Cuentos do Brasil


“O indio”

Brasil se divide en “ antes” y “ después” del carnaval. Es tan grande la impronta de esta fiesta pagana que a pesar que el ciclo lectivo primario comienza a mediados de febrero, en la práctica, nada comienza sino después de él. Muchas familias sobretodo las que tienen hijos en el ciclo primario no los mandan en esas dos o tres semanas ( según caiga el feriado ), prolongando el período estival de “ ferias”, o vacaciones.
Para el turista como yo, el período solo trae las complicaciones previsibles, de “ superlotacaô”, vale decir, le reserva completa de las plazas turísticas en todos sus ámbitos. Teniendo en cuenta esta previsión, lo único que resta es armarse de paciencia, para enfrentar las rutas brasileñas, atiborradas de vehículos en busca de playas.
El oriundo de Brasil, es muy particular, generalmente mediterráneo, organiza su vida en torno al placer y buen vivir. A pesar de las dificultades, la mayoría de ellos encuentra descompresión en las múltiples fiestas que a lo largo del año acompañan la agenda de actividades culturales, arraigadas en la población.
Principalmente en los suburbios de las grandes ciudades. Ahí, a pesar de la heterogeneidad de sus componentes, cada sector de la población que arriba por generaciones del interior del país, aporta un color diferente, a las costumbres del lugar y las resignifica.
Es muy común por ejemplo que en el estado de Río de Janeiro, convivan en cada barrio expresiones de las distintas partes del territorio: “festa do forró” una especie de chamamé valseado que es el delirio de la región central de Minas Gerais, interior de Río y San Pablo. El “ Festival Sertanejo “, música country con letra adaptada al interior brasileño de la región sur como Santa Catarina y Rio Grande do Sul.
Bahía, no se queda atrás, su expresión más significativa es el “ candomblé”, ritual traído de la madre Africa, que incluye danza y religión animista sincrética. El popular “ Baile do funk”, que reúne al sector popular de Río de Janeiro, en especial las favelas y los barrios emergentes.
“ A roda do samba e pagode”, que es la expresión más genuina del estado, y aunque parezca difícil de creer, la más postergada. El “ samba” en sí mismo, en la actualidad es un secreto a voces, que pervive en la memoria de los nostalgiosos. El carnaval, en sus letras, le da nuevos bríos a la canción cada año en su rutina autoimpuesta de los “ enredos”,de cada comparsa. Sería difícil prever el destino del samba sin la llama del carnaval que anima su existencia. De alguna manera les pasa casi lo mismo que a nosotros con el tango.
El tango vive, por la industria turística montada a su redor, por su danza y por el showbussines .
A diferencia de ello, el samba evolucionó en su temática de contenidos. Hoy en día, ningún aspecto abordable escapa al tratamiento del ritmo, que se “ aggiorna” constantemente al paso del tiempo.
A estos ritmos que marcan el paso de los agitados cariocas, se suman las “ festas Junhinas”, o fiesta de “ San Juan” en el mes de Junio.
Ahora, todas estas fiestas anteriormente citadas tienen como ejecución normal tres días para su desarrollo.
El “ sexta, sábado, domingo”, es sagrado para los brasileños. Esa trilogía del desparpajo está muy asimilada en el ser “ verdeamarelo”. Pareciese que el discurrir de la vida pasase por estos senderos, encarados a trancos por sus habitantes. En el medio, lapsos de organicidad que vulgarmente llamamos trabajo.
Con esto no quiero decir que el brasileño sea poco adscripto al trabajo, lo que digo es que sin duda, su foco está puesto en los aspectos triviales de la vida, lo que ellos denominan “lazer”.
Y acá me quiero detener un instante. Porque el término “lazer”, a pesar de tener traducción en nuestro idioma español como “ ocio”, sus connotaciones son muy distintas.
Allá el término es bien visto, forma parte del sentir. Es una característica singular que arropa al ser de esas tierras. Ya para nosotros el término “ ocio”, significa según definición: falta total de actividad, y es tomado en forma peyorativa en la mayoría de los casos. El “lazer”, siendo la misma palabra significa: “ conjunto de actividades en las cuales el individuo de libre voluntad se entrega para reposar, para divertirse, para recreación, entretenerse o todavía para desenvolver su formación o información desinteresada, su participación voluntaria o su libre capacidad creadora después de librarse de las obligaciones profesionales familiares y sociales”.
Como verán ya las diferencias parten de las definiciones…Nosotros los argentinos, tenemos un concepto nefasto muy arraigado del término, por eso vamos a seguir repitiendo que la “ alegría es solo brasileña”.
Por eso siempre le digo a mis amigos, y a quien me pregunte, que es muy fácil adaptarse a Brasil. De una sociedad contraída como la nuestra a una descontraída como la de ellos, no conlleva problemas la asimilación de esta última. Rápidamente el argentino ve la hospitalidad del nativo, su trato de igual a igual por encima de los estratos sociales tan marcados en nuestro país. En este aspecto son una sociedad envidiable.
Nadie sale a “chapear” su condición de profesional. Ricos pobres y clase media viven instancias niveladoras por doquier. En las fiestas anteriormente citadas, en las playas a lo largo del año, en la falta de especialización de la comida gourmet, en la “arquibancada”, o” popular” de los estadios brasileños que ocupan el 80 % de las localidades, en los shows gratuitos tan profusamente distribuídos a lo largo del país y en muchas otras cosas…
En mi estadía en el país tropical siempre di rienda libre a mis emociones. Por una cuestión de empatía, por haber aprendido tempranamente su idioma, al punto de ser uno más.
Ese día viernes de carnaval, sin haber hecho planes previos que incluyesen algún traslado a una región remota, nos decidimos a pasar el día en unas playas cercanas a la espera de la “ noche misma”.
Alex un cuñado remanente de mi primer matrimonio, hoy amigo de la vida, arengó a una barra de amigos circunstanciales para la ocasión.
Como de costumbre la partida era cero previsión y 100 % improvisación. A nuestra salida , la primer parada era aprovisionar al auto de combustible haciendo una “ vaquita” entre los integrantes.
Luego ya en marcha, procurábamos un puesto de hielo por mayor con que llenar la heladerita, y aprovisionarla de bebidas. Para un lote de cinco “cabeças”, como ellos dicen, lo previsible son 60 latas de cerveza y algunas gaseosas como para “ ir cortando”. Vale aclarar que nunca vi regresar un contingente de la rubia bebida, a pesar de mi condición de abstemio funcional, no le restaba ninguna unidad a la remesa…
La comida, simples sanguches al paso obtenidos de los vendedores ambulantes, “ queijo coalho”, un brochette in situ de queso tipo provoleta, unos camarones en palito que son una delicia y en mi caso particular una porción de “cus cus”,o torta de tapioca, con coco rallado y leche condensada esparcida en su parte superior.
Nunca pude sustraerme al encanto del “ cus cús”, a pesar de la cargada generalizada cuando lo ordenaba . Socarronamente mis amigos, decían “ ¡aí, a crianza!, evidenciando el gusto infantil mío por tal ingesta..Aunque el sol arreciase sobremanera, difícilmente ellos iban a nadar o refrescarse. Su única visita al mar se daba cuando la vejiga a punto de explotar lo solicitaba, proclamando: “ vou visitar Iêmanja”, en alusión a la diosa protectora de las aguas en el candomblé.
El final de playa, consistía por lo general en alguna “ cena o almuerzo”, según quiera mirarse en algún restaurant de pescados y mariscos del trayecto. Ahí con la consiguiente comida se equilibraba el tenor alcohólico, haciendo más previsible el retorno, y más seguro claro.
La vuelta no tenía muchas luces, mi cuñado por lo general se encargaba del volante. Yo solo quedaba en pie junto a él para acompañarlo en el retorno. Atrás, en los bancos traseros una masa informe de cuerpos quemados por el sol, interpretaban una melodía de ronquidos a tres voces…
Cabe destacar el insoportable vaho etílico que se produce en este concurso de eventos.
Al llegar en casa, aún continuaban dormidos, a pesar de desambarcar del vehículo y dar ostensibles portazos como para despertarlos. Fue inútil, solo reaccionarían al verterles agua helada ( la del fondo de la heladerita ), en sus rostros abatidos por la bebidas.
En el mismo acto una persona solícita me advertía: - tem uma menina te esperando-
- ¿ A quanto tempo?- Respondí.
- Ja tem duas horas te esperando a coitada no bar-
!Mierda!, en la emoción de la playa me había olvidado de una cita marcada días antes con una infartante morocha. Y no es que creyese imprevisible su arribo, ni mucho menos, simplemente lo había olvidado.
Así como había llegado, todo croto de la playa, los pies de ojotas llenos de arena, la piel hecha un camarón como de costumbre, los pelos largos revueltos y pegoteados, me dirigí al bar a dar explicaciones.
Cuando arribé al bar la ví sentada en una de las mesas centrales. Vestido ajustado toda “produzida”, como dirían ellos. Lista para matar, Coca cola en mano. Bien ( pensé), en la suya, no dando lugar a malinterpretaciones, esperando a su macho como Dios manda.
Igual en ese lapso que transcurre antes del encuentro, ensayé para mis adentros algunas disculpas: “ que el feriado y las rutas, que estaba terriblemente cansado y lo dejábamos para otro día, que…en fin”.
Apenas me vió, sus ojos brillaron, y lejos de reprocharme la tardanza, me dijo en un coloquial tono carioca:
- ¡Voum bora, meu amor, vai trocar de roupa e se da um banho!-
Esa frase desarticuló todo intento abortivo de mi parte.
Al regresar a casa para alistarme a salir mi cuñado me espetó: - ¿ Cadê a garota?-
- Ta esperando-me no bar- Respondí.
- ¡Tu ta fudido!- Sentenció.
Es sabido el cansancio corporal después de un día de playa intenso. Aún así tendría que prepararme para otra batalla en tan solo minutos
- Empresta as chaves do carro- le dije.
-Aí, toma cuidado na estrada mané heim- Que tome cuidado especialmente al atravesar la ruta.
Me despedí , así sin más.
Nuevamente en el bar , pedí algo como para cerrar la cuenta y hacerme cargo.
En eso, todo el mundo percibió el ruido, un golpe seco, como un adoquín arrojado contra el suelo.
Un hombre que estaba apostado en una barandilla de concreto del bar, caía pesadamente de cabeza contra la vereda. A escaso metro y medio de altura, no revestiría inconvenientes, para cualquier persona en sus cabales.
Evidentemente, la pesada caída sin atisbos de protección , respondía seguramente a un coma etílico con la desafortunada instancia de haberse encontrado en una zona riesgosa.
A tiempo de marcharnos un par de personas lo atendían al avejentado hombre, con el rostro ensangrentado por el golpe tremendo que se había propinado en su borrachera.
Inmediatamente atendí mis asuntos terrenales y me olvidé por completo del asunto.
Una larga noche por delante me antecedía, que incluiría varios boliches del lugar , cena, y arrumacos en un motel de la zona llamado “ Medieval”, por su decorado temático al que hacía referencia.
A la mañana siguiente o mejor dicho a la hora del mediodía me dirigí al bar a comprar un “ refrigerante”, gaseosa, de litro. En la vereda, en el mismo lugar a donde había acaecido el accidente, se encontraba el cuerpo de un hombre tapado por una lona de “Brahma” ( Esas que se usan para frenar los rayos rasantes de sol ) con un reguero de sangre ( ahora seco ) a la altura de su cabeza.
Evidentemente, se trataba de la misma persona de la noche anterior. Ante mi estupor enseguida pregunté porqué aún no había sido removido su cuerpo
- O IMLS, nao atende no feriadao- La unidad de traslados no funciona durante el feriado .
- ¿ Sic?-
No lo podía creer, jamás pensé escuchar una respuesta de esas. No era la India en el Ganges, ni Africa, era Rio de Janeiro, suburbio, Nova Iguaçu.
Para cuando fue el día miércoles, a cinco días del suceso, vinieron por horas de la mañana a retirar el cadáver.
El cuerpo se había prácticamente momificado, debido al excesivo calor y a la poca hidratación del indigente.
Lo retiraron como quien retira a un gato aplastado de la carretera después de haber sido pisado a varios días.
A su lado una feria tradicional discurría sin ningún inconveniente.
No podía entender también, como una sociedad que se manifiesta tan solidaria en la hora de divertirse, hiciese caso omiso de un indigente de esa manera.
La desidia, la inacción gubernamental, el descaso.
Ahí, me dije- Esto en Argentina, no pasaría, antes los canales de televisión se hacen una fiesta ..-
Nosotros seremos lo que somos, pero en este tipo de incidentes se apuran culpas. De los medios encargados en hacer el control, de las personas responsables en intervenir en estos actos de la vía pública en fin…
La alegría tan manifiesta del ser brasileño mostraba una faceta oculta, para mí, en ese momento.
Para que un cuerpo pase esa cantidad de días en la acera, tiene que haber un cúmulo de complicidades de silencio.
El “ deixa rolar”, dejá andar, del país tropical se manifestaba también en la inconveniencia de intervenir en un suceso como este, que sin duda traería consecuencias para quién lo abordase.
Me interesé mínimamente en la vida del desafortunado hombre.
- ¿ quem é?- Pregunté, indiscriminadamente a quienes observaban la remoción.
- O indio-
Respondieron escuetamente.

Esteban Silva