viernes, 5 de julio de 2013

Un nuevo gobierno, un nuevo dios.



De todas las cosmogonías, la egipcia, es tal vez la más concerniente a mis obsesos deseos. De mitologías abandonadas por el transcurrir de los siglos y de las escasa voz que encuentran en los contemporáneos.
Empáticamente hablando, me encuentro a su merced. Es una gran contradicción para un agnóstico depurado, admitir verse involucrado ante tamaño panteísmo.
Pero la empatía que refiero, no tiene origen filosófico o religioso. Es una verdad de peso los logros que obran a favor de esta civilización. Que es la nuestra por otro lado; lejos estoy de suscribir acomodaticias teorías de alienígenas ancestrales.
Esos logros no se resumen únicamente en el campo de la arquitectura. Que por otro lado, tiene implícito todo un trasfondo de astronomía y algebra. También podemos hablar de representación artística, medicina, química y logística.
A favor de quienes abonan esas teorías, podemos señalar la rudimentaria era de bronce a la que arribaron los egipcios en su cúspide. Los artefactos que nos llegan a través del innumerable acerbo, no incluyen metales resistentes como el acero u otros.
Los egipcios llevaron a su máxima expresión su cultura. La replicaron con constancia, en los materiales a los que tenían acceso. No inventaron la forja, ni el concreto.
No surcaron los mares en busca de nuevos horizontes. Su legado se extiende a lo largo y ancho de los márgenes del Nilo. Hasta la propia Nubia.
Cómo los Neardental, coexistieron con una raza superior: La civilización occidental.
A manos de estos últimos, vieron transferir toda su herencia en el imperio tardío.
Los helenistas fueron piadosos con su impronta. Adquirieron algunas de sus costumbres y ritos. Por honorabilidad.
Ya los romanos, vieron en Egipto ( como en todos los pueblos de la región ) un recurso de suministro e impuestos a sus conquistas.
Es dable a suponer, que su visión primigenia de infierno-cielo-purgatorio traspasase a la civilización judeo-cristiana. Cambian los personajes y las circunstancias tan sólo.
Las civilizaciones antiguas, deidificaban por nepotismo. Al entorno familiar y a su prole. Pero el origen de su cosmogonía, es filosófico, no histórico.
Se basa en la creencia de los factores astrológicos y mundanos asignándoles representación. Ya Akhenatón en el imperio medio ensayo el monoteísmo. La casta de escribas no se lo permitió. Egipto retorno al oscurantismo panteísta de fórmulas y ritos.
La civilización moderna, suscribirá los mismos pasos.
Los dioses son los gobiernos, a los cuales sus administrados ( pueblos ) erogan representación. Para que haya un solo dios, deberá haber un solo gobierno.
Sólo así, podemos observar la difícil transición en que se encuentra la humanidad.

Esteban Silva

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