martes, 31 de julio de 2012

“La Conquista de América”


Con este término de tinte histórico, es que mi mujer se refiere a la etapa de noviazgo que nos une ininterrumpidamente desde hace una década.
Hay un tono entre jocoso y revisionista en atribuirme el rol clásico de conquistador, eso es insoslayable. Quizás por el hecho de ser descendiente directo de españoles…Tal vez por la razón nada desdeñable de que ella es un habitante autóctono de la “ América” andina. Lo cierto es que con esta frase inapelable, suele calificarme cuando en rueda de amigos surge el tema de los inicios en las relaciones. Específicamente, se refiere a la etapa inicial de enamoramiento, cuando es menester mostrarse receptivo.
Oriunda de Cochabamba Bolivia, residía en el barrio porteño de Bajo Flores cuando la conocí. Y cuando digo “BJ” digo 1-11-14 para ser específico. Manzana 29 casa 101.
Ahora que lo recuerdo, no debe haber estado muy lejos en aquel entonces el pensamiento que me atribuye en retrospectiva de conquistador. Todo un mundo nuevo se abría ante mis ojos. No sólo las cuestiones sociales de matiz antropológico, son las que me animaban a surcar esas tierras vírgenes, Había también un encantamiento primigenio con toda una cultura a hasta el momento me había sido vedada.
Pero principalmente, y cómo salvaguarda estaba el amor incondicional que le profesaba.
Es en esa etapa inicial, que me vi sometido a los más duros contrastes. Contrastes que tienen que ver con un montón de factores distintivos de la cultura andina.
Y no es que mi mujer comulgase de buena manera con esa tradición. Muy por el contrario, ella profesa una manifiesta aversión a la cultura de su país.
Occidentalizada por el hecho de convivir a pleno en nuestra sociedad capitalina, forjó su identidad a base de un continuo aprendizaje en sus lides laborales. El trato directo con las personas, los viajes de perfeccionamiento a Europa, y porque no, su propio convencimiento de causa, la alejó definitivamente de la “tradición” para instalarla de lleno en las costumbres y formas de nuestra sociedad.
Unos pequeños vestigios quedan da la mujer de entonces. El gusto por la comida de su tierra, que hoy en día, a intervalos regulares debemos someternos.
No es que me desagrade la culinaria boliviana debo aclarar. Pero para ser sincero, creo que tranquilamente puede ser sustituida por otra de iguales características con un mejor desempeño: La cocina Peruana. Claro, en este momento, muchos expertos en la materia pueden querer saltarme a la yugular por estas declaraciones. Lejos está en mi ánimo avivar polémicas entre países hermanos. Lo mío es más una cuestión de preferencias.
La cocina peruana incluye en su menú los mariscos y pescados.
En materia de desayunos, debó confesar que intenté de buena gana asimilar las manifestadas condiciones proteicas del “ Tojorí” o del “ Api”. Estas bebidas calientes son a base de maíz. Usualmente se la acompaña con pasteles fritos de queso.
Más allá de lo pintoresco de la infusión, creo que el tiempo decantó los valores arraigados en mis tradicionales costumbres. El café express con medialunas, como Dios manda.
Por entonces, también asistía a la reunión anual de los bailes tradicionales de Urkupiña, en honor a la Virgen. Y otras celebraciones emparentadas, como la chaya y los carnavales. A la salida del barrio étnico, muchas de estos ritos sincréticos quedaron en el olvido. Apenas si de vez en cuando, a instancias de familiares afines, es que entramos en contacto con su cultura.
Entonces sí, un observador ajeno podrá inferir cómo válida la hipótesis de conquistador. En este trueque implícito de intercambios de culturas, ella adquirió el status que buscaba. La comodidad intrínseca de un modo de vida. El bienestar.
En cambio Yo, me quedé con su bien más preciado.
El oro eterno de su amor…

Esteban Silva

3 comentarios:

  1. Sonia Rojas: Hermoso! Me parece que es muy seductor el trueque de culturas y es ademas un proyecto interminable si uno pretendiese asimilarla completamente. Me gusto mucho este texto

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  2. Mónica Lanzillott​a:

    Desde el principio de la lectura una única palabra me habitó: amor ... amor ... amor ...

    Qué bueno Esteban, realmente ORO

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  3. Belca Ysabel Aranibar Ferrufino: querido primo, no escuchaste la frace "dos tetas tiran mas que dos carretas " jajaj asi sea china cuando a una persona le gusta otra no hay distancia ni culturas , te lo digo con experiencia jajaja muy bueno tu relato pero es challa no chaya ok

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