sábado, 7 de febrero de 2015

La reminiscencia. Ecos del pasado atribuíbles.

La reminiscencia, es aquella cosa que creemos conocer y forma parte de nuestra experiencia en el pasado. Así como para los platónicos, la reminiscencia era: “adquirir conocimiento y recordar lo que el alma sabía cuando habitaba en el mundo inteligible de las ideas “, para los “ modernos “, es sólo un ejercicio de traslación de significados símbolos y signos.
La reminiscencia en los humanos es un recuerdo imperfecto. Un recuerdo ligado al mundo de los objetos y de las ideas. Cómo tal, actúa por asociación involuntaria, al presentársenos en la vida diaria. Ese objeto idílico, pre configura las formas a ser adoptadas. Las reproduce, en secuencias levemente alteradas de la carga inicial a que ha sido objeto.
Un recuerdo favorable, armónico de nuestro pasado, tendrá sin duda una inobjetable carga positiva a ser reproducida. Como caso contario, apartaremos los malos recuerdos de nuestro acerbo de opciones a ser utilizadas. Sólo las experiencias nuevas, sin registro aparente, quedan libre de la consideración inicial de nuestra psiquis.
Los colores, los aromas y los sabores, son claros ejemplos de reminiscencia. A ciencia cierta, no sabemos el origen de preferencia en nuestros gustos. Sin duda, tendrán eco en pulsiones muy aferradas a nuestras primeras experiencias.
El proceso de traslación consistirá justamente, en transmitir ese recuerdo de base empírica a nuestra realidad objetiva. Una prenda de vestir está cargada de significantes.
Tanto si ha sido elegida por su portador o ha sido obsequiada, el uso de la misma está ligado a cuestiones de preferencia simbólica francamente deducibles a la “sensibilidad” manifiesta.
Los signos, son las marcas evidentes del objeto de traslación. Un mensaje para afuera y otro acaso, para reconfortar el alma o interior de la persona. Pura retórica.
El ser humano entonces discurre en la dicotomía conceptual del: “ carro alado de Platón”.
Una exacerbada manifestación de signos, será sin duda un ejemplo de debilidad.
La falta total de ellos, un desapego a los valores referenciales de nuestros gustos y virtudes.
Una fortaleza , teñida de grises irreproducibles.
La reminiscencia también es un ejercicio de transmutación. Tomándolo claro, como metáfora.
Aquello que fue considerado bueno a ojos vista de nuestras experiencias puede, transformarse en algo negativo al transcurrir determinado tiempo.
El paso de la infancia a la adultez, es la marca de quiebre en la armonización de los nuevos conceptos adquiridos y la confrontación de las viejas experiencias.
Lo que funcionó en el pasado puede resultar no beneficioso ante premisas actuales.
Las vallas son imperceptibles. Pero están ahí, a cada etapa de nuestra carrera emprendida. Deberemos afrontarlas, superar los objetos que nos impiden proseguir con esfuerzo y concentración. Después de todo, la vida va en ello.

Esteban Silva