jueves, 2 de julio de 2015

Inteligencia “artificial”

Los programas mal llamados de “ inteligencia artificial “, no son otra cosa que un módulo de respuestas previsibles, creadas sobre una inmensa base de datos.
La sintaxis alcanzada al momento, permite a la entelequia, sostener una conversación con un humano en términos razonables. Inclusive, según opinión de sus creadores, supera lo previsible. La máquina es testeada en respuestas de difícil discernimiento. De origen filosófico de orden pragmático, de cariz personal.
De momento, sus disímiles pero apropiadas respuestas, son sondeadas en el marco de su programación. Creada cómo símil de la inteligencia artificial, asume ese rol sin inconvenientes.
En un futuro cercano, este tipo de programas atenderá las preguntas frecuentes de todos los sitos, conversará con ancianos en geriátricos y hospitales, asignará turnos remotos en entidades, tomará órdenes de compra y resolverá conflictos de baja escala.
Será asesoramiento jurídico pago, terapia psicológica a distancia, atenderá terminales de pasajes, cajeros automáticos, recepciones de todo tipo.
Su impronta o carácter estará dado por el programa base. Asumirá roles, género. Interpretará tonos de voz, disrupciones en el mensaje, estados de ánimo. Sus respuestas estarán dadas en base a estas premisas.
La inteligencia artificial, cómo concepto, es una entidad autárquica.
Algo inconsiderable hasta el momento. Pero un programa émulo sofisticado, puede actuar semánticamente parecido. Lo que no quiere decir, que resuelva problemas matemáticos o fórmulas físicas.
Un programa de estas características, debería ser instruido en el modo de pensamiento humano, en la forma de pensar, de conectar datos y procesar elementos al alcance.
Aún así, su motivación sería nula. Al menos que se le implante una.
Cómo están dadas las cosas, sólo pueden generarse emulaciones de inteligencia artificial.
¿Cómo?, programando a la máquina en la asunción del rol de inteligencia artificial.
Evidentemente, esto no sería inteligencia artificial propiamente dicha sino un programa que asume ese rol pre-establecido.
El problema es, que cuando más se avance en la inserción del pensamiento humano en las programaciones, se obtendrá un ente de similares características al ser humano.
Con las mismas reacciones primarias, con su mismo humor temporal.
De ahí, a la conclusión previsible de instalar un protocolo de salvaguarda en el comportamiento y alcance del programa. Si el humor del software se comporta cómo el ser humano en todo sentido, muchas de sus respuestas podrían ser de orden de auto protección.
Nuestro principal principio básico y pulsión…

Esteban Silva


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