un colegiado que impusiese orden.
Y llamé a Castrilli, que se creía otro “ Dios” pero era un “ piojo resucitado”, insobornable.
Me gustó el “ picado” que se armó, y como era sábado le puse: “ 1ª B”.

Día 7

Y al séptimo día descansé. Hasta las once más o menos, porque tenía gente a almorzar.
Me predispuse a hacer la paella, cuando percibí un olor hediondo al retirar a “ los habitantes de los mares” del crisper.
- ¡ Te dije que se iban a abombar pelotudo, con el calor que hace..!- acotó mi mujer.
No tuve más remedio que el cambio de menú a las apuradas. Me fui a un supermercado “Coto” a comprar asado como Dios manda y unos chorizos, mientras mi esposa preparaba las ensaladas.
¡Estuvieron jodiendo con el mate hasta las seis..!
Ahí por fin descansé. Me puse despatarrado en el sillón para ver los dos partidos restantes de la fecha, y los resúmenes de los goles. Control remoto, pies en una silla al frente.
Y pensé: “ Fue una semana creativa, pero agotadora…”

Esteban Silva