miércoles, 26 de diciembre de 2012

El hombre invisible

Un hombre decidió ser invisible, a la temprana edad de 43 años. Lo hizo por voluntad propia, aunque bien podría haberse sentido coercionado a hacerlo, dadas las circunstancias…
Agusto Paredes es un empleado común y corriente de la city porteña. Trabaja de lunes a viernes en horario corrido. Su menester: el armado y diagramación de tarjetas micro-perforadas para la confección de etiquetas textiles. Tarea que desempeña a tiempo completo, por el período de 27 años, hasta el día de la fecha. Su oficina pivota entre el sector de expedición al frente del establecimiento y la parte de atrás del galpón destinada a la producción. Ubicado en un entrepiso, puede distinguir tanto las actividades productivas como las comerciales, a través de su panel de ventanas.
El recinto en que desempeña su labor es anodino. Tanto como su vida misma.
Un tablero de dibujo técnico contra una de las paredes, un escritorio mostrador de chapa con cajones y vidrio encima. Un archivero en la esquina de columna simple, un sillón giratorio, un cesto de alambre y nada más, son sus implementos.
Su computador portátil, al frente del escritorio es su ventana al mundo.
La fábrica de etiquetas no se había agiornado aún. Su escasa producción empero, se mantenía debido a su gran cartera de clientes colectada por los años ochenta.
Agusto, hacía el diseño inicial en su ordenador. Transmitía toda la información reunida a un papel milimetrado según la escala requerida. Imprimía sus originales y los mandaba a taller. Tal minuciosidad era producto de un largo proceso, ahora acortado por la tecnología. El paso posterior, era substituir los telares analógicos por otros computarizados. En ese momento, pensó, su presencia física en la fábrica sería prescindible, por lo que podría optar por un trabajo a distancia. Bien podría ser, desde su cómoda residencia.

Cuando el inmenso telar de veinte colores ingresó por el portón de la fábrica, Agusto vio concretarse su premeditado sueño. La sustitución progresiva de su presencia en la fábrica, hasta su definitivo destierro residencial.
No le fue difícil convencer a los dueños de la nueva implementación prevista.
Una comunicación directa con el sector comercial, y una operativa simultánea con el telar completaban el círculo. Además su oficina, había sido destinada a los operarios cesantes de producción. Desde ahora, Cacho y Rubén envasarían lotes genéricos de etiquetas importados de China, más la creciente producción de la nueva máquina.
Al fin, una vez en casa, Agusto podría dedicarse a su pasatiempo favorito: el armado de barcos a escala en madera balsa.
A lo largo de todo su tiempo en la empresa, había logrado atesorar, la ostentosa suma de veintisiete navíos. A razón de uno por año, ordenados de la siguiente manera: diez fragatas, nueve galeones, tres bergantines, tres carabelas, una galera y un distintivo drakar. Su habitación principal se encontraba atiborrada de estos barcos.
Alquilaba este cuarto a una pareja de ancianos. Como en la fábrica, su cuarto estaba en una posición privilegiada. Una amplia balaustrada de concreto, por sobre un garaje en planta baja. Atrás una habitación de amplios ventanales con postigones. A la derecha, el resto de la casa chorizo, con profusos detalles de marquesinas y apliques.
Era una linda construcción de finales de los treinta. Palmera al frente, amplios ventanales de vidrio coloreado y patio coronado por una profusa parra de uva chinche.
Agusto no participaba del confort de la casa. Le sobraba con su habitación, el baño compartido en el exterior del patio y una breve cocina con dispensario improvisado en un rincón del garaje.
Pagaba puntualmente su renta, y no participaba de la vida social de la pareja a excepción del brindis navideño o de fin de año.

Agusto no es lo que se dice un anti-social. Apenas, su dedicado esfuerzo a su pasión hobbista , y sus escasos vínculos con la sociedad le determinaron un carácter introspectivo, ensimismado, eremita diríamos…
Las nuevas tecnologías aportarían lo suyo. La suscripción paga a un servicio de películas premium, las compras online a supermercados y los delivery de comida completaban su cerco de soledad. Soledad, que dicho sea de paso, se veía menguada sobremanera frente a las distracciones citadas.
Los últimos contactos con el mundo exterior habían sido suprimidos. Los impuestos y cobranzas se debitaban de su cuenta corriente. El dinero por su trabajo era acreditado, y Agusto lo disponía a discreción desde su ordenador.
Sus únicos amigos eran virtuales. Un puñado de hobbistas como él, que una vez al año coincidían en una convención de maquetas navales.
Para Agusto, esa fecha a inicios de diciembre, era lo único destacable al año. Su modelo a escala, era el motivo principal de su existencia. Visto desde un punto de vista filosófico, tal aseveración no era exagerada. Vivía, en el interior de esos barcos, en las estructuras cubiertas de cuadernas, aparejos y mástiles. En la historia naval de la que habían sido objeto esas naves. Sus enfrentamientos en batallas memorables de ultramar, en las expediciones del nuevo mundo, o en el comercio de tráfico y especias.
A su manera, en la vida diaria se comportaba como el capitán de algún barco errante.
Su autosuficiencia y destino, al comando de un simple navegador digital.
Como los barcos errantes, no precisaba anclar en puerto alguno.
Sin misión por objeto, que la de la simple admiración de sus modelos, desapareció físicamente de la vida cotidiana un primero de enero.
Sus barcos de madera hicieron lo propio, dejando huecos visibles en los anaqueles y estantes.
En tanto, sus cuentas comerciales y compromisos de trabajo siguieron a la orden del día.
Cómo si nada hubiese ocurrido…

Esteban Silva

8 comentarios:

  1. Jorgelina Luna De Sousa: Todos somos un poco invisibles por estos tiempos...

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  2. Luciano Tacha Guerendiain: linda edad para hacerse invisible... jeje. me gusto, gracias!

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  3. A Lucas Monteiro Da Cunha, Monica Lanzillotta, Carina Marzocchi y 3 personas más les gusta esto.
    Sebastian Monterrosso: Muy bueno Esteban,,,, muy bueno ,,, ,
    Monica Lanzillotta ME ENCANTÓ ... muy bueno Esteban !!!

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  4. Agustina Jimena Talarico: Me encantó, me pregunto si el nonbre "A-gusto" es a propósito..

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  5. Luz Riveros: Buenisimo!!! gracias Esteban Silva

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  6. Monica Lanzillotta:
    Muy buen texto !! invitados a conocer el blog de mi amigo ...

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  7. Me encanto... !! la unica manera, la una tentaviva de salvacion, hacerse invisible, es lo unico que podia hacer

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  8. Claro. Hoy en día ensimismarse, enclaustrarse haciendo uso de la tecnología, es hacerse un poco invisible. Yo jugué con esa premisa, y con la posibilidad ( del fantástico ) que el, simplemente desapareciese con " sus " barcos para navegar ,otra realidad, otra dimensión...

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