viernes, 29 de junio de 2012

Sin embargo




Yo no podría
Invadir tu angustia
con mi ánimo
y así usufructuarla

No podría
tergiversar el curso de los acontecimientos
para acometer
desmedido

No podría
vislumbrar lo lícito de una empresa
sin sacar los pies
del plato

No podría
creer en aquello
que la razón y la lasitud del alma
me negasen

Sin embargo

Puedo aprovecharme sin piedad
y quedar satisfecho

Puedo inventar mil excusas
y mostrarme favorable

Puedo medir la ventaja que se obtiene
y desandar los pasos

Puedo acomodar mis pensamientos
sin hesitarme.
Y negar convencido.

Que toda palabra empeñada
a los márgenes del ser
se flagela
en el instinto.

Esteban Silva


miércoles, 27 de junio de 2012

La evolución del pensamiento coloquial


Hay una evolución ilustrada si se quiere, que trasunta las últimas exposiciones filosóficas de los autores reconocidos. Y hay también cierto material analizable en el comportamiento de masas que se re define a cada momento en las redes sociales.
Me voy a referir a este último.
En esta era de virtualidad redundante, es común que el habitante de a pie se vea instado a escoger entre diversos tópicos que se le presentan día a día. Sin saberlo, el constante bombardeo de opciones a lo que se ve cooptado, le transmite una gimnasia dialéctica a priori favorable. El continuo transitar por regiones dónde la ambigüedad es mal vista, transmite a su carácter un elemento nuevo a considerar: la compulsa.
Como todos sabemos, las redes sociales están formadas por grupos de afinidad. Y en tales grupos, la diversidad es confrontada a toda hora. Son a esos grandes círculos de pertenencia en dónde indiferentemente nos dirigimos. Es importante analizar el componente sustancial del que está compuesto nuestro círculo de pertenencia. Eso, al cabo nos define. Si algo trajo de positivo este conglomerado de exposiciones, es que de alguna manera debemos tomar posición a cada instante. Ya sea por la negativa, la aceptación con vítores, o la indiferencia acomodaticia; toda hora estamos manifestándonos. Y es este proceso de decantación, forzado y exponencial, que surgen las nuevas voces. Aún, en los márgenes del canon oficial, el proceso de destilación arroja sus resultados. La filosofía de bolsillo se instala como un elemento vital.
Lo que normalmente años atrás se compartía en guetos estancos, ahora es de alcance masivo. Esa posición ultraísta ( irreferenciable ) adopta con descrédito el status quo de la transmisión oral en nuestros días. No debemos alertarnos.
La propia mecánica de pertenencia a este conjunto, expulsa a las voces exógenas sedientas de participación. Es que en el estadio actual de conformación, es necesario un elemento vital de subsistencia: la tolerancia. Y esa tolerancia genera un debate constante, en dónde las ideas se definen. Un sinfín de aristas son talladas ante cada gema que se presenta al conjunto. El resultado final, es un objeto asimilable en dónde la verdad y la mentira son confrontadas de manera transparente.
Ya no hablaremos de un absoluto, sino de un posible para todos.

Esteban Silva

lunes, 18 de junio de 2012

“Perón en la Puerta de Hierro”



Acodado en uno de los sillones de la sala de espera de la CGT, reflexionaba acerca de cuestiones que vinculan al vehículo histórico del movimiento trabajador, con el partido que eventualmente se denominó peronismo, a secas.
El amplio hall en planta baja, recibe a toda hora delegados de las más diferentes regiones del país. Y en su trajinar, uno puede inferir la rama del trabajo a la que pertenecen. Muchos de los gremios principales que comulgan con esta casa, tienen sus oficinas en el histórico edificio, donado por la compañera Evita .
Yo no pertenecía a ninguno de ellos. Mi cuestión en la casa, se debía a motivos más coyunturales. A pesar de ello, en mi interior manifestaba cierta empatía. Entendía el rol de estas organizaciones en la defensa de los derechos del trabajador, y en la salvaguarda que opera cómo red contenedora del atropello empresarial.
Que paradójico, me encontraba en la sede de lo que tantas veces mi familia se había encargado de combatir. Al influjo del General, la asociación de industriales panaderos debió conceder la restricción al control de precios. En la práctica, lista de precios máximos que los panaderos burlaban discretamente, diversificando la calidad del producto, y adaptándola a sus necesidades. Mi abuelo, empresario panadero, se encontraba en las antípodas del movimiento. Lo suyo era la cartelización con sus pares empresarios. Fijaban sus propios precios y se defendían de la “ competencia “ con métodos singulares. Por encomienda de estos, una propicia comisaría de la zona se encargaba de grabar el mensaje a plomo, en los frentes de las panaderías descarriadas.
De alguna manera mi presencia en la sede obrera, tenía algo de profecía auto – infligida.
Llegar al recinto en pos de un arbitraje en el que yo me viera perjudicado por una empresa, en condiciones aún menores a los que mi familia supo hacer en circunstancias similares a la clase trabajadora. Pero uno en definitiva no es heredero de la pesada carga que conlleva, reflexioné, sino hacedor de su propio destino. Y me dispuse confortablemente en el sillón a ser atendido en uno de los despachos.
En eso, de una de las puertas vaivén del hall, ingresa Jorge Antonio.
Mucho se ha hablado de él entorno a su polémica figura. Brazo derecho del general en la industria automotriz, actúa como nexo necesario entre las corporaciones alemanas y el gobierno. Me extraño verlo sin custodia ingresando por el hall. Debajo de su brazo tenía un periódico La Nación. De elegante traje gris con chaqueta, desplegaba un aire displicente que se hacía notar en todo su redor. Las piernas cruzadas le servían de apoyo para la lectura. Hizo un gesto minúsculo que fue captado por uno de sus asistentes.
En minutos un mozo se aparecía con un café en pocillo.
Al recibirlo, cayó en la cuenta de percibirme distante, a tan sólo dos sillones contiguos.
Cómo un gentil caballero me convidó a ordenar. Cosa que hice, agradeciéndole.
Salvado este primer escollo de neutralidad ambigua, pareció querer intimar en una conversación de ocasión. Sin duda él, como yo, debía esperar por alguna figura en un despacho que lo condujese al tratamiento de algún tema urticante de la política ministerial. Entre otras de las consideraciones que se le atribuyen, vale aclarar, es que Jorge Antonio actuó siempre como un ministro sin cartera oficial.
De estrecha relación con el General, ejercía su enorme influencia para terciar entre las empresas con enorme caudal de trabajadores, la central obrera, y los propios designios del gobierno Justicialista. Su figura tenía peso propio diría , al igual que Juancito Duarte se instalaban como dos entrepreneur del movimiento de masas.

Terminando ya su café, apoyo el periódico en la mesa ratona del hall.
Aún con las piernas cruzadas, y su torso recostado en el espaldar del sillón, disparó:

- ¿ Y, que se dice de mí aquí compañero…?

En principio, me sorprendió una pregunta tan directa. En segundo lugar, sin duda, interpretó mi presencia en el recinto, cómo parte de la casa.
En consecuencia, yo era un agremiado más, que bregaba por un acuerdo salarial en paritarias. Su posición empero haber sido participe del primer plan Quinquenal, distaba de ser lo debidamente elocuente a los ojos de la sindical. La CGT mantenía cierta distancia con el operador de bambalinas. Todos sabían que su figura transmitía la voz del empresariado que se consustanciaba con la oligarquía en un aspecto principal.
La no participación de la compañera Evita en la fórmula presidencial..
Lejos de aclararle esta indebida confusión de roles, le respondí sin tapujos:

- Que su puesto de presidente en Mercedes Benz se lo debe al Barón Von Korff, y que debido a su influencia las empresas germanas Deutz, Thyssen, Siemens y Krupp, hacen negocios de exclusividad con el peronismo encajando a la perfección en el modelo desarrollista que impulsa el General Perón. Ah, y que además es el embajador de los jerarcas nazis en la región ayudados por Opus Dei de Pio XII.-

- ¡ Ja ja ja! ¿Todo eso se comenta aquí compañero…?-

Interpreté su alocución vacía de contenido, como una prueba más de cinismo a lo que nos tenía acostumbrado este personaje. Una respuesta rápida de cintura, que coartaba todo intento de prosecución. Tamañas acusaciones, serían recusadas por toda persona proba pensé. Asumido en su posición de intermediador, el sirio ( Alias el Turco ), sabía a la perfección el rol que le cabía en el movimiento. Nunca intervendría de manera directa en la política rasa. Lo suyo era ante todo, proteger los negocios.
Sus bigotes finos, subrayaban un cigarro entre sus labios. Entre sus manos, rodaba de forma ansiosa una cigarrera de plata con la figura del partido.
Intempestivamente, de la puerta principal de la CGT apareció el General Perón.
Con rápidos pasos, cubrió el trayecto de la entrada hasta el mostrador principal.
Cariñosamente saludó a Mario, el conserje del edificio que opera en Planta baja.
Se lo veía sereno al General. De sonrisa amplia, con el habitual chaleco de Bremer caoba, los pantalones a la cintura, y el cabello recién rapado en la nuca.

Jorge Antonio, se puso de pie inmediatamente cómo aguardando alguna orden del general. Este, charlaba tranquilamente apoyado en el mostrador, mientras recibía del conserje unos mates amargos. No había percibido su presencia.
O lo que es peor, si la había percibido, pero no le demandaba urgencia en atenderla.
En ese momento, pude percibir a las claras, el rol secundario de este personaje oscuro de la historia argentina, tan ligado al entorno presidencial.
A ojos vista del trato dispensado, se me ocurrió exagerado el rol que se le atribuía al señor Jorge Antonio. En ningún momento había estado acompañado, y en presencia del General, ni una palabra le había sido confiada a pesar de la corta distancia en que se encontraban.
De un humor rozagante el General me espetó:

-Y , ¿todo bien muchacho?-

A lo que respondí escuetamente, sin querer importunar:

- ¡ Todo bien Señor Laplace!-

Cuando de entre el set, apareció oportunamente la asistente de dirección llamando a todos los actores a escena.
De escasos veinte años, portaba auriculares y un Handy en la cintura. Se acercó al caracterizado actor principal Victor Laplace y le dio unas recomendaciones.
Ah, creo que el film se dará a llamar: “ Perón en la Puerta de Hierro”…

Esteban Silva

viernes, 15 de junio de 2012

PROMETEO ( FILM )




Sin saberlo, Ridley Scott anticipa en Alien 1, lo que concluiría en Prometeo a modo de precuela. Y no es que lo sea. Por lo menos en cuanto a temporalidad. No sé en que año se desarrolla Alien, pero quienes miren Prometeo tendrán indicios al final del surgimiento del monstruo. Prometeo es una película compleja, que se inicia en el 2083, sin dar muchas pautas de la condición geopolítica de la tierra y sus gobiernos.
Lo que sí da a entender, es que la megaminería ( al igual que en Alien) , es la actividad sustentable principal que mueve los intereses de la tierra. Es en ese contexto de crítica prospectiva a la actividad que se desarrolla el film. En el fondo hay una posición ambientalista, que se deja ver: El desarrollo indiscriminado de la actividad privada, atraerá inevitablemente la muerte de forma silenciosa. Un virus extraterrestre.
Esa premonición fatalista se puede observar desde el comienzo. No nos olvidemos de la nave nodriza en Alien 1 , la Nostromos ( Nostradamus ), dónde la teniente Weaver ( bióloga ) acompaña una misión a un planeta externo a nuestra constelación.
En este film, se repiten ciertos contextos argumentativos. Podrían considerarse como guiños al pasado. Yo lo veo cómo una evolución hasta esta película. Mucho más sólida que las anteriores, no se detiene en los efectos circunstanciales del terror científico, la aventura o la scien-fiction tradicional. Es todo eso y mucho más. Hay consideraciones filosóficas acerca respecto del origen del hombre. Y hay desconfianza a la máquina que acompaña al hombre del futuro. El androide. Este juega un papel dual, asistiendo la compulsa humana, pero mostrando cierto despegue a la individualidad evolutiva.
Como en Alien, una bióloga frágil y resuelta, enfrentará los peligros con un arma principal entre sus dotes: la fe. Tal vez sea ese el mensaje que Ridley Scott quiera transmitir con su film.
Demás está decir que la película es excelente. Y sin duda se convertirá en un nuevo clásico del género.

Esteban Silva

martes, 12 de junio de 2012

Breve proclama


La hipocresía inunda los recintos vacíos de hidalguía.
Tiempo actual. Vasto manantial por dónde emergen mentiras de sulfuro
Veneno que esparce sus esporas en el aire.
Ahuyentando voces, callando justos. Tornando diatriba a toda justa de palabras.
Antes que la verdad, está el apoyo incondicional a un emblema.
Cualquiera sea, con tal de sentirse acompañado.

Esteban Silva

jueves, 7 de junio de 2012

La interpretación de un sueño






Esta noche tuve un sueño muy extraño. Me vi atrapado en una jornada de largo aliento, que bien podría emular a una típica película road movie.
Interior de un vehículo. En la parte de adelante y al volante, se encuentra Ivette, mi abogada en un juicio laboral. A su lado, una figura femenina de mediana edad y desconocida para mí, la acompaña.
Yo estoy en la parte posterior, en diagonal a mi abogada. A mi izquierda, Walter Vargas, testigo de parte en este juicio y compinche ocasional de mi tiempo en la empresa. El vehículo circula por una carretera con leve declive. Es un vehículo moderno, y en su interior las cuatro personas se encuentran bien acomodadas.
El terreno parece ser de montaña, aunque a juzgar por la verde vegetación que lo circunda se me ocurre subtropical. En ese momento, pienso que puede ser una carretera que une dos ciudades ribereñas en la costa de Brasil. No lo sé concretamente, pero lo intuyo. La mata atlántica se desliza a la velocidad del recorrido. Es de un verde oscuro penetrante. Una postal recurrente en el anochecer serrano.
El camino pavimentado comienza a presentar algunos obstáculos. Por los márgenes, depósitos de piedra brita se acumulan cómo detritos de deslizamientos. Son fácilmente eludibles con la acción firme de la mano al volante. Pero a medida que avanza esa espiral circundante por dónde transitamos, nuevos obstáculos surgen. Troncos caídos, piedras de mayor volumen deben ser sorteadas aminorando la marcha.
Desde atrás apoyo la mano en el hombro de Ivette, y me ofrezco gentilmente a conducir el vehículo cuando lo requiriese. Ella decide seguir conduciendo por lo menos, hasta los últimos vestigios de luz. Y el camino, que era a cielo abierto en derredor de la montaña se torna oscuro y sombrío. Un túnel horadado en la roca es el recinto por el cual la carretera se adentra en las entrañas del macizo. Las paredes son toscas, sin acabamiento y el vehículo se acerca peligrosamente a sus márgenes en su andar. Me vi tentado de dar un volantazo desde la parte posterior para evitar colisionar con la roca.
Pero ese túnel de montaña de repente empieza a asimilarse a una mina de carbón.
En los socavones, se encuentran operarios extrayendo el rico mineral carbonífero.
Una puerta vaivén de metal flanquea el paso por el dificultoso camino. Pasamos empujándola levemente con el vehículo y disculpándonos con los operarios por incomodar su trabajo. Creo recordar que alguien dentro del vehículo esgrimió la mentira de poseer autorización para transitar por aquel lugar. Los empleados ocupados en sus funciones hicieron caso omiso.
En algunos tramos del descenso en espiral, se podía sentir la fuerza centrífuga.
Cada vez más acotado a un eje, el descenso se hizo vertiginoso.
Ya no había vehículo. Me encontraba volando a media altura de la misma manera que tiempo antes lo hacía en el auto.
De las paredes arranqué un afiche cuadrangular de veinte centímetros de lado. Era de color fluorescente rosa, y parecía un aviso de advertencia por los ribetes en filigrana.
Una vez con él en mi poder, lo exhibía en cada curva ante quiénes distraídamente entraban de manera fortuita en mi recorrido.
Hasta que todo ceso. Una funcionaria leyó el papel y dijo que era necesario una nueva autorización para proseguir camino. La abogada se encontraba a mi lado.
Una caja de vidrio de un metro de lado por cuarenta centímetros de altura se encontraba dispuesta en el centro de la sala. Bien iluminada resaltaba las rocas que se encontraban dispuestas en su interior. Tomé una de ellas. Era una mezcla de varios minerales en piedra. Por parte brillante por parte traslúcida, demostraba que era un mineral sin el debido procesamiento. En la parte inferior de la caja de vidrio, se encontraban otras piedras más brillantes y de menor tamaño. Algunas eran de color azul ,otras doradas.
Me vi inspeccionando algunas de ellas. A mi lado Ivette seleccionaba algunas para su posesión. También Walter hacía lo propio con otras de menor cuantía.
Yo por mi parte escogía algunas pocas de aspecto particular. Observadas con reparo, parecían ser esculturas diabólicas, que la madre tierra se había encargado de tallar.
Estas figuras menores parecían ser de metal. Una especie de pepitas trabajadas.
Había un arquero, algunos tótems, esfinges en su cetro, máscaras rituales y un hipocampo. En ese momento, recuerdo considerar lo valioso de esas figuras por sobre las rocas con minerales preciosos, al que se abocaban mis antecesores.
Y hasta aquí, es lo que creo recordar con precisión de detalles lo que contribuye de manera significativa a la descripción de este sueño.

Una posible interpretación:

El contexto en dónde se monta el sueño es sin duda, la angustia provocada por la etapa procesal del juicio laboral. Cómo es sabido, el cerebro se encarga a través del sueño, en elaborar complejas tramas estructurales en dónde compacta información residual con elementos simbólicos de importancia a tener en cuenta.
El hecho de que mi abogada se encontrase al volante del vehículo habla a las claras de la aceptación del rol que ocupa en la prosecución de esta empresa.
El personaje femenino que la acompaña es secundario, y podría interpretarse cómo un mero auxiliar de la justicia al que estamos acostumbrados o en la figura del juez, que por proyección de parentescos, concluyo favorable, al pertenecer al mismo género que mi abogada.
Que el camino sea levemente en caída se emparenta con el hecho análogo del proceso.
Una vez activado un juicio, tenemos la sensación que rueda inexorablemente a través de las etapas procesales concluyendo en un veredicto.
Ahora, que el contexto físico en dónde se desarrolla la escena se origine en Brasil tiene su explicación. Este lugar funciona cómo ente paradigmático entre mis ideales. De ahí a la transferencia idílica del puerto a dónde arribar en este juicio, se me ocurre plausible.
La actitud mediadora de mi persona tentando corregir el rumbo se debe a cierta crítica a la estrategia no manifestada. Lo que en un principio, nuestra mente se elabora como frágil argumento, el sueño se encarga de transformar en acción.
En unas de las audiencias, Walter, mi testigo, advirtió que mi abogada conversaba gentilmente con el abogado de la empresa. Yo desestimé su observación. Le comenté que una cosa era el trato cordial de camaradería que se brindaban los pares en un juzgado y otra el contubernio. No lo dije en esos términos para ser exactos. Pero se lo día a entender… Su presencia en el sueño, es esgrimir de manera simbólica su advertencia empero. Las dificultades que presentó el camino, son las instancias procesales. Las reuniones de conciliación infructuosas, los alegatos de parte cargados de tensiones y otras dificultades propias del proceso.
El papel objeto que esgrimo como autorización en el sueño es la prueba procesal. Aquello que creo cómo razón argumental concluyente en la estrategia de demanda.
Es posible, que la forma de este esté aparentada con el telegrama de despido que recibí al ser demitido de la firma. Su color sin embargo, ha transmutado a un vivo fluorescente, bien a tono con los carteles publicitarios outdoors que tanto percibo en mis recorridos.
Cuando el vehículo finalmente desaparece y me encuentro volando en solitario creo asimilar una creencia particular. Que en todo proceso nos, encontraremos con nosotros mismos, en una actitud solitaria propia de la destilación: La parte más importante.
Por eso, el hecho de que en el acto seguido, re aparezca mi abogada estudiando las piedras, me lleva a la conclusión de advertir que es necesaria su pericia para atravesar la situación. Había observado rocas, en la jornada anterior. Un repórter emitió un informe desde la zona del Peuyén ( Bariloche ) dónde pobladores mostraban las piedras volcánicas expulsadas durante el episodio de las cenizas volcánicas.
Estas rocas, servían de base entonces como elemento simbólico del proceso. Su mayor o menor brillo se debían al peso específico dentro de la argumentación.
Eran, las verdades de peso, que movilizaríamos en la presentación notarial. Que yo escogiese otras, a las de mi abogada, habla de un cierto sisma de interpretación argumentativa. Que mis figuras fuesen históricas o míticas expresa el material con que está construida mi retórica argumentativa. Esto es en definitiva lo importante de un análisis interpretativo.
Llegar a conclusiones posibles, que acerquen soluciones a cuestiones de la vida real,
que camufladas en la trama metafórica del sueño, no dejan ver con claridad la realidad.

Esteban Silva