viernes, 13 de julio de 2012

El Fragor de la batalla


Transitando por uno de los corredores urbanos de la ciudad de Buenos Aires, refiere esta historia. A la altura de Perú, en San Telmo dos automóviles circulaban encadenados por la avenida Juan de Garay. En los tiempos modernos, de compañías aseguradoras con remolques y prestadoras no es común el circular de esta manera. Tal vez por ello, fije mi atención en la precariedad de los vehículos que acometían con tal intimidad.
Al frente, impulsando al incordio, un Wolkswagen 1500 de mediados de los ochenta.
En la retaguardia, una cupé Fuego última serie, del año noventa y uno.
Tales rodados, para los fanáticos de TC 2000, tienen un significado muy especial.
Es que en la referida década del noventa, protagonizaron duelos antológicos en las carreras de autos de su categoría. Antes del reinado de los Ford Sierra, estos dos rivales de las pistas se enfrentaron directamente por la disputa del campeonato. Alternando los primeros puestos, esta lucha ; era una lucha desigual.
El VW de “ Yoyo Maldonado”, era notoriamente inferior al Renault de Juan María Traverso. Atenuado por la excelente maniobrabilidad en los mixtos del multicolor “ milqui”, la coupé fuego vería pasar su infiabilidad en manos del oriundo de Nueve de Julio. Por lo menos, así fue por una temporada. Las seis siguientes quedarían en manos del “flaco” con Renault.
El hecho es, que ver esa imagen de caballerosidad en el remolque de los vehículos me resultó esclarecedora. De cómo, los opuestos se juntan en algún lugar de la historia.
Cómo los viejos enemigos que se reúnen años después, a recordar el fragor de las batallas. Ya no hay enemistad. Todos son anécdotas y cordialidad.
¿Qué paradoja del destino atrae a los polos opuestos?. ¿Qué circunstancia magnifica al oprimido con el paso del tiempo?.
Estamos hechos a re-encontrarnos.
Da lo mismo una batalla, una disputa, o un amor perdido…

Esteban Silva

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