sábado, 21 de abril de 2012

S/T




Fuiste un código
una contraseña olvidada
en la brevedad de mis días
Y para ser sincero
ya no te recuerdo entusiasmado
El color ocre de tu pelo
que a veces era nuez
con el pasar de las horas
Ese marginar que hace al alma
y que alguna vez reflexioné
en silencio de perfidias

Todo, ha sido sepultado

Y si hoy evoco tu memoria
no es por querer iluminar
la oquedad aciaga que enaltece
todo lo ido
las hojas marcadas

Una angustia se apodera
engendra un eco
que rebota en mil latidos
zurciendo los retazos deshilachados
de una historia

Juraría
que nuestros destinos
nunca más arribarían
a ese claro de insomnio desvelado
que sólo los enfermos sentimientos
apoderan

Hasta que volví a verte
En la paradoja axial del destino
Por acaso

Y no supe que decirte…

Esteban Silva


2 comentarios:

  1. Sonia Rojas De todos los sentdos, el mas traicionero: la visión. Es implacable. Borra todo el trabajo hecho por años para olvidarla/lo

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