miércoles, 28 de septiembre de 2011

Dónde las almas convergen

En un instante de fuga citadina observo, café en mano, ser observado. Y en ese instante, dónde un grupo de turistas aprecian el corredor urbano del que formo parte, las cosas se invierten. De repente mi actitud recurrente de cazador desaparece. Una veintena de ojos desde lo alto de un ómnibus se trasladan atentos. En sus auriculares, reciben la información necesaria que los hace partícipe del paisaje. Yo soy un mero mobiliario urbano. Algo típico, un habitante promedio con las angustias y alegrías de una tarde de primavera. Ellos, también son típicos. Con sus botellas de agua, los sombreros de ala ancha, y sus pesadas gafas. No dejan de asombrarme. Cómo, el cambio de contexto despierta humores distintos. Acaso, podría ser ellos, en circunstancias distintas.
¿Qué avatar del agobio me representa?. Caminando a paso firme, en el transcurrir de una instantánea de ocasión.
Dos planos. Cómo un vidrio transparente dónde las almas convergen.
Tan sólo, una lengua y una bandera nos separan…

Esteban Silva

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