jueves, 2 de junio de 2011

Visita al Banco

Visita al Banco

Una vez al mes visito al Banco Nación para esquilmar al estado en cuatrocientos pesos roñosos. Dicha suma, deriva de un seguro de desempleo por mí solicitado.
Para tal cometido, me apersono en el establecimiento munido de el último recibo cobrado y el DNI. En el interior del mismo, cincuenta individuos de a tercera edad, depositan sus pesados culos a la espera del turno que les corresponde y así poder obtener con sus magras jubilaciones, el dinero que le permita alargar aun más su esperanza de vida.
No tengo nada contra los viejos, lo aclaro. Lo que me rompe soberanamente las pelotas es su parsimoniosa calma a la hora del trámite.
Porque no es que estén de brazos cruzados atentos a su bendito número. No. Ellos están de sostenida charla con cuanto personaje se les siente a su lado.
Siempre encuentran conversación. Por lo general versa de lo crítico de la economía. Pero también sale bastante el racconto de los atendimientos anteriores, lo loco del tiempo, y los pormenores de su salud menguada.
Lamentablemente el coloquio no termina aquí, pues a la hora de dirigirse al cajero , comienza de nuevo el discurso autoreferencial .
No pudiendo usar aparatos electrónicos en el recinto, no me queda más remedio que focalizarme en estas observaciones mensuales.
Como ya tengo estudiado los horarios y frecuencias más abigarradas del abuelaje, caigo tipo dos, como para sufrir en dosis reducida, el vergonzoso episodio caritativo.
Saco número: C89, van por el 35. No es nada ,( pienso ) media horita y a la bolsa.
A la media hora clavada titila el 89 en el cartel luminoso de la línea de cajas. De un golpe estoy al acecho, y sorteo el corralito media sombra que me deposita junto al cajero. Le entrego el número, el talón y el DNI como estaba previsto.
B89, me contesta el cajero ( lacónico ) devolviéndome los papeles con el accionar de su dedo índice y mayor.
Clavo las guampas, y reculo soberanamente a mi trono de fastidio por otros cien punitivos llamados…
¡Pep… la reputíssima madre..! ¿de dónde salieron estos cien números?. Si apenas llegué conté la fila de bancos, multipliqué y saqué un estimado de cincuenta. De qué agujero salen me pregunto, si a cada llamado un individuo se disloca con su paso cansino al cajero.
Ahí advierto, que por la puerta giratoria, entran a intervalos, los susodichos jubilados yendo directamente a la sala sin pasar por los turnos .Más detenidamente observo que el flujo que emerge con el del que fluye al exterior, es constante y equilibrado.
Claro, pensé, los turros la deben tener bien estudiada, llegan, sacan número y después van a hacer sus mandados habituales. Sabrán el estimado de espera y obrarán en consecuencia.
Hay que reconocerlo, la hacen bien los guachos. Se aprovechan del sistema diría.
¡Yo los quiero ver en un banco de línea comercial cobrando por el cajero electrónico!
¡Minga van a cobrar, hijos de puta!

Esteban Silva

2 comentarios:

  1. Jordana Judkevich Te pasás, me hacés cagar de la risa!
    Muy bueno!

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  2. Irina Laura Silva jajajaja...no tenés piedad...jajaja

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