sábado, 4 de agosto de 2012

Aquellas horas


Qué triste se ve una casa vacía al deshabitarla. Las cosas que una vez nacieron para un lugar determinado y hoy en día emigran a un destierro de incógnitas. Aquel hueco en la pintura de la sala, al retirar el Split de la pared. La ventana sin cortinas, iluminando el pasado perdido.
La roña debajo de la heladera, o el lavarropas. La bañera sin cortinas, tan sólo con algunos envases vacíos y jabones gastados en sus márgenes. Los tarros de pintura resecos, en el balcón o el patio. Las luminarias sin artefactos en el zenit de la partida. Las marcas de los lugares habituales, por dónde el alma dejó rastros. Los clavos que sostuvieron imágenes, para sostener idealizaciones. La planta que tambaleaba en su existencia y es abandonada. Un cableado a ningún lado junto a un zócalo. El teléfono acurrucado en una mesita, junto a las guías. La marca del martillo en la cerámica. Los imanes de heladera en el piso de la cocina. La angustia clavada en la ventana, cuando esperábamos aquella llamada. Los ecos que alguna vez habitaron las horas de dicha. Los goles gritados alguna vez, impregnados en las paredes.
Los gemidos de amor en la habitación….
Chau a todos.

Esteban Silva

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