La soledad abruma a las ciudades.
De individuos alienados en dosis de arrebato.
De suicidios anónimos sin mensaje.
Es el signo de los tiempos.
Un plano lleno de virtudes, virtuales.
Un todo plagado de ineficacias atribuibles…
Una mancha roja, cual lacre.
Es la constancia de la partida,
El sello explícito de un mensaje tácito.
Cuesta asimilar lo equivalente
La larga conclusión de lo plausible.
Mientras un coro de iluminados neandertales
concluye anticipadamente al unísono
aquellos que los medios les invocan
amigables.
Lágrimas de cocodrilo, flores de ocasión
Desvíos, chicanas, anuncios rimbombantes.
Y en la quietud de un sepulcro
un atisbo de verdad, espera.
Esteban Silva
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