viernes, 23 de septiembre de 2011

Amor a primera vista

Me enamoré de las palabras. No de la banalidad que ellas expresan, sino de su música.
Yelmo: que con su Y griega por visor, deja entrever la historia de Esparta.
Brújula, me sabe a bruja, destino incierto y conjuros. Tal vez el compás que marca el norte magnético en los cuatro puntos cardinales se refiera a nosotros.
Compás me suena a pasos. Esos, dados por el compás de madera en la pizarra mientras la tiza del extremo describe ángulos de hipotenusa.
Ya a la hipotenusa la veo obtusa, una directora de colegio queriendo imponer su orden rectilíneo al alumnado. Que dicho sea de paso se asemeja a arado. Un conjunto de herramientas en bruto, destinadas a proferir una huella tras su paso.
Cómo la que pretendidamente infiere la educación sobre sus vástagos, ¿o son sus hijos?. Los desdichados augures de su voz trunca, que huele a libros y humedad.
¡Puta debería decir!, porque sale de adentro del alma, y resuena en nuestros labios al pronunciarla. No me has dado nada. Tan sólo el alfabeto y los números. Un puñado de nombres y la ilusión vana de evocarte…

Esteban Silva

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