martes, 2 de octubre de 2012

La involución de las especies. Las plantas que perdieron prestigio.



Las plantas, como los objetos en la vida real tienen su tiempo. Lo que para una generación es digno de admiración, puede dejar de serlo para la otra por un sinfín de acontecimientos. Los hay, meramente subjetivos, como lo son la estética ceñida a una moda pasajera. Pero también están las consideraciones prácticas que la época clama.
Quizás algún día las plantas que perdieron vigencia en el paso del último siglo, recuperen nuevamente la prestancia de antaño.
Al amparo de una era signada por el pragmatismo económico, muchas especies resignaron su verde savia por la aparición de nuevas especies que la suplantaron, o por la simple desaparición del medio.
Veamos algunos casos que ejemplifican el anterior enunciado.

El gomero árbol: Este arbusto centenario envalentonado en árbol, fue por décadas una especie predilecta de los fondos en las viviendas, ansiosas de una pródiga sombra.
Enemigo número uno de las baldosas y los contrapisos residenciales, vio decaer su esplendor ya por la década del setenta. De resina lechosa, era común que al caer sus hojas, corroyese de manera definitiva la capa de pintura de los vehículos que anhelaban su amparo. Después de destruir por completo la vereda , las cañerías , y la estructura de las casas, muchos vecinos advirtieron lo dañino de su empresa, resignándolo a su tarea predilecta: el motivo ornamental de sus hojas en las coronas mortuorias de sepelios.

La yuca pinchuda: Esta planta tanto de interiores como de exterior, fue por muchos años la predilecta de personas celosas del cuidado acérrimo de su jardín. Concéntrica de hojas alargadas, irradiaba espinas en un semicírculo entorno a su centro.
Era la encargada de reventar los globos en las fiestas de cumpleaños festejada en un jardín, así como la de pinchar balones, o clavar traicioneramente a cuanto transeúnte se le acercase sin motivo. Algunas familias benevolentes, tenían el reparo de cubrir su ponzoña con unos cuadraditos de telgopor en la punta.
La falta de jardines en la vivienda actual, y lo peligroso de esta planta carnívora ,abortaron de forma definitiva su accionar.

La palmera de dátiles: esta especie exótica fue muy utilizada en el inicio del siglo XX para la forestación ornamental de parques y plazas en todo el territorio argentino.
En la vivienda unifamiliar también tuvo su arraigo. Por lo general, completaba el cuadro de la casa chorizo en el jardín frontal, acaparando la vista de todo transeúnte, debido a la escala que confería al conjunto.
Con el tiempo, muchas de las tipologías que le dieron albergue, cayeron en desgracia.
Su uso se restringió al ámbito institucional hasta mediados de los cuarenta.
Dada su envergadura rectilínea, estaba pensada para acompañar de forma decorativa el esplendor de una fachada votiva recubierta de ornamentos.
El modernismo arquitectónico desprovisto de lo accesorio signó su tiempo.
Hoy en día sobreviven en los parques y plazas porteñas como entonces. En sus copas abigarradas de palmas anidan las cotorras .
La espada de San Jorge, o lengua de suegra: Esta planta inofensiva e indolente, tuvo su apogeo en la década del setenta, en los halls y salas de espera de edificios.
De nulo mantenimiento, era común verla por los rincones junto a un espejo, e incluso junto a los ceniceros de pie disputando palmo a palmo la decoración del lugar.
Siempre agradecida de la oportunidad de convivir en el medio, no exigía más que el amparo de una débil sombra, un pedazo escaso de tierra y humedad. Las salas de recepción de los abogados, dentistas y médicos, eran el hábitat predilecto de esta especie. Un simple cambio de humor en el criterio decorativo de una generación relegó sus posibilidades a casi cero.

El musgo y trébol: Estas especies rastreras, actuaban de forma conjunta en los canteros de edificios así cómo en los patios internos en dónde la luz del sol no afirmaba sus poderosos rayos vitales. Complementos de muchos arreglos botánicos, se instalaban en aquellos lugares donde el viril césped no podía anclar sus raíces. Siempre acompañados de piedras o bordes perfilados de cerámicos, ofrecían una solución práctica al mantenimiento y a la poda. El aprovechamiento total de la superficie en los edificios, y los jardines en seco ( piedras, tacuaras etc ) marcaron su hora.
Hoy en día viven de forma salvaje en torno a las rejillas y los lugares de sombra dónde la mano del hombre no los alcanza.

La oreja de elefante: Esta planta decorativa tuvo su auge en la década del cincuenta. De grandes hojas, rápidamente configuraba un rincón del jardín con su voluminoso despliegue. Dado su porte necesitaba un amplio espacio para su supervivencia. El enemigo principal de esta especie, era la pelota de goma o cuero desgobernada que atingía sus hojas. Frágil e inerte, era incapaz de esquivar los tiros certeros que quebraban sus tallos. Sus amplias superficies verdes eran un llamado a la vandalización.
Con el paso del tiempo, algunas de ellas firmaron un acta compromiso, para nunca más comparecer en los hogares dónde había menores de edad…

El malvón: Este pelúcido de flores vistosas, tuvo su clímax en la década del treinta.
Entrado los años setenta, todavía se lo dejaba ver en forma de maceta en las distintas terrazas de las viviendas que sobrevivían por los barrios porteños. El hábitat predilecto era justamente la maceta redonda de cemento de cuatro patas. Este adminículo fetiche, era el depositario de la especie en todas sus formas. Rosas, rojos o blancos ofrecían un particular deleite visual en toda época del año.
Inoloro, espinoso y demandante de un excesivo lugar para su crianza, cayó en el olvido y fue remplazado por flores de mejor desempeño.

La hiedra: Como su nombre lo indica, esta planta se extiende por dónde las superficies porosas de agua, le brindan su nutriente. Amiga de las medianeras y los revoques tuvo su período de influencia mayor, allá por los sesenta. Es prima hermana de la enredadera, pero a diferencia de ésta que prefiere las rejas y portones, la hiedra tiene por objetivo fagocitar por completo a la vivienda. Es menester del poseedor de una de estas plantas, disciplinar de antemano el comportamiento de la misma.
Quizás por ello, o por los problemas ocasionados con los vecinos circundantes, que el ligustre y serpenteante arbusto no tuvo socios adherentes entre los actuales poseedores de viviendas. Además de su ensañamiento particular con las grietas y hendiduras, aporta un valor estimable de humedad perenne en la superficie que se extiende.
Exige además, constante trabajos en altura de poda y mantenimiento.
En definitiva, es como tener un jardín, pero a 90ª grados.

El limonero: Este práctico árbol frutal tuvo sus orígenes en el inicio mismo de la república. Toda vivienda que se precie en la antigüedad, poseía uno de estos manantiales del ácido doméstico. Su flores de azahar perfumaban en época de floración todo el entorno. A pesar de sus características favorables, muchas de estas especies vieron sucumbir su emblema frente a las nuevas construcciones que desplazaban el patio interno, para acomodar más metros de construcción.
La falta de este vital fruto en las familias dio paso a una insospechada carrera de precios en torno a su suministro. Hoy en día su escasez es tal, que los inescrupulosos productores fijan precios exorbitantes frente a la demanda. Con el producto cautivo en sus manos, crean condiciones favorables a su antojo y especulación.

El agente venenoso del “ plátano”: Este árbol, a diferencia del fruto tropical, se encuentra entre los principales agentes sanitarios que menguan la salud poblacional.
Nombrado “ enemigo público”, por la comisión nacional de alergistas, está en estudio constante su total desaparición del medio local. Su fruto polinizador, una esfera de pelusa exponencial, ataca particularmente a los pacientes asmáticos , riníticos y de problemas sensibles en las vías respiratorias.
A su favor se esgrime el argumento de su notable fortaleza ( no caen ramas ni troncos), su rápido crecimiento a su estado adulto y la prodigiosa sombra que ofrece.
Sin embargo, el desprendimiento enunciado en época de polinización, tornan al citado árbol como indeseable. Sobreviviendo tan sólo a la vida remanente que tienen por delante.

La pitera.: Este arbusto de pinches, similar al que emplean los mexicanos en la confección del destilado de tequila, tuvo su origen en el diseño de parques ornamentales a inicios de siglo. De grandes hojas verdes y carnosas llegaban a alcanzar una altura similar a la del hombre. Sus bordes serrados de espinas espantaban a todo ser viviente.
Por lo general eran empleados en boulevards que separaban calles o avenidas, en grandes macetas ornamentales de plazas o lugares abiertos, como los bosques de Palermo. Su difícil dislocación en caso de reformas forestales , y su voluminoso porte desestimaron su uso en las parquizaciones actuales.

Hasta acá un breve compendio de las principales plantas que fueron disminuyendo su impronta en el medio local. Cabrá al lector completar esta menguada lista de ejemplos botánicos, con su propio parecer. Cabe destacar, en tanto, que al abrigo de esta nueva era otra especies allanan caminos con sus particulares atributos.
El bamboo enano, por ejemplo, se ha apoderado de los balcones de Palermo y Colegiales sin que ninguna voz o informe de impacto ambiental se expida al respecto.
El Ficus Ligornia, hace años que viene apoderándose del interior de la vivienda junto al palo de agua o Samambaia.
Pero eso, amigos lectores, serán consideraciones de otra entrega.

Esteban Silva




3 comentarios:

  1. Monica Fedele:
    Ola esteban! Acabo de leer tu nota sentada en el corredor de mi casa, a la entrada tengo una espada de san jorge enana a mi costado la normal x um arbol del fondo la trepadera y ni que decir el infaltable limonero... Es una sensacion distinta a cuando estas en la ciudad donde ya se perdieron algunas plantas... El gomero nunca mas vi desde que sali de ahi, grande fue mi sorpresa al realizar un viaje junto a vane en el frente del hotel donde vive habia un gomero inmensooo el cual me dijieron que iban a hechar y tanta fue mi preocupacion que cada rato preguntaba x el pra la suerte del gomero la municipalidad no dio el permiso pra cortar......

    ResponderEliminar
  2. Haciadentroaudv Prod:
    otros de moda por sus colores y que aparece en los lugares mas inesperados es el gingo y liquid ambar....igual aguante el malbón y el limonero! muy bueno Esteban, saludos!

    ResponderEliminar
  3. Francesca Kala Ichzel:
    Me gustó mucho el informe. Yo adoro el malvón rojo. Y tengo un mapa de la ciudad con los palos borrachos que mas me gustan. Las panzas mas graciosas. Hay uno torcido en montevideo y junin, es un palo boreracho adinerado, al emnso pro la zona. Por otro lado, tambien hay especies que se ponen de moda, y ganan prestigio, dentor de ciertas clases sociales. En los barrios "top" abundan las plantas "exóticas" y muchos primos y familiares de los cactus. (me pregunto, que hacen los cactus con nuestra humedad porteña? Deben estar podridos!)

    ResponderEliminar