sábado, 1 de junio de 2013

La tortura, según U.S.A



En los años que preceden al S-11, infinidad de veces hemos sido testigos (la humanidad) del miserable atropello a los derechos humanos que hacen los norteamericanos con el fin de proveerse información.
Lo que otrora ellos consideraban inhumano para nuestra región, hoy día es práctica habitual en cuanto interrogatorio se haga presente el “águila calva” .
Es que el cambio de paradigma que introdujo el vil atentado de Al-Qaeda, cambió para siempre el modus operandi del atesorado vecino, terciando aún más su alicaída credibilidad en materia de política internacional.
Sobrada experiencia empírica obtenida de la escuela de las Américas, podía ser puesta en práctica ahora en forma global, sin dilaciones ni contratiempos.
Lo que ellos consideraban “Terrorismo de Estado” para las regiones sub-saharianas, de América Latina u otras latitudes, ahora es considerado de “ información vital” para el sostenimiento de la paz a nivel global. Fuera eufemismos y consideraciones inútiles, lo que sí queda claro en todo caso, es el insoslayable doble discurso artero del que se vale Estados Unidos para sostener su presencia geopolítica, expoliadora de recursos vitales, generadora de dependencia en los países en que sus intereses se vean afectados.
Advertidos de estas prácticas, infinidad de ONGs de derechos humanos han puesto coto a estas actividades deleznables, acorralando momentáneamente a la potencia, cambiando en consecuencia la implementación de la torturas en terceros países.
Los mismos mecanismos que tenía U.S.A en la primera década del año 2000, Guantánamo, prisiones clandestinas en todas las bases militares de Oriente, han sido suplantadas por sitios próximos en dónde la “ Ley” no los alcanza.
Turquía ( Ankhara ), Pakistán ( Islamabad ), Irak ( Abú Grhaib ), Emiratos Arabes ( Abú Dabhi ) y tantas otras, son las bases del terror y el oprobio del cual se valen los E.E.U.U para obtener la información necesaria a sus empresas.
Sólo en lo que va desde 2006 a la fecha, Humans Rights ha reportado cómo posibles, 11000 torturas seguidas de muerte en estos centros de detención.
A esto debe sumarse, las ejecuciones sumariales de los sistemas de misiles teleguiados; las ejecuciones individualizadas por los blancos furtivos: RQ-1 / MQ-1 Predator, y todos los demás sistemas drones de vigilancia global y ataque que aún no están declarados por la administración Obama y de los cuales se tiene probados testimonios.
Cualquier individuo a nivel global es factible de ser aniquilado sin miramientos con este sistema de vigilancia. La tortura, viene a ser una salvaguarda de privilegio para aquellos en los que U.S.A pone la mira.
Emparentado con este posicionamiento a nivel global, los Estados Unidos ejercen un sofisticado andamiaje de propaganda que actúa principalmente a través de su industria cinematográfica mainstream. El simple hecho de divulgar a través de imágenes de ficción o reales sus procedimientos sin que haya la debida respuesta contraria por la comunidad internacional, de alguna manera los avala. Y los legitima.
Esta doble moral que presupone el “ haz lo que yo digo ( para los terceros países)”, pero no lo que yo hago, lejos está de concluir.
El resto del mundo, puede observar episodio tras episodio, las escenas de violencia que se desatan en la “insubordinada primavera de Oriente”, altercados fronterizos en los distintos focos dónde los USA tiene presencia militar, o cualquier desastre a nivel internacional en dónde la sangre norteamericana no se vierte frente a cámara.
Es loable a su criterio, la no divulgación de episodios que manifieste la real dimensión de los hechos. El dolor ajeno, las imágenes escalofriantes en dónde padres sostienen a niños fallecidos por acciones bélicas, no los atañe. Ejecuciones masivas, privación ilegítima de la libertad, supresión de los derechos básicos, todo es inmune a la moral y ética de los citados.
Es en esa espiral de revancha, que los grupos radicalizados de la jihad islámica se justifican. Nada más lejano.
Ningún fin justica a los medios. Antes, ahora, aquí o allá.

Esteban Silva

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