martes, 19 de julio de 2011

¡ MARTINEZ !




¡ MARTINEZ!

Un hombre sentado en una sala de espera. Sus dos brazos apoyados prolijamente en sus muslos tomándose las rodillas. Los ojos que recorren los rincones del recinto, posándose en cada uno de los objetos que habitan el lugar.
En un acto reflejo, sus dedos toman vida ejecutando una melodía inaudible acompañada por movimientos silenciosos de los labios.
De repente cesa, tal como había comenzado. Se toma su tiempo, desde la base de su columna hasta su cuello ejerce una torsión que le provoca el estallido de sus vértebras. Se acomoda nuevamente decidido a enfrentar su turno.
Un arremangado del puño de su camisa deja observar el tiempo transcurrido en su muñeca izquierda.
Comienza nuevamente el recorrido visual deteniéndose en la anatomía de los pacientes que de tanto en tanto ocupan los sillones restantes.
Escucha el llamado de la secretaria con un apellido que no es el suyo. A pesar de ya haber transcurrido treinta minutos de su horario prefijado, su vez de ser atendido evidentemente se postergará a un paciente más.

Se reacomoda en su cubículo, exhalando un suspiro de aire. Afloja el nudo de su corbata y se desabrocha el primer botón de la camisa.
Ahora sí, posa su mirada en aquel revistero viejo, de revistas ajadas que había desestimado en un principio.
Toma la primera de ellas, sin tapa, en estado deplorable, la descarta.
Una segunda en aparente buen estado llama su atención. Una vista veraniega con personajes vernáculos. Enero del 2003.
Busca en el fondo del revistero por algo de su agrado.
Encuentra un memorándum del congreso de ortopedia y traumatología, prótesis y anclajes. Una revista de Yatch llamada :“ Tiempo de Velas”.
Dos revistas de golf a las que ni siquiera se detiene a leer una línea.
Cuando su búsqueda estaba por concluir, se topa con un ejemplar de “ Play Boy”. Un perceptible arqueado de su entrecejo, dejó entrever el interés repentino por el contenido del envío.

Una vez más se acomodó por enésima vez en el sillón con la revista entre sus manos. La espalda recta atrás, lo más alejada posible del escrutinio ajeno. Fue pasando cada una de sus páginas, deleitándose a cada paso con las imágenes que se les prendían a sus retinas.
Cuando llegó a un reportaje de su agrado, abrió relajadamente la revista despreocupándose de los demás. Cayó absorto al relato de una historia sobre “ héroes anónimos en Malvinas”, basada en un libro inglés.
- Martinez- se escuchó desde el consultorio del doctor.
-MARTINEZ- (nuevamente, asomándose el doctor a la sala de espera, como para reconocer su paciente).
Al segundo llamado, se levantó abruptamente de su lugar ,absorto por la lectura y aún con “su” revista en mano.
Si no fuese por el póster desplegable a tres páginas que se desprendió de ella aterrizando en el centro de la sala, lo habría acompañado al interior del consultorio…
Depositó raudo la revista en el revistero, y con un rubor violáceo de sus mejillas, finalmente ingreso a su consulta.

Esteban Silva

3 comentarios:

  1. jajajajaja! Bravo!
    Buenísimo el texto, Esteban... buenísimo el blog!
    Te abrazo!

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  2. divertida lectura. Muy buena la introducción. Me gustó. Saludos

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  3. Muchas gracias chicos, es un gusto tenerlos como comentaristas!!!

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